Claro que sí.
Pero es que a mi me va bien siendo tonto.
No me hace falta emigrar, no pongo el reloj por las mañanas, me levanto entre las 11:00 y la 13:00 y chateo con jubilados.
Su hijo el listo, en cambio, no ve a sus ancianos padres, no podrá cuidar de ellos cuando la presente demencia avance e irá estresado hasta las trancas...
La listeza para él, yo no la quiero, ja ja.
Por cierto, ahora que nos dice que sus hijos fueron a la pública ya sabemos todos porque el otro día no tenía ni idea de lo que costaba uno privado.
¡Hay que quererle, Suegro!