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Un préstamo es una operación por medio de la cual una entidad financiera pone a nuestra disposición una determinada cantidad de dinero, adquiriendo la obligación de devolverlo en un determinado plazo de tiempo, además del abono de unas comisiones y unos intereses.

La devolución del dinero recibido podrá hacerse en uno o varios pagos. Dentro de la modalidad de préstamos, podríamos encontrar préstamos personales y préstamos hipotecarios (hipotecas), siendo los préstamos personales, los habituales para bienes de importe no muy elevado (entre 1.000 y 60.000€), mientras que los préstamos hipotecarios, suelen ir destinados a la compra de vivienda.

Por su parte, un crédito es la cantidad de dinero que una entidad financiera pone a disposición de un cliente durante un periodo de tiempo utilizando una cuenta o una tarjeta de crédito. El usuario puede ir haciendo uso del dinero en cualquier momento, según las necesidades que le van surgiendo, con una cantidad máxima limitada. Comúnmente se conocen como líneas de crédito, para así poder diferenciarse de los créditos rápidos.


Los préstamos rápidos se caracterizan por ofrecer pequeñas cantidades de dinero, entre 50 y 1.000 euros, que puedes destinar para sufragar cualquier finalidad: desde saldar una deuda ante terceros a darte un pequeño capricho personal.

Los préstamos o créditos rápidos se diferencian de los préstamos convencionales en, como su propio nombre indica, que su aprobación se realiza con gran rapidez y puedes disponer del dinero en tu cuenta en unos minutos.

No es necesario que tengas que acudir a ninguna oficina, sino que la gestión la puedes realizar a cualquier hora del día en Internet, a través de la gran cantidad de plataformas de créditos rápidos que existen en el mercado. Entre los inconvenientes de los créditos rápidos están sus altos tipos de interés, que llegan a sobrepasar en algunas ocasiones las cuatro cifras.


A la hora de tomar la decisión de solicitar un préstamo al solicitante le pueden surgir una serie de preguntas como ¿Cuánto pedir prestado? ¿En qué periodo de tiempo? ¿Es posible devolver el préstamo antes de tiempo?

A continuación se observan algunos de los considerados como aspectos claves para poder elegir correctamente un préstamo.

Observar el tipo de interés

Analizar el tipo de interés al que se ofrece el préstamo es fundamental. Cuanto menor sea, menos intereses pagaremos durante el plazo del préstamo. Un crédito rápido siempre tendrá un tipo de interés mayor (alrededor del 25%) que un préstamo personal (alrededor del 8%).

Cuantía de la cuota

En base a la situación financiera y la capacidad de pago personal, hay que analizar si interesa un periodo de duración del crédito más largo con las consecuentes cuotas más bajas, o un periodo más corto en el que las cuotas sean más altas.

Vinculaciones

Multitud de entidades condicionan la concesión del préstamo a la contratación de algún producto con la entidad, como un seguro del hogar o seguro de vida. Además de estos seguros, si el préstamo es solicitado en una entidad que no es la propia, se deberá abrir una nueva cuenta bancaria.

Comisiones

Hay que tener cuidado con comisiones como la apertura, estudio o cancelación anticipada ya que estas comisiones encarecen el préstamo, en especial en los préstamos que sean solicitados a corto plazo.

Tener claro que se va a poder hacer frente al préstamo

Se debe tener en cuenta la estabilidad laboral y la solvencia financiera y así asegurarte que vas a poder hacer frente al pago de las cuotas, ya que en caso de impago habrá que pagar intereses de demora que pueden llevar a una complicada situación económica, además de la inclusión en una lista de morosos.

Observar bien toda la Letra Pequeña

Leer y preguntar en caso de cualquier duda que se pueda generar para tener claro y comprender todos los conceptos del préstamo.


Si necesitamos acudir al mercado crediticio para solicitar un préstamo, se nos presentan dos alternativas principalmente: contratarlo con un banco o con un establecimiento financiero de crédito (EFC).

Solicitar un préstamo con un banco

Las entidades bancarias que todos conocemos (Caixabank, Banco Santander, BBVA...) prestan servicios de concesión de crédito pero también de captación de recursos a través de los depósitos y las cuentas. Están regulados por las directrices del Banco de España.

El perfil de cliente que solicita un préstamo con un banco es aquel que puede aportar una nómina con la que justificar sus ingresos y que no tiene problemas de liquidez. Está buscando financiación para una operación en particular, como puede ser realizar una reforma, un viaje, pagar una boda o los estudios de los hijos.

En principio, no tendrá problemas para devolver el préstamo en las cuotas pactadas. El departamento de análisis de solvencia de cada entidad bancaria se encargará de certificarlo.

A continuación nombraremos las ventajas:

  • El tipo de interés que ofrece un banco es el más bajo que se puede encontrar en el mercado. La media actual se encuentra en torno al 8% de interés.
  • Si perteneces al mismo banco al que le estás solicitando el préstamo y tienes buen historial como cliente, tendrán en cuenta tu reputación para ofrecerte unas mejores condiciones. También pueden ofrecerte un mejor interés a cambio de vincularte más con la entidad (domiciliar la nómina, contratar un seguro de vida…)

El principal inconveniente de solicitar un préstamo con un banco es que son muy rígidos a la hora de concederlos. Solicitan mucha información personal y, si no cumples sus requisitos, no te conceden el préstamo. En consecuencia, el proceso de solicitud es lento.

Solicitar un préstamo con un establecimiento financiero de crédito (EFC)

Los establecimientos financieros de crédito (EFC) se diferencian de los bancos tradiciones en que pueden ofrecer créditos al consumo o hipotecarios pero no pueden captar depósitos del público. Por lo tanto, no están adheridos a ningún Fondo de Garantía de Depósitos, pero sí que están sujetos a un régimen normativo vigilado por el Banco de España similar al de las entidades bancarias.

El perfil de cliente que acude a estas entidades tiene algún tipo de historial de impago en el pasado o se encuentra desempleado en la actualidad, por lo que los bancos tradicionales no le conceden un préstamo. El ejemplo más conocido en España es Cofidis.

Entre las ventajas de este tipo de préstamos se encuentran:

  • Son más flexibles que los bancos si consideran que tu pertenencia a ficheros como RAI o ASNEF se debe a una deuda menor (como puede ser el impago de una factura telefónica)
  • El proceso es rápido, sencillo y puede ser 100% online o por teléfono.

A cambio de ser más flexibles, los EFC solicitan tipos de interés más elevados, que pueden alcanzar el 25%, dependiendo del importe y plazo solicitado.

En resumen, podemos concluir que la primera opción a la hora de solicitar un préstamo será con un entidad bancaria, siendo tu propio banco el que mejores condiciones puede ofrecerte gracias que poseen tu historial crediticio y la vinculación existente a través de otros productos. Si se recibe una respuesta negativa o tu perfil como solicitante no se adapta a esta opción, puedes consultar con una EFC.


A la hora de conceder un préstamo, las entidades financieras tienen en cuenta una serie de criterios:

Ingresos mensuales del solicitante

Como en todo préstamo, lo que el banco mirará con lupa son los ingresos netos del solicitante. Es decir, a los ingresos por desempeñar la actividad laboral, se restará la cuota mensual de otros gastos o préstamos. El margen debe ser suficiente para poder abonar la cuota del préstamo de forma holgada.

Estabilidad laboral

Tener buenos ingresos mensuales no sirve de mucho a la hora de pedir un préstamo si no tienes estabilidad laboral. Llevar varios años trabajando para la misma empresa o llevar poco tiempo pero tener un contrato indefinido son factores positivos para recibir un préstamo.

Historial bancario

Tener un historial positivo en tu banco siempre va a ir en tu favor a la hora de contratar un préstamo. Quizá tus ingresos mensuales no sean excesivamente elevados, pero tu gestor puede valorar que siempre has estado al corriente de tus pagos (la cuota hipotecaria o los recibos del hogar, por ejemplo) y eres buen cliente. De hecho, si llevas varios años en una entidad, ellos mismos te ofrecerán la posibilidad de contratar una línea de crédito.

Si estás en una lista de morosos (RAI/ASNEF)

Los bancos, por regla general, no conceden préstamos si estás en una lista de morosos. Si perteneces a alguna de estas listas (RAI o ASNEF), tendrás que recurrir a préstamos rápidos o minicréditos. Estos productos son concedidos por establecimientos financieros de crédito (no son bancos) y suelen tener un tipo de interés mayor que los préstamos personales concedidos por un banco.


Las comisiones son otro de los conceptos que requieren atención. El banco puede cobrar a quien solicita un crédito por una serie de servicios:

Comisión de estudio

La entidad realiza una serie de gestiones y análisis para comprobar que quien pide el crédito cuenta con solvencia suficiente para devolverlo. Es frecuente que el banco cobre un porcentaje sobre el importe solicitado aunque esta comisión está cada vez más en desuso.

Comisión de apertura

Quien recibe el préstamo paga a la entidad bancaria por los trámites correspondientes a la formalización y puesta a disposición de los fondos prestados. Por regla general, cuando el solicitante firma la operación abona los gastos de apertura, estipulados en un porcentaje sobre la cantidad que recibe.

Comisión por modificación de condiciones o por cambio de garantías

En el caso de que el cliente solicite que se cambie alguna de las características del préstamo y la entidad lo acepte, ésta puede exigir una comisión. La persona que ha recibido el crédito debe pagar al banco por los trámites que lleva a cabo en la modificación del contenido del contrato o en el análisis de riesgos que puedan suponer para la entidad los cambios solicitados.

Comisión por amortización parcial anticipada

La entidad cobra al cliente por los trámites administrativos correspondientes a las actuaciones que debe realizar y como compensación por el dinero que deja de ganar -o lucro cesante- al no percibir los intereses por el capital que se amortiza de manera anticipada.

Comisión de cancelación anticipada

Es un porcentaje que se debe abonar sobre el importe que se ha amortizado de manera anticipada o la cantidad adelantada.


El TIN (tipo de interés nominal) es el interés que la entidad financiera cobra en concepto de aplazamiento de los pagos. Se trata de un porcentaje fijo que el banco recibe como pago por el dinero que ha prestado al cliente. El TIN no tiene en cuenta ninguno de los gastos que van asociados a la operación, ni tampoco descuenta la inflación (por oposición al tipo de interés real, donde sí que se resta). Se trata simplemente, como su nombre indica, del interés nominal, de aquel que se pacta con la entidad bancaria para realizar la operación.

Por su parte, la TAE corresponde a la tasa anual equivalente. La TAE tiene en cuenta el TIN de la operación, pero también otros factores, tales como la frecuencia de los pagos, las comisiones bancarias por cancelación o amortización y también los demás costes que genera la operación (comisión de apertura, gastos de notaría o gestoría en caso que lo hubiera…). Aporta, por lo tanto, una visión más clara y real de cuánto puede aportar una inversión o de cuánto puede costar un crédito. Usaremos la TAE para comparar préstamos.