Efectivamente, más que una historia de “buenos” y “malos”, lo que estamos viendo es un pulso por el poder, por la influencia global, y por la narrativa que más conviene a cada bloque. Estados Unidos lleva décadas marcando el paso, pero ahora China, Rusia, e incluso potencias regionales como Irán o Turquía quieren su parte del tablero. Y claro, eso genera tensiones, roces, y sobre todo una enorme inestabilidad geopolítica.
Sobre Israel, totalmente de acuerdo en que su derecho a existir no puede estar vinculado a ejercer un dominio absoluto en la región. Es un Estado que nació en un contexto muy complejo, pero el hecho de haber sufrido en su historia no justifica que repita patrones de opresión o violencia. Si quiere ser respetado y mantenerse como potencia regional legítima, tarde o temprano tendrá que pasar por una vía diplomática real, no por una lógica de castigo permanente. Lo contrario solo genera más odio, más radicalización, y menos seguridad para todos.
El problema es que mientras los intereses sigan primando sobre los principios, va a ser difícil ver una desescalada. Pero aún así, mantener una postura crítica y razonada como la tuya ya es un buen paso en la buena dirección.