Es increíble la importancia que han adquirido en el negocio de las subastas judiciales las "divisiones de la cosa común", que hace diez años era un tipo ocasional de subasta, frente a las ejecuciones ordinarias o hipotecarias. Sin embargo hoy en día son bastante abundantes.
"Panem et circensis" es una alocución latina creada por el poeta del siglo I Juvenal que describe la práctica de los gobiernos populistas que mantienen tranquila a su población regalándole alimento y entretenimiento con fines asistencialistas.
Decíamos ayer que con la actual legislación es casi imposible participar en subastas en otras ciudades distintas de la propia, más que nada por falta de información. Imposible o, al menos muy difícil, a menos que el interesado sea el propio Tristán, quien cuenta con la colaboración activa de sus muy amabilísimos lectores.
En Madrid hay quien todavía confía en la Oficina Regional de Subastas, pero la realidad es que falla más que una escopeta de feria. Por un lado porque hay varios juzgados que, como el de la conversación reseñada, no les envían la información sencillamente porque no es obligatorio.
A estas alturas del blog es posible que una considerable mayoría de lectores sepa que la Tasación de Cargas es el cálculo que hace el secretario judicial mediante el cual deduce de su avalúo el importe de todas las cargas y derechos anteriores al embargo.
Hace unos años, cuando la crisis ni estaba ni se la esperaba un cliente le dejó una deuda de sesenta mil euros y mi amigo, que no es de los que se demoran en tomar decisiones, le demandó inmediatamente y, tras unos años de leeeeento procedimiento judicial, consiguió una sentencia favorable.
Esta mañana me he quedado de una pieza cuando por dos veces seguidas me he topado con una figura jurídica nueva o, al menos, cuya existencia yo no conocía. Ha sucedido en dos juzgados diferentes del mismo pueblo de la provincia de Madrid.
¿Y qué es lo que quiere usted?
- Pues verá, en ese procedimiento hay señalada una subasta para los próximos días y quería saber si está vigente para acercarme o no a ver el expediente.
-Pero bueno, qué barbaridad, ¿y para esa tontería llama usted a un juzgado e interrumpe el trabajo?
Ya son varios los amables lectores que, alarmados, me han pedido una explicación sobre la subasta judicial anulada por el Juzgado de Primera Instancia nº32 de Madrid por defectos en la notificación a la demandada.
En los años noventa cada subastero tenía a uno o a varios empleados que se dedicaban a recorrer todos los juzgados de la provincia viendo expedientes de subastas. Esa situación cambió en el año 2.000 cuando unos ex-subasteros tuvieron la iniciativa de contratar a un par de personas y vender la información que obtenían.
Mientras que adjudicarse un bien en subasta no sea una fácil y simple inversión sino que implique subrogarse en todos los errores y subnormalidades que se hayan podido cometer en el transcurso del procedimiento judicial, los inversores privados, que no son idiotas, van a mantenerse lejos de las subastas o van a participar en ellas solo de la mano de profesionales.
Benito andaba detrás de la subasta de un piso de su barrio por el que se le iban los ojos. El caso es que la subasta presentaba algunos inconvenientes no menores como por ejemplo que el demandado no lo tenía inscrito en el Registro de la Propiedad o que se estaba ejecutando en otro juzgado una hipoteca anterior que estaba a nombre del anterior propietario.
Existe una gran confusión acerca de las cargas preferentes en las subastas judiciales, de las que ya comenté algo.Hoy voy a tratar de centrar un poco más el asunto porque aún hay mucha gente acongojada por embargos posteriores a los que consideran preferentes por el simple hecho de ser de organismos de la Administración como hacienda o la Seguridad Social.
En los viejos tiempos, en la edad previa a las edades oscuras, poblaba el planeta una raza aún más antigua que los míticos atlantes. Se trataba de una civilización próspera y sabia, gobernada por los mejores estadistas. Su grado de desarrollo era muy superior al actual nuestro y sus avances tecnológicos hacen palidecer incluso nuestras más optimistas ilusiones.
Dos hermanas con ganas de prosperar deciden comprar un piso para alquilarlo con la genial idea de que sea el propio inquilino quien les vaya pagando la cuota mensual de la hipoteca. Pero como no tienen apenas ahorros deben hipotecar tanto la casa adquirida como la casa de sus padres, en la que ambas continúan viviendo.