La racha compradora global que impulsó a los mercados desde abril empieza a mostrar signos de agotamiento. El denominado “buy everything rally” se enfrenta a su primera gran prueba desde la primavera, con los inversores más cautelosos y los activos especulativos bajo presión.
Según la periodista Joy Wiltermuth (MarketWatch), el impulso alcista se topa ahora con un entorno más frágil, donde la fe en el crecimiento y el apetito por el riesgo comienzan a resquebrajarse.
1. De la euforia al escepticismo
El Nasdaq Composite retrocedió un 3% en la última semana, su peor desempeño desde abril, mientras el S&P 500 cayó un 1,6% y el Dow Jones un 1,2%, según datos de Dow Jones Market Data. Las ventas se concentraron en tecnología y activos especulativos, pese a que el rally desde abril había sido sólido y amplio.
El giro refleja una sensación generalizada: ya no parece un mercado en el que se puede comprar todo sin pensar. El exceso de optimismo empieza a ceder ante los temores sobre el gasto en inteligencia artificial, las valoraciones de las grandes tecnológicas y la debilidad de algunos datos económicos durante el prolongado cierre del Gobierno estadounidense.
2. El peso de la tecnología y la duda sobre la IA
El foco vuelve a situarse en las grandes tecnológicas. Los cinco gigantes —Amazon, Microsoft, Alphabet, Meta y Oracle— podrían elevar su inversión en inteligencia artificial hasta 600.000 millones de dólares en dos años, según estimaciones de LPL Financial citadas por Wiltermuth.
Aunque algunos gestores, como Bryant VanCronkhite (Allspring Global Investments), defienden que gran parte de ese gasto es productivo y estratégico, otros empiezan a cuestionar si las valoraciones actuales justifican tal nivel de inversión. La euforia por la IA ha pasado a una fase de selección natural, donde se distingue la inversión sólida de la mera especulación temática.
3. Un mercado más frágil y con menor liquidez
A esta pérdida de impulso se suma cierta tensión en los mercados de financiación a corto plazo. En octubre se observaron repuntes en los costes de financiación overnight, señales que algunos interpretan como advertencias tempranas sobre la liquidez del sistema. Aunque, como recuerda Guy LeBas (Janney Montgomery Scott), en la mayoría de los casos no hay una relación directa con la política de la Reserva Federal, los inversores comienzan a mostrarse más sensibles a cualquier signo de estrés financiero.
Incluso Bitcoin llegó a rozar brevemente un nuevo mercado bajista, y otros activos especulativos registraron caídas pronunciadas desde finales de octubre. Sin embargo, como apunta Wiltermuth, el patrón de los últimos meses ha sido claro: cada corrección profunda ha terminado siendo una oportunidad para recomprar.
4. El exceso de riesgo y el “momento de limpieza”
El comportamiento de los inversores minoristas y fondos temáticos sugiere que el mercado está entrando en una fase de depuración. “Están comprando todo lo vinculado a una tendencia, cuando es evidente que no todo tendrá éxito a largo plazo”, advierte de nuevo VanCronkhite (Allspring). El experto considera que este proceso de selección es necesario y saludable para que el mercado distinga entre “activos basura” y oportunidades reales.
El apetito por el oro, que acumula una subida superior al 50% en el año y cotiza en torno a 4.000 dólares por onza, también muestra signos de consolidación. Según Aakash Doshi (State Street Investment Management), el metal podría cerrar el año en esos niveles, reflejando su papel como refugio en un entorno de incertidumbre.
5. Perspectiva: de la complacencia al equilibrio
Históricamente, noviembre suele ser un mes favorable para la renta variable. Sin embargo, la combinación de un cierre gubernamental prolongado, la debilidad del empleo y el temor a una saturación de gasto en IA genera un contexto más inestable que en meses anteriores.
Como subraya Joy Wiltermuth, el sentimiento de mercado se ha vuelto más prudente: los inversores ya no pisan el acelerador a la primera señal de caída. Esto no implica el fin del ciclo alcista, pero sí una transición desde la complacencia hacia un escenario más selectivo y racional.
Conclusión
El mercado estadounidense entra en una nueva fase: menos eufórica, más discriminadora. La caída reciente de la tecnología no necesariamente anticipa un cambio de tendencia estructural, pero sí una maduración del rally. Los próximos movimientos dependerán de la evolución del gasto en IA, la capacidad de las grandes compañías para rentabilizar sus inversiones y la rapidez con la que se resuelva el bloqueo político en Washington.
En palabras de Wiltermuth, “ya no parece un mercado en el que se pueda comprarlo todo; los inversores vuelven a examinar qué merece realmente la pena”.