- Buenos días, ¿Eres Tristán?
- Sí, soy yo, buenos días.
- ¿Eres quien ha comprado mi casa en la subasta?
- Ah, si, yo soy. Precisamente quería hablar contigo acerca de eso
- Soy Pepe Bocanegra y te llamo por la nota que me he encontrado en el buzón sobre la subasta y no se qué mierdas más. Que sepas que como vuelvas a acercarte por aquí o trates de contactar con nadie de mi familia o hables con los vecinos te voy a partir la cara, pedazo de cabrón y te voy a poner una demanda por acoso que se te va a encender el pelo, subastero de mierda.
Y colgó, sin darme tiempo para replicar.
Existen pocas cosas más irritantes que el que te cuelgue el teléfono un gilipollas después de amenazarte o insultarte y sin dejarte la posibilidad de corresponder a sus insultos con más y peores insultos. Te quedas con la tentación de devolverle la llamada solo para mandarle a tomar por culo y sentirte mejor.
Sin embargo no lo he hecho. Ahora mismo vive en mi propiedad y sería una estupidez cabrearle aún más.
La cosa viene porque, como siempre que me acabo de adjudicar una subasta, he tratado de contactar con el demandado y, tras varios intentos infructuosos, finalmente he decidido dejarle una breve y cortés nota en su buzón. Por lo visto no le ha gustado el detalle. No importa, lo intentaré de nuevo más adelante.
Pero me pregunto si este amenazante fantoche que hoy no ha querido saber nada de mí no se convertirá en un tímido cervatillo cuando llegue el día D.