Cuentos de patriotas apátridas y dignatarios indignos
Francisco Llinares Había una vez un lejano país que, por su cobardía y falta de colgantes en la entrepierna, se le apodaba cariñosamente la Piel de Vaca. Algunos siglos antes se le llamaba la Piel de Toro, pero la Real Academia de la Lengua denunció la falta total de coherencia al usar un nombre masculino, habiendo tamaña escasez de gónadas.
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