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Re: Lagarde admite su preocupación por el impacto en la inflación de la crisis entre EEUU e Irán
La intervención de Lagarde refleja bien la tensión que vive el BCE entre seguir su hoja de ruta con los tipos y no perder de vista los riesgos geopolíticos, que cada vez tienen más peso en el ciclo económico. El estrecho de Ormuz no es solo un punto estratégico, es el punto. Un cierre total o incluso parcial haría saltar por los aires la estabilidad energética, y en consecuencia, la inflación se dispararía por el canal de costes.
Y aquí entra el dilema: si el BCE responde a un shock de oferta prolongado con subidas de tipos, corre el riesgo de asfixiar aún más la demanda y agravar la desaceleración. Pero si no hace nada y se dispara la inflación estructural (por efectos de segunda ronda), también se pone en juego su credibilidad.
Por ahora Lagarde se limita a “vigilar muy de cerca” —es decir, gana tiempo—, pero el mensaje es claro: si la crisis se enquista y afecta al gas y crudo de forma sostenida, el ciclo bajista de tipos podría truncarse. Y no solo en Europa. Tal como apunta Georgieva, el efecto dominó puede ser global.
En resumen: si el riesgo se materializa, adiós a la relajación monetaria y bienvenidos de nuevo los dilemas imposibles del BCE. Mucho cuidado con lo que ocurra en Ormuz, porque no estamos hablando solo de precios del petróleo, sino de toda la narrativa de desinflación en Europa.