Pongo este artículo porque me parece muy interesante lo que dice esta mujer (leer la parte en negrita)
Schnabel (BCE) aboga por no bajar los tipos y advierte de que las subidas podrían llegar “antes de lo que muchos creen”
Los halcones toman posiciones en el nido del Banco Central Europeo. Con la inflación escalando en agosto una décima hasta el 2,1%, y los tipos de interés en el 2%, el sector más contrario a las rebajas del precio del dinero ha dicho basta. Y el mercado les sigue la corriente: los futuros conceden solo un 1% de posibilidades a que Fráncfort recorte los tipos en su reunión del 11 de septiembre. Y no ven ninguna bajada a corto o medio plazo. Un cambio de tendencia frente a lo que ocurría hace algunas semanas, cuando todavía se anticipaba que los tipos podrían estabilizarse un escalón más abajo, en el 1,75%.
Por el contenido de sus habituales apariciones públicas, la alemana Isabel Schnabel, miembro del comité ejecutivo del BCE, bien podría considerarse el portavoz de ese ala más ortodoxa: en una entrevista a Reuters publicada este martes recalca que la política monetaria actual es “moderadamente expansiva”, y por lo tanto, no ve motivos para reanudar las rebajas de tipos. Todo lo contrario: “Un mundo más fragmentado, con una oferta global menos elástica, un mayor gasto fiscal y sociedades envejecidas, es un mundo con mayor inflación”, señaló. “Por lo tanto, creo que el momento en que los bancos centrales de todo el mundo vuelvan a subir los tipos de interés podría llegar antes de lo que muchos creen”.
Las proyecciones del BCE señalan que los precios todavía tienen margen para seguir cayendo en la zona euro. Su inflación media prevista es del 1,6% para 2026 y del 2% en 2027. La teoría dice que ese respiro debería centrar el debate entre dos opciones: mantener los tipos como están, o hacer algún recorte mínimo. Sin embargo, Schnabel lleva la contraria a ese escenario, y cree que los riesgos de un repunte inflacionista son mayores. “Sigo creyendo que los aranceles tienen un efecto inflacionario neto. [...] Si se produce un aumento global de los precios de los bienes debido a los aranceles, y este se propaga a través de las redes de producción globales, esto incrementará las presiones inflacionarias en todas partes”, argumenta.
Hasta ahora, el Eurobanco ha dejado entrever que los aranceles solo tendrían efectos inflacionistas para EE UU, mientras que sus efectos serían más inciertos para la zona euro, pudiendo provocar incluso una mayor desinflación al reducir el crecimiento y enfriar la economía. Solo contemplaba un aumento de precios en Europa si Bruselas se zambullía en una política de represalias imponiendo tarifas a Washington, algo que no ha ocurrido.
La germana analiza la realidad desde otro prisma. “Al observar los precios de venta de las empresas, no se observa ningún indicio de presiones desinflacionarias, ni en el sector manufacturero ni en el de servicios”. Además, recuerda que la inflación de los alimentos se encuentra en su nivel más alto desde marzo del año pasado, impulsada en parte por fenómenos meteorológicos extremos. Ese dato es particularmente preocupante, porque la cesta de la compra “influye en las expectativas de inflación de los hogares”.
Las estadísticas más recientes tampoco ayudan al sector paloma del banco a contradecir a Schnabel: la inflación de agosto rebasó la cota del 2% por primera vez desde abril, lo cual podría empujar al banco a extremar la prudencia y ponerse en modo esperar y ver.
En medio de un comportamiento de la eurozona mejor de lo esperado por el “sólido crecimiento de la demanda interna”, Schnabel atisba la posibilidad de un sobrecalentamiento por el significativo impulso fiscal que planea su país con la inversión en infraestructuras y defensa. El Ejecutivo de Friedrich Merz triplicará el gasto militar hasta llegar al 3,5% del PIB en 2029 para hacer frente a la amenaza rusa.
Divergencia con la Fed
El parón del BCE en los tipos de interés que anticipan todos los indicadores contrasta con el cambio de actitud en la Reserva Federal, algo en parte lógico teniendo en cuenta que el primero ha reducido el precio del dinero dos puntos en los ocho recortes que ha llevado a cabo en poco más de un año, mientras la Reserva Federal solo ha retrocedido un punto en tres rebajas.
Ese desacople ha roto con el tradicional seguidismo que el BCE ha mantenido con la Fed, a la que solía imitar tanto en las subidas como en las bajadas. Y le ha servido a Fráncfort para marcar perfil propio en su política monetaria. “Hemos demostrado en los últimos años que podemos gestionarla con independencia de la Fed, incluso si las políticas de esta influyen en nuestras decisiones”, destacó Schnabel.
Ese impacto que viene del otro lado del Atlántico se traduce sobre todo en los movimientos de los tipos de cambio. La debilidad del dólar amenaza con recrudecerse si Jerome Powell y los suyos abren un ciclo de rebaja de tipos. Y un euro más fuerte, en teoría, actúa como una fuerza desinflacionaria para Europa, porque compra el gas, el petróleo y otros bienes en el exterior más baratos. Schnabel resta importancia a ese factor. “Es factible que, en el actual contexto de robusta demanda interna, el traspaso del tipo de cambio a los precios al consumidor sea menor que el previsto”, sostiene. Es decir, cree que las empresas no abaratarán sus productos aunque los compren más baratos porque no lo necesitan ante la alta demanda.