Hasta la fecha, la guerra comercial entre EEUU y China ha tenido, sobre todo, consecuencias en los mercados financieros. Los disparatados aranceles entre ambas potencias han vapuleado las bolsas mundiales y los mercados de bonos, pero la economía apenas ha sentido el 'pellizco' (por ahora). Sin embargo, las empresas y los analistas ya han empezado a atisbar la tormenta en el horizonte y no pinta nada bien: estanterías vacías en los comercios, inflación y recesión son los tres componentes de esta tormenta que se cierne sobre la economía real de EEUU.Además, esta compleja coyuntura tiene otra cara (la otra cara de la moneda), China ha empezado a reducir la producción de sus fábricas, lo que está dejando a una parte de los empleados chinos sin trabajo (con menos horas de trabajo, al menos). La guerra comercial está ya dañando la economía real de las dos potencias más grandes del mundo, lo que sin duda hará mella en el PIB global.La guerra comercial de Donald Trump contra China, que arrancó ya en febrero con un primer arancel del 10% por no cooperar contra el tráfico de fentanilo, acumula ya un incremento arancelario de hasta el 145%. Aunque es cierto que estos movimientos han sacudido a Washington y Wall Street, el verdadero impacto está a punto de sentirse en las tiendas y supermercados de todo EEUU.Gigantes del retail como Walmart, Target y Home Depot advirtieron recientemente a Trump de que, si la situación persiste, los estadounidenses encontrarán estanterías vacías y precios más altos, especialmente a partir de mediados de mayo, cuando miles de empresas necesitarán reponer inventarios.El economista jefe de Apollo Management, Torsten Slok, ha llegado a advertir de "escasez similar a la del covid" y de un posible "desplome del empleo" en sectores como el transporte, la logística y el comercio minorista. "Veremos pronto estanterías vacías", asegura este experto. Las 'salidas en blanco' (cancelaciones de las travesías) de grandes buques portacontenedores chinos con dirección a EEUU, así como las imágenes de algunas de estas embarcaciones zarpando casi vacías, empiezan a ser el primer indicio.Según Bloomberg, las importaciones procedentes de China podrían haber caído ya hasta un 60%, un descenso que aún no ha llegado del todo al consumidor, pero que empezará a notarse de forma drástica en cuestión de semanas. La parálisis ya es visible en los puertos: el número de barcos que zarpan desde China hacia EEUU ha caído un 40% desde principios de abril, según datos recopilados por la agencia de noticias financieras.Las compañías navieras, como Hapag-Lloyd, han reportado cancelaciones de hasta un 30% en las reservas de carga procedente de China, mientras que los exportadores en Vietnam, Tailandia y Camboya intentan suplir una parte de la demanda. Sin embargo, la magnitud del vacío logístico es tal que las estanterías podrían quedarse desabastecidas hasta Navidad, advierte el informe, según destaca la información publicada por la prestigiosa agencia norteamericana.Al otro lado de la ecuación, China, las cosas tampoco están mucho mejor. Las empresas han empezado a reducir su producción y su demanda de factor trabajo, lo que no presagia nada bueno: "Conozco varias fábricas que han ordenado a la mitad de sus empleados que se vayan a casa durante unas semanas y han paralizado la mayor parte de su producción", declara Cameron Johnson, socio principal de la consultora Tidalwave Solutions, con sede en Shanghái en declaraciones a la CNBC."Aunque aún no es a gran escala, está ocurriendo en los principales centros de exportación de Yiwu y Dongguan, y existe la preocupación de que se extienda", añadió Johnson. "Existe la esperanza de que se bajen los aranceles para que se puedan reanudar los pedidos, pero mientras tanto, las empresas están dando licencias a sus empleados y paralizando parte de la producción". Por ahora, el daño parece estar ya hecho, al menos parcialmente.En EEUU, "existe un temor fundamental de que estemos al borde de volver a condiciones como las de 2021 o 2022, donde la inflación está descontrolada y los costos están en la mente de todos", ha declarado el presidente de la Reserva Federal de Chicago, Austan Goolsbee, al Club Económico de Nueva York la semana pasada. Los fabricantes le dicen a Goolsbee que "quizás esto nos lleve de vuelta a la experiencia de 2020, con interrupciones en el suministro y sin poder conseguir componentes", ha añadido el funcionario.Altos funcionarios económicos de la Casa Blanca creen que la pandemia expuso una amenaza a la seguridad nacional -la fragilidad de las cadenas de suministro manufactureras estadounidenses-, algo que ya se cavilaba durante la administración Biden. La diferencia radica en que la administración Trump afirma que el impacto justifica una política arancelaria agresiva. Es una especie de 'garrote' para incitar a las empresas a producir en el país. Sin embargo, la pandemia también expuso el daño económico que puede ocurrir cuando los fabricantes no pueden obtener insumos clave del extranjero y no existe capacidad nacional para sustituirlos. Los aranceles amenazan con que se repita la situación.El daño ya está hechoIncluso si Trump suavizase los aranceles en las próximas semanas, la reactivación del comercio traería nuevos problemas. "Habrá un colapso en los puertos y en el transporte por carretera y ferrocarril, generando retrasos y cuellos de botella", advirtió Lars Jensen, CEO de Vespucci Maritime. Los puertos están diseñados para flujos estables, no para interrupciones y reinicios masivos como los que se avecinan si hay una tregua comercial.El momento del impacto no podría ser peor. Abril es el mes en el que los proveedores empiezan a embarcar mercancías para la temporada de 'vuelta al cole' y Navidad. El fabricante de juguetes Basic Fun, que vende a Amazon y Walmart, se encuentra "paralizado", según su CEO Jay Foreman, quien calificó los aranceles como un "embargo de facto". Foreman advirtió que si el bloqueo comercial persiste unas semanas más, los clientes empezarán a cancelar pedidos de forma masiva.El efecto dominó será difícil de contener. La Organización Mundial del Comercio advirtió que el comercio bilateral entre China y EEUU podría caer hasta un 80%, mientras que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, calificó la situación de "embargo comercial en toda regla". Bloomberg estima que las importaciones caerán a un ritmo anualizado del 7% en el segundo trimestre, la mayor caída desde el inicio de la pandemia.Los aranceles supondrán un shock negativo para la oferta de EEUU, que ralentizará el crecimiento de la productividad y la producción de forma permanente y aumentará las presiones sobre los precios temporalmente, se alertó ya desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) a los periodistas hace unos días, en el marco de la presentación de sus últimas previsiones. Junto con un crecimiento más débil, la inflación será de aproximadamente el 3% este año en EEUU, aproximadamente un punto porcentual por encima de las estimaciones de enero, agregó el organismo.Commerzbank: "Si ninguna de las partes (EEUU o China) cede, la economía estadounidense se enfrenta a un grave shock de oferta negativo""Debido a los cambios arancelarios, la economía estadounidense se enfrenta a un importante shock de oferta, lo que pone a la Fed en una posición difícil. ¿Debería incluso reaccionar -la política podría cambiar esta misma semana- y a cuál de los dos efectos opuestos del aumento de los aranceles (precios más altos, crecimiento más bajo) debería darse más peso en la evaluación?", se preguntan los analistas de Danske Bank. "Hasta ahora, la Fed se ha mantenido paciente en su valoración, y esperamos que esta postura se mantenga hasta junio, cuando prevemos el próximo recorte de los tipos de interés en 25 puntos básicos", se responden ellos mismos. Este escenario puede hacer que Trump vuelva a revolverse contra el banco central, empeorado la situación tras su rápido recule con la idea de despedir a Jerome Powell.Aunque de momento Trump ha dejado en paz a Powell y está mandando señales claras de querer negociar con China, la carrera de fondo con Pekín pone a los analistas en una tesitura notablemente pesimista, lo que puede dejar en algo más que una anécdota las fotografías de estantes vacíos en los supermercados."Al igual que el gobierno estadounidense, es probable que los líderes chinos vean el conflicto comercial como un conflicto entre el Estado y los sistemas sociales. Esto significa que la cuestión de quién cederá primero se reduce a qué lado está dispuesto a infligir más daño a su propia economía. Llámenme terco, pero considero fundamentalmente peligroso apostar contra la disposición de China a sufrir y hacer sacrificios. Sin embargo, si ninguna de las partes cede, la economía estadounidense se enfrenta a un grave shock de oferta negativo, mientras que el resto del mundo se enfrenta a uno positivo", remacha Ulrich Leuchtmann, analista de Commerzbank.El colapso comercial entre China y EEUU genera un efecto dominó imparable: "Veremos estanterías vacías en pocas semanas"