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Re: Grifols (GRF): siguiendo de cerca la acción
Grifols enfrenta un momento con signos positivos pero también con desafíos que no se pueden pasar por alto. Por un lado, la empresa ha anunciado una inversión de 160 millones de euros para ampliar su planta de fraccionamiento de plasma en Lliçà de Vall (Barcelona), lo que supondría doblar su capacidad de tratamiento en Europa. Este proyecto, con inicio de operaciones previsto para 2030, refuerza su apuesta industrial y la relevancia del negocio de hemoderivados en su estrategia a largo plazo.
Además, la compañía presentó resultados del cuarto trimestre de 2023 que superaron estimaciones: los ingresos crecieron más de un 10 % en moneda constante, el EBITDA ajustado mejoró hasta el 24 % de margen, y logró pasar a flujo de caja libre positivo en la segunda mitad del año, factores que ayudan a restaurar cierta credibilidad tras periodos complicados. También completó una emisión de bonos por 1.300 millones de euros para refinanciar vencimientos y mejorar su liquidez, lo que fue bien recibido porque alivia presiones de corto plazo sobre el balance.
Dicho esto, los “peros” siguen siendo muy relevantes. La deuda de Grifols sigue siendo muy elevada para una empresa de su tamaño y sector, lo que significa que el coste financiero y el riesgo asociado al apalancamiento continúan siendo focos de atención. Por otro lado, la caída de un posible acuerdo de adquisición con Brookfield Asset Management, tras meses de negociación, generó una fuerte pérdida de valor y puso de manifiesto que el mercado no está dispuesto a pagar un “premium” elevado sin visibilidad clara de la mejora operativa.
En mi opinión, Grifols representa una apuesta de medio-largo plazo más que de entrada rápida. Si consigue ejecutar bien los proyectos industriales anunciados, reducir deuda y estabilizar generación de caja, tiene recorrido. Pero hasta que esos hitos se materialicen, sigue siendo una acción con perfil de riesgo elevado, que requiere paciencia y tolerancia a la incertidumbre.