Recordaréis que hace tres meses el iluso de Tristán estaba feliz pues le habían dictado el Decreto de Adjudicación en menos de un mes y éste ya estaba siendo notificado. El muy crédulo se felicitaba de que aún quedaran juzgados cuyos titulares se tomaran en serio el "servicio" al ciudadano y a la Justicia... paparruchas.
El muy pardillo ha chocado esta mañana con la triste realidad de los empleados públicos de los juzgados españoles: desinterés, pereza, desidia, holgazanería, apoltronamiento, haraganería, molicie, somnolencia, ociosidad, falta de amor por el trabajo bien hecho, y los omnipresentes moscosos, muchos moscosos.
Resulta que, informado de que el decreto por fin había sido notificado con éxito, ha acudido al juzgado con la esperanza de que ya estuvieran también listos los Mandamientos de Cancelación. El pobre hasta llevaba en la cartera el dinero para liquidar en Hacienda el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales, tan seguro estaba de que todo iba a ir bien. Además el propio Tristán también había hecho su propio trabajo con rapidez y esmero y la vivienda no solo ya estaba vacía sino que su venta había sido afianzada y actualmente solo faltaba que también estuviese inscrita para que el dinerito entrase limpiamente en la buchaca.
Efectivamente en el juzgado todo estaba listo y terminado y solo faltaba el visto bueno de la nueva secretaria. ¿Nueva secretaria? Uy, uy, uy que yuyu me da eso, ha pensado el malpensado, acostumbrado a las siempre titubeantes e indecisas sustitutas. Pero de titubeante e indecisa nada de nada, esta nueva secretaria judicial ha venido con mando en plaza y, toda resuelta, le ha comunicado que el Decreto de Adjudicación había sido redactado con errores fatales, que hay que hacer una adición y, lo peor de todo, que tiene que volver a ser notificado al procurador y al demandado. ¿Otros tres meses?
¿Qué ha pasado para que el mundo se haya vuelto del revés y ahora todo se vea negro? Muy sencillo, que la retrasada mental de la empleada judicial había redactado el decreto sin mencionar las cantidades adeudadas, ¿a quien le cabe en la cabeza?, y la anterior secretaria, esa a la que Tristán puso por las nubes en el mencionado post de mayo, le dio el visto bueno sin mirar siquiera el documento.
Lamentablemente esta situación no es la excepción sino la regla en una gran parte de los juzgados y cada vez va a peor. Que los registradores de la propiedad rechazasen inscribir un título judicial por errores era hace 15 años una situación ocasional, pero ahora sucede en el 30% de las ocasiones.
Este blog tiene varios lectores que enseguida saltan en cuanto digo lo que pienso de algunos funcionarios. Hay alguno que incluso intenta demostrar con estadísticas que la productividad de los funcionarios es muy superior a la del resto de los mortales, o sea que trabajan más y mejor. Muy lejos de eso, yo, que llevo veinte años trabajando con y dependiendo del trabajo de los funcionarios de Justicia, sostengo que el trabajo de muchos de ellos es bastante deplorable. Aunque no el de todos. Aún sostengo mi tesis de que todavía quedan héroes que resisten la marea de dejadez.
Por ahora dejémoslo ahí.