Escribo estas líneas desde mi retiro vacacional del norte de España, entre la montaña y la playa, a orillas del cantábrico. Lejos queda el mundanal ruido de los funcionarios judiciales malencarados, los registradores metidos a legislar, la persecución implacable del fisco y la nauseabunda presencia de okupas en nuestras propiedades.
Y por supuesto, también quedan lejísimos las añagazas de políticos y periodistas afines para okupar nuestras existencias como si fueran lo más importante de nuestra vida. No lo son. De hecho podemos vivir perfectamente como si los políticos no existieran. Para mi, hoy, no existen.
Durante el próximo mes y medio para mi solo existen el mar, la montaña y los magníficos restaurantes asturianos.
Y bueno, también el curso Triunfa con las Subastas, a cuyos alumnos les atiendo todos los días del año. No solo no me molestan sino que me encanta seguir en contacto con ellos.
Pero hubo un momento, justo el día que tenía proyectado iniciar el viaje hacia el norte en que ocurrió lo que cuento en este vídeo de YouTube:
La existencia de okupas es fantástica desde el punto de vista de los inversores inmobiliarios oportunistas. Obliga a los bancos y grandes fondos tenedores de miles de viviendas a venderlas a precios muy atractivos. Igualmente, la existencia de okupas en una vivienda que se subasta es fantástica porque expulsa de la misma a los temerosos inversores no profesionales.
Los okupas son una maldición para la sociedad pero una gran oportunidad para que los inversores podamos comprar muy barato.
Pero siendo como son la clave para poder comprar barato si sabemos cómo hacerlo, lo cierto es que el contacto con ellos es nauseabundo y estresante. No quiero ni pensar cómo debe ser convivir con esta gentuza en un edificio comunitario. Por lo que me cuentan sus vecinos el infierno es menos malo.
Y a ti, amigo, ¿qué tal te caen los okupas?