El precio de la vivienda, como el de cualquier otro bien de mercado no regulado, depende de la oferta y de la demanda. Antes de 2008 había una demanda extremadamente alta por motivos especulativos y de aumento de la población, lo que superó la alta oferta y los precios subieron. Ahora tenemos una oferta muy baja de vivienda, ocasionada por una regulación asfixiante, falta de mano de obra, falta de suelo disponible, lentitud en la tramitación de los permisos, y una demanda alta por el aumento de la población debido a la inmigración, por lo que los precios suben. Son dos situaciones completamente diferentes, pero el resultado es el mismo. Sólo podría caer el precio de la vivienda si hubiera una grave crisis económica y dejaran de llegar inmigrantes o incluso abandonaran el país, como ya sucedió tras el 2008. Sin embargo ahora no hay el componente especulativo de antes, con lo que la caída del precio sería notablemente inferior, más probablemente sólo un estancamiento del precio.