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"La independencia, igual que el honor, es una isla rocosa sin playas"

Napoleón Bonaparte

 

He de confesar que, desde una correduría pequeñita de provincias, se tiene la sensación de que algunas compañías de seguros no entienden qué es un corredor. O, tal vez, sí lo entienden y no les gusta.

Escucho con frecuencia que se refieren a nosotros como “nuestros corredores” o “socios de negocio” cuando somos clientes mayoristas.

Me fatiga y, además, me causa estupor, enfrentarme al estudio de una Carta de Condiciones que es un contrato de adhesión agencial en el que el corredor no tiene voz ni voto más allá del “sí quiero”. Parecen unas capitulaciones matrimoniales. ¿Quién se queda el patrimonio, quien los niños? ¿Hay o no pensión alimenticia?

La Ley 26/2006 ordena que el corredor opere “sin mantener vínculos contractuales”. Pero hojas y más hojas imponen reglas de adhesión, aunque una de las partes tiene el exclusivo deber legal de representar al cliente con independencia. El asegurador debería comprender que está ante un cliente mayorista y desplegar un panel de buenos productos y buenas prácticas. No debería adoptar una actitud más propia del capataz de una plantación algodonera.

Por ello hallar en una Carta de Condiciones expresiones que intentan someter al corredor debe considerarse un grave error de comprensión, no solo del papel del corredor. También falla el respeto al cliente, quien optó por un profesional independiente que pudiera ofrecerle la mejor solución al tratamiento de sus riesgos, sin vinculaciones ajenas.

Pretender que sobre el negocio del corredor penda, cual espada de Damocles, el riesgo de pérdida de la cartera de pólizas - sudada por el corredor - si la compañía interpreta que el corredor no tiene suficiente “interés” en sus propuestas es un contenido tóxico, inaceptable, sin tener ni idea de si la oferta será en el futuro idónea, ni competitiva, ni cualitativamente aceptable en su ejecución. Además, ese “interés” ¿es holístico? Si el corredor cuenta con especializaciones o preferencias en líneas de seguros concretas ¿es motivo de pérdida de la cartera no dedicarle “interés” a productos estratégicos para el asegurador? ¿Condicionará el asegurador el negocio del corredor? ¿Hay vinculación si sucede tal cosa?

Entendedme: si, como corredor, dejo de ser independiente en mi criterio me convierto en un fraude ante mis clientes. 

¿Y qué decir si, además, incorpora una Carta de Condiciones algún tipo de represalia añadida en términos de imposibilidad de interactuar con el asegurador con eficiencia para poder cumplir con el deber previsto en el artículo 26·3 de la Ley 26/2006? Nótese que este obliga al corredor a “durante la vigencia del contrato de seguro …, en caso de siniestro, a prestarles su asistencia y asesoramiento.”  Para el legislador no es lo mismo “asistencia” que “asesoramiento” y si bien se puede asesorar sin acceso a datos, sin interlocutores y medios materiales con que obtener información, aportarla, documentar, comentar, etc resulta imposible “asistir” a ese cliente sin estos. Un mero acceso para consultas no resuelve la obligación legal del corredor y, además, perjudica al mutuo cliente.

En ciertos momentos de la vida toca decidir entre tener o ser. Operar con actores que respetan nuestra independencia en beneficio de nuestros clientes es clave. Renunciar a la misma supone vaciar la esencia misma del corredor y, además, exponer nuestro negocio a la más severa de las sanciones previstas en la Ley, aunque sea por supervivencia.

Deseo de todo corazón que nunca lleguemos a ver una Carta de esas. Al menos en mi correduría no la habrá.

 

 

 

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  1. en respuesta a Fernan2
    -
    #2
    20/06/19 14:47

    Además, querido Fernando, nadie pone un botón nuclear si : a) no piensa usarlo bajo ningún concepto y circunstancia o b) no quiere usarlo para coartar la toma de decisiones del otro.

    La lógica y la ética llevan a no poner tal cosa si no se dan las anteriores premisas.

    Un abrazo

  2. Top 25
    #1
    20/06/19 14:35

    Alguno debería ver la película "Mickey ojos azules"... se empieza cediendo un poquito, y a la que te das cuenta estás de mierda hasta el cuello