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En el post anterior   http://www.rankia.com/blog/analisisbolsa/2976746-vivir-rentas,  había comentado un tema en el que todos hemos pensado alguna vez que es vivir de rentas. La idea de ahorrar es buena pero intentaba explicar que no se trata solo de hacer lo conveniente sino de hacer lo más conveniente. Se trataba de distinguir entre entre la época de ahorrar y la de percibir las rentas, como decía, era la labor del labrador y separar los conceptos de la siembra de la cosecha. Todo ello desde el punto de vista del análisis teniendo en cuenta la capacidad de ahorro, datos macroeconómicos y viéndolo desde el punto de vista fiscal.

Este otro post  prescinde de datos económicos y reflexiona sobre el punto de vista humano y conciliar la búsqueda de un futuro bienestar con la vida diaria y familiar. En ningún momento pretende contradecir el anterior, solo lo contempla bajo otra perspectiva. Principalmente se trata de ver que hay vida antes de “vivir de rentas”. El ahorro es obligatorio de hacer, o de intentarlo al menos, y va fuertemente ligado a mi manera de pensar pero siendo conscientes de cómo lo hacemos.

El ejemplo que se suele poner es intentar ahorrar al máximo y en muchos casos sacrificar un presente seguro por un futuro probable. Tenemos unos límites a nuestras vidas y su final suele acercarse a esos límites pero no hay ninguna garantía de que eso sea así y la vida puede acabarse en cualquier momento, por lo que los grandes sacrificios pueden llegar a ser estériles.

Deberíamos de tener en cuenta algunos factores:

La situación real. Se ha de partir de una base sólida y conocer cuál es la cantidad que puede ser un objetivo sin alterar la vida cotidiana por lo que no puede ser una meta definitiva. Se ha de conocer nuestro lugar en el mercado y los medios de los que disponemos. La idea que tenemos de nosotros mismos dirigirá la acción y el sesgo de nuestras ideas o creencias. Sobre todo que vamos a sacrificar ahora a cambio de una recompensa futura. Sabiendo cómo funciona el mercado y de que cantidad podemos disponer sin llevar la vida de Diógenes, tendremos una idea más realista que la que da una hoja Excel que contempla incrementos anuales con un determinado tipo de interés, el papel lo soporta todo.

Los deseos. Los deseos pueden ser demasiado elevados y superar la situación real. Muchas veces los deseos no provienen del objeto o situación deseada sino de la imagen que proyecta y muchas veces es una imagen ficticia creada expresamente. De eso ya se encarga la sociedad de consumo.Se trataría de ver si la situación es tan deseable como aparenta o simplemente es un deseo magnificado. La carencia de deseos nos lleva a la falta de voluntad y la proliferación de deseos nos lleva a una insatisfacción permanente. Los deseos nos los facilita el márquetin de la sociedad.

Un objetivo importante es la acumulación de conocimientos. El dinero se acumula, va y viene, pero el conocimiento es tendencial y en aumento. La eficacia en una gestión no es un mero conocimiento de cómo hay que hacerlo sino que es un hábito. Se consigue con el  sentido común o del “sentido de la realidad” como lo llamaría Isaiah Berlin, y de no perderse con el ruido diario como alguien que no recuerdo dijo ¿Dónde está la sabiduría que se perdió con el conocimiento? ¿Dónde está el conocimiento que se perdió con la información?

La forma de vivir de los países desarrollados exige demasiadas cosas (tiempo, dinero, seguridad) y así creen que serán felices. Los orientales prefieren invertir el deseo: primero ser, después hace y, por último, tener. Si llegas a ser el que eres, podrás hacer lo que debes y solo así tendrás lo que deseas. De aquí que es mas importante el ser que tener. Se puede Ser y tener, no es incompatible

Con la sabiduría del conocimiento y el sentido común se obtiene un capital intangible con el que es más fácil el camino para vivir de rentas.

Quizás lo importante  no es llegar ni cuando, sino el viaje. Muchas personas no han sido más felices cuando han conseguido un gran premio sino cuando lo buscaban, cuando profundizaban en su consecución;  como decía el poema de Cavafis

Cuando emprendas tu viaje a Itaca  pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano en que llegues -¡con qué placer y alegría!- a puertos nunca vistos antes. Detente en los emporios de Fenicia y hazte con hermosas mercancías, nácar y coral, ámbar y ébano y toda suerte de perfumes sensuales, cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas. Ve a muchas ciudades egipcias a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino sin aguantar a que Itaca te enriquezca. Itaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya qué significan las Itacas.

Lo importante no es ser cazador, sino ir de caza. La vida es un tránsito entre el nacimiento y la muerte y escogemos el camino que puede ser una autopista en el que solo cuenta el origen y el destino, la unión de los dos puntos. También se puede escoger un camino donde hay paisajes bonitos y rincones donde reposar tranquilamente.

Por ello creo que hay vida antes de poder “vivir de rentas”. Algo así como aquello de  “nadar y guardar la ropa”.

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  1. #2
    13/10/15 22:09

    Hay una historia muy bonita sobre este tema

    Un acaudalado hombre de negocios estaba pasando sus vacaciones
    en un pueblo costero. Y una mañana, andando a paso
    acelerado por la playa, advirtió la presencia de un pescador que
    regresaba plácidamente con su destartalada barca.
    —¿Has tenido buena pesca? —le preguntó con seriedad.
    —Buenos días, amigo —le contestó el pescador. Y, sonriente,
    le mostró las tres piezas que había pescado—. La verdad es que
    el mar ha sido generoso conmigo —añadió al cabo.
    El hombre de negocios, incrédulo, echó un vistazo a su reloj
    y le espetó:
    —Todavía es muy temprano. ¿Cuánto tiempo has estado
    pescando?
    —Solo un ratito.
    Tras una breve pausa, el hombre de negocios le dijo:
    —Supongo que volverás a salir, ¿no?
    Extrañado, el pescador le preguntó:
    —¿Volver a salir? ¿Para qué?
    —Pues para obtener más pescado —respondió el hombre de
    negocios, que lo consideraba algo obvio.
    —¿Y qué haría con él? ¡No lo necesito! Con estas tres piezas
    tengo suficiente para alimentar a mi familia —afirmó el pescador.

    El hombre de negocios soltó una enorme carcajada y le replicó:
    —Mejor entonces, porque así podrías venderlo.
    —¿Venderlo? ¿Para qué? —preguntó el pescador, desconcertado.

    —Para tener más dinero.
    —¿Más dinero? ¿Para qué?
    —Para cambiar tu vieja barca por una nueva, mucho más
    grande y bonita.
    —¡Pero si mi barca cumple su función perfectamente! ¿Para
    qué querría cambiarla?
    —Para poder pescar mayor cantidad de peces en menos horas.
    —¿Pescar más peces en menos horas? ¿Para qué?
    —Así podrías contratar a algunos hombres.
    —¿Contratar algunos hombres? ¿Para qué?
    —Para que pesquen por ti.
    —¡Pero si a mí me encanta pescar! ¿Para qué querría que
    otros pescaran por mí?
    —Para ser rico y poderoso.
    El pescador, sin dejar de sonreír, no acababa de entender la
    mentalidad de aquel hombre de negocios. Sin embargo, volvió
    a preguntarle:
    —¿Rico y poderoso? Lo siento, amigo, pero no le veo el
    sentido.
    —Déjame que te lo explique. Sin duda alguna, esta es la mejor
    parte —asintió—. Al convertirte en un hombre de negocios
    rico y poderoso, podrías pasar más tiempo con tu familia y
    descansar cuando quisieras.
    El pescador lo miró con una ancha sonrisa y le dijo:
    —Eso es precisamente lo que voy a hacer ahora mismo.

  2. Top 100
    #1
    13/10/15 01:00

    Ya lo dijo Machado:

    Caminante, son tus huellas
    el camino y nada más;
    Caminante, no hay camino,
    se hace camino al andar.
    Al andar se hace el camino,
    y al volver la vista atrás
    se ve la senda que nunca
    se ha de volver a pisar.
    Caminante no hay camino
    sino estelas en la mar.

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