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Manos Fuertes vs Manos Débiles - jugando al mismo juego que el Gran Capital

Las acciones son los bienes más extraños que existen: cuanto más caras están, más demanda tienen. En épocas de rebajas, sin embargo, no las quiere nadie. Este tópico bursátil, es una verdad a medias porque en época de rebajas todo el mundo quiere comprar acciones, el problema es que nadie se atreve a hacerlo.

Podéis ver en los comentarios del post de ayer, o por la práctica totalidad de foros de bolsa que hay por internet, inversores que han identificado empresas de alta calidad, con buena rentabilidad por dividendo y que se venden muy baratas pero que no las compran por si mañana están más baratas. Esto es algo que me pone de los nervios, sobre todo porque no tengo liquidez para poder comprar esas mismas empresas.

El problema, esta vez, es la avaricia. Curioso que, en mitad de fuertes caídas, sea la avaricia y no el miedo la que nos haga cometer errores.

Cuando valoramos una acción utilizando un modelo de descuento de flujos, es imprescindible utilizar una tasa de descuento o “r” que actualice los flujos de caja futuros a valor presente. Dicha tasa de descuento deberá reflejar tanto el riesgo de la inversión como el retorno esperado de la misma (se puede decir muchas más cosas, pero no es mi intención debatir sobre la “r”). Personalmente me centro siempre en el retorno esperado. Esto es, si una acción tiene un riesgo elevado y debo aumentar la “r”, directamente no la compro por exceder mi perfil riesgo. Por eso, utilizo una tasa de descuento que satisfaga mi objetivo de rentabilidad de la inversión, siempre por encima del 8% de objetivo anual para tener margen de error.

Por tanto, cuando una acción se vende a un precio tal que es muy probable que, incluso con un cierto margen de error, me dé un retorno anual satisfactorio, la compro. Sin más. La compro porque sé que a largo plazo es muy probable que sea una inversión que cumpla con todos mis requisitos de riesgo y rentabilidad. La compro porque su descuento es muy atractivo y suficiente para mí. Raras veces se pueden comprar acciones de alta calidad a buen precio y, precisamente por eso, cuando se encuentra una oportunidad hay que lanzarse a por ella.

Sin embargo, muchas veces nos quedamos paralizados por culpa de la avaricia. Identificamos una empresa de alta calidad (es decir, muy rentable y con fuertes ventajas competitivas) y bajo riesgo (tanto riesgo operativo como financiero) que se vende a un precio satisfactorio (ese que nos permite alcanzar nuestro objetivo de retorno anual con una probabilidad bastante alta) y no la compramos. Increíble. ¿Y si mañana está más barata?

Supongamos que nos gusta FCC y ayer la vemos por debajo de 40€. Bajo mi punto de vista, a esos precios es una de las acciones más atractivas de España (sin duda, mi favorita). Sabemos que a ese precio es una compra coherente con nuestro objetivo de rentabilidad anual pero ¿y si mañana está más barata? Así de decidimos esperar. Imaginemos que la acción sigue bajando hasta 30€. Ahí el precio es de risa. Pero la hemos visto bajar de golpe un 25% y, entre el pesimismo macro y la tendencia bajista del valor, pensamos que seguro que la vamos a poder comprar más barata. Esperamos.

La acción empieza a subir con fuerza de 30€ a 36€ del tirón. Puffff... cómo escuece comprar una acción que hace pocos días estaba un 20% más barata. De todas formas, la tendencia sigue siendo bajista por lo que probablemente sea un rebote. Esperamos para comprar esta vez en el “soporte” de 30€. Pero la acción sube hasta 40€. Ha subido un 33% sin parar. Ya empezamos a ponernos nerviosos y empezamos a pensar si se nos va a escapar FCC. Durante los días siguientes la acción cae de 40€ a 35€. “Ya sabía yo que era un rebote. La tendencia sigue siendo bajista”. En un par de semanas la acción se nos pone en 50€ y compramos FCC de los nervios.

Lo más frustrante no es comprar a 50€ sino vender en 30€ un par de meses después, temiendo que el valor se vaya a 20€ porque, efectivamente, era un simple rebote y la tendencia de fondo era bajista (se me hace raro hablar de tendencias, pero bueno...) El problema es que si llega a 20€, este inversor tampoco comprará por si la puede comprar más abajo. En definitiva, nuestro amigo está condenado a comprar sólo cuando el precio sube y no cuando el precio cae (aunque seguramente sea de los que tiene muy claro que “el secreto para ganar en bolsa es comprar barato y vender caro”). Al que no le haya pasado esto, una de dos: o miente o nunca ha invertido en bolsa.

Comprar en máximos y vender en mínimos es un fenómeno que se repite una y otra vez porque es nuestra propia naturaleza la que nos empuja a hacerlo. Por h o por b, siempre hay motivos para no comprar cuando el precio cae o para comprar cuando el precio sube, cuando deberíamos hacer lo contrario.

El problema de fondo es la obsesión por obtener beneficios a corto plazo y batir al mercado. El problema de nuestro inversor no es el de identificar buenas acciones sino que no es capaz de soportar que una empresa que ha comprado a 40€ caiga en poco tiempo a 30€. Por eso no compra FCC a un precio satisfactorio para él y por eso, en su obsesión por batir al mercado a corto plazo, termina incurriendo en una pérdida que de invertir a largo plazo sin preocuparse por la volatilidad del mercado jamás hubiera tenido.

Gracias a los descensos del último mes, hay muchísimas empresas que se venden a precios muy buenos. Me gusta FCC, me gusta ACS, me gusta el Santander, Credit Agricole, Dell, Intel, Cisco, UPS, Novartis, Nestlé, Carrefour... me gustan muchísimas acciones. ¿Pueden seguir cayendo? Naturalmente. Pero si sus precios nos ofrecen rentabilidades satisfactorias, ¿por qué no comprarlas? (si somos inversores de largo plazo, claro). Recordad que al inversor de largo plazo, el performance de corto plazo debe darle igual. Son dos juegos distintos. No debemos dejar escapar una buena oportunidad de compra por desear una mayor ganancia o un mayor beneficio a corto plazo. Pensad en el ejemplo de antes.

Me gustaría terminar el post repitiendo lo que os comentaba ayer. Imaginad que hoy coméis con Emilio Botín. ¿Le recomendarías que vendiera todas sus acciones del Santander porque es muy posible que en una semana estén un 20% más baratas? Vamos, se nos muere de risa. Botín, como cualquier empresario, es un inversor de largo plazo que sabe que hay que aprovechar las caídas fuertes para comprar y que lo único que tiene que hacer para amasar su fortuna es ESPERAR. Identifica una buena inversión (su banco) y cuando el precio es atractivo compra acciones sin más, sin pensar en la semana que viene sino en la década siguiente. Así se han enriquecido todos los grandes empresarios que conocemos.

No dejemos escapar buenas oportunidades por planteamientos cortoplacistas que sólo nos pueden llevar a error. Juguemos al mismo juego al que juega Botín y dejemos la utopía de comprar en mínimos y vender en máximos para los fantasmas. Buy & Hold, señores. A eso juega es Big Money.
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  1. #22
    27/01/08 19:38

    Pedro Luis: cada maestrillo ya se sabe. Si te sale bien el invento, obtendrás muy buenos resultados, de eso estoy seguro.:)

    Anónimo: para no tener problemas, hay que meter en bolsa el dinero que no se necesite. Si no se tiene ese tipo de ahorros, lo mejor es no estar en Bolsa. No comparto tu punto de visata, aunque lo respeto claro está.

    Anónimo: creo que eso no lo sabe nadie. Esperemos que todo salga bien.

    Un abrazo!

  2. #21
    Anonimo
    25/01/08 11:27

    ¿Que sucederia si se inicia una economia deflacionaria?

    Toma nota.