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Haz el bien pero mira bien a quien

Este Mfmelo es un tipo de cuidado. No solo es un subastero híper experimentado y lleno de anécdotas sino que en cuanto él lo decida... zasss, me quita de en medio. Simplemente anunciando que va a publicar su propio blog me quita dos o tres mil lectores como que dos y dos son cuatro. Si todavía no lo ha hecho es porque es muy buena gente (como pronto veremos) y un fiel seguidor del dicho "vive y deja vivir".

Y además es refranero, como yo, y eso gusta a los lectores. 

O sea, que sería muy dura competencia.

Pero no importa. De hecho, el día que él lo decida me tendrá a su lado para ayudarle y anunciar a los cuatro vientos que ha nacido una estrella. Y lo diré con el orgullo de poder añadir que sus primeras letras las redactó en mi propio blog.

Lo que vas a leer a continuación, querido lector, no es más que una de las muchas anécdotas que atesora, escrita de su puño y letra.

A continuación, Mfmelo con sus propias palabras.

 

 

CAPÍTULO I

Hace unos años me adjudique la vivienda de una anciana (que en aquellas fechas tendría unos 72 años), por haber avalado a su único hijo para la compra de su piso VPO. Cuando fui a verla, porque otros subasteros me decían que por 500 € la echaban a la calle, esta mujer estaba desesperada. Era viuda desde hacía unos 15 años. La vecina me dijo que había intentado suicidarse en varias ocasiones. Así que decidí alquilarle la casa con un contrato de alquiler vitalicio para ella, sin poder transmitir ese privilegio, pero con la condición de que el hijo culpable de su situación, su esposa y los dos nietos no podían vivir ni habitar en la casa.

El piso del hijo salió también a subasta y se lo quedo el banco, el precio era muy bueno, pero VPO y la Jungla de Andalucía ya estaba interesada en ejercer derechos.

Al final, esta señora metió a toda la familia en la casa, Cobraba dos pagas por un total de 1.400 €. El hijo la extorsionaba y la quitaba el dinero por las buenas o por las malas, le pegaba y en una de estas palizas la mujer murió desangrada ya que era diabética y una de esas noches le dio más de la cuenta, se cayó al suelo y se desangró. El hijo y la nuera dormían en la habitación de al lado y no hicieron nada ya que creían que estaba fingiendo. Mientras estaban en el tanatorio me llamó la vecina y me contó lo que había pasado.

Así que fui y cambié la cerradura y el hijo y los demás no entraron más en la vivienda.

Hoy sigo teniendo la casa, que compré a buen precio, pero si la hubiera vendido en su momento hubiera ganado una pasta. Ahora vale un cuarto del precio en que pude venderla en su momento. Pero estas ganancias no pudieron ser por dejar vivir el resto de su vida a esta pobre mujer en su casa.

Como cambié la cerradura sin permiso de nadie, el hijo de la Santa madre me demandó por usurpación.

Le escribí una misiva en la que le decía que yo le entregaba todo lo que fuera mueble de la casa y se lo llevaba donde él quisiera, pero que en la casa él no entraba. Y los gastos de la mudanza los pagaba yo.

Fuimos a juicio y ante su Señoría le volví a decir a él y a su Ilustrísima que en mi casa no entraba nadie y que yo con la policía presente, le entregaba todo los muebles, enseres, ropas,  etc. que en ella hubiera. Su Señoría aceptó estas condiciones pero me impuso una multa de 36 €, con apercibimiento de que en caso de impago me pondrían...  tonterías, a la hora ya tenía el dinero ingresado.

Les facilité unos pocos DIN A4 con cuadrículas y campos en los que debía poner lo que quería llevarse, la cantidad, etc, pero el hombre no estaba por la labor y decía que no podía saber lo que había en la casa de memoria.  El día señalado, llegó la policía nacional, este individuo, su esposa  y sus dos hijos y yo. 

Entonces le dijo a la policía que entraba con ellos, pero que yo no podía entrar, a lo que respondí que si yo no entraba, la puerta no se abría. La policía decía que efectivamente la casa era mía y que sin mi permiso allí no entraba nadie y que yo podía entrar cuando quisiera. Al final  accedí a no entrar y que lo hiciera él con la policía. Al asomarse a la puerta, este tipo dio un brinco hacia atrás diciendo "aquí han robado, faltan las figuras de bronce que estaban encima de ese mueble y yo no entro". Entonces yo me dirigí a la policía y les dije que entraran y que fueran tomando notas de lo que este hombre dijera que faltaba y que era probable que estuvieran en otro lado de la casa.

Entraron y dijo que tenía que ir sacando cosas de la casa a lo que le respondí que dónde las iba a ir dejando, ya que no tenía camión de mudanzas, ni cajas, ni bolsas, ni nada y que en la calle estaba prohibido dejarlas. La policía me dijo que si le daba opción de ir otro día a recoger las cosas a lo que respondí que sí, pero con ellos delante. Porque mi temor era que se metiera en la casa y no quisiera salir de la misma y había entrado con mi permiso.

La policía dijo que se lo comunicaría a su Señoría. El tipo volvió a denunciarme y no prospero la petición.

No me arrepiento y volveré a ayudar cuando la ocasión lo precise, pero en este caso mis intereses se vieron muy perjudicados.

La jubilación de esta mujer con sus dos pagas, para ella viviendo en su casa, la cual estaba en perfecto estado y con el alquiler que le puse, 210€ al mes de por vida era para vivir mejor que muchos empresarios jubilados.  

El hijo cobraba una ayuda de unos 450€ al mes, por lo que la madre tenía que pagarle todo. Pero él quería más y además administrar las pagas de la madre. Es una casa de tres plantas que compré por 20.000 €. La alquilé a esta mujer por 210€ al mes y vivió 10 años como inquilina. Así que en verdad yo fui su heredero y lo único que hice fue garantizarle que viviría en su casa hasta su muerte.

Como ya he dicho esta mujer murió desangrada porque era diabética y el hijo le propinó una paliza (por dinero) y de madrugada, igual que otras veces, pero esta vez se desangró.

Para arreglar la parte alta de  la vivienda, la parte de abajo la había hecho nueva la antigua propietaria (ahora fallecida) con unos cupones de la ONCE que le habían tocado años atrás, metí a un familiar (hermano de uno de mis yernos) en ella como inquilino, con la condición de que me tenía que reformar toda la parte de arriba y así me pagaba el alquiler y que a la hora de dejarla ajustaríamos las cuentas. Al final se marchó y me dejó a deber unos 8.000 euros más o menos, ya que no pagaba agua ni electricidad.

Cuando la compré en subasta pública presencial la hubiera podido vender en unos 150.000 €. A la muerte de mi inquilina-antigua propietaria, al no tener ya compromiso alguno la puse en venta en 120.000 € pero me ofrecían cifras que no acepté de 90.000 € (aunque hoy las hubiera aceptado), así que volví a ponerla en alquiler.  

Epígrafe del capítulo I: La consideración en que me tengo como persona: buena gente, como empresario un desastre y notificación al fiscal por mirar más por los sentimientos personales que por los profesionales. El subastero no puede tener esos sentimientos y además aplicarlos.

Corría el año de nuestro Señor  2012

Fin capítulo I. 

Atentos al capítulo II de próxima publicación. Porque la historia de este piso sigue y se empuerca y...

 

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  1. #42
    17/05/17 10:39

    Tremendo post! wowwww

  2. en respuesta a loto10
    -
    #41
    09/05/17 17:03

    Cierto, lo traduje literal, sin caer en ésa versión propia, muchas gracias.

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