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Hace un año y medio publicamos un apéndice a nuestro informe de mitad de año llamado “Reflexiones sobre la IA”. Allí hablé brevemente sobre qué es la IA, la tecnología detrás de ella y qué podemos esperar de su desarrollo. Era una pequeña guía para comprender la tecnología. 

Ahora, hay algunas voces que advierten sobre una “burbuja de IA”, y eso es motivo de preocupación para algunos de nuestros accionistas. Por esa razón, pensé que sería útil compartir mi opinión sobre este tema. 

Si observamos a las grandes empresas tecnológicas (Facebook, Google, Nvidia, etc.) que están invirtiendo fuertemente o que son receptoras de esas inversiones para construir infraestructura de IA, las valoraciones son altas, pero no podría decir con certeza que se encuentran en territorio de “burbuja”. En mi opinión, las mayores sobrevaloraciones están en empresas que aún no cotizan, como OpenAI (los creadores de ChatGPT), Anthropic, entre otras. Fortune informó recientemente que la valoración de las empresas de IA no cotizadas ronda los 2,7 billones de dólares. Estas empresas de IA no cotizadas no generan ganancias; de hecho, cada vez que le pides algo a ChatGPT o a cualquier otro modelo de IA de una startup, pierden dinero. Además, estas empresas están realizando inversiones enormes que deben ser financiadas por los inversionistas, no por los flujos de caja de las propias compañías. 

Por lo tanto, en mi opinión, si existe una sobrevaloración, probablemente esté en esas empresas no cotizadas, y un “estallido de la burbuja” ahí podría indicar problemas para las compañías que les suministran infraestructura (como Nvidia y los fabricantes de chips de memoria, entre otros). Ten en cuenta que estos proveedores no representan una parte importante de la economía en términos de empleo, por lo que una normalización de sus ingresos no tendría un impacto significativo en la economía en general. 

Dicho esto, en mi opinión, el desarrollo de la IA se ha convertido en una especie de “Proyecto Manhattan” de nuestra era. Es una carrera para ver quién será el primero en alcanzar el santo grial de la IA: la Inteligencia Artificial General (AGI). Se cree que quien logre la AGI primero tendrá una ventaja comparable a la que tuvo Estados Unidos cuando desarrolló la bomba atómica y era la única nación que la poseía. Las grandes empresas tecnológicas compiten para lograr la AGI primero, y algunos gobiernos también persiguen la propiedad de esta tecnología. 

Aunque la tecnología aún no esté generando valor para las empresas que realizan estas inversiones, el objetivo “estratégico” de alcanzar la AGI es lo que impulsa el gasto. Y, como mencioné antes, hay participantes con bolsillos muy profundos en esta carrera. Por este motivo, es imposible prever cuánto tiempo continuarán estas inversiones, porque el objetivo en sí —la AGI— no está perfectamente definido. No está bien establecido qué capacidades debe tener la tecnología para ser considerada “AGI”. 

Un “estallido de la burbuja de la IA”, si ocurre, tendría en mi opinión un impacto limitado, ya que las empresas expuestas a esta industria aún son pocas y no representan una parte significativa de la economía en general (en términos de empleo). Sin embargo, el riesgo podría aumentar si las instituciones financieras llegan a estar significativamente expuestas. Para mantener el ritmo actual de rápido crecimiento de las inversiones en IA, las fuentes de financiamiento tendrían que expandirse más allá de las grandes tecnológicas y los inversionistas privados, para incluir otras fuentes, como instituciones financieras. 

En nuestro caso, preferimos mantenernos al margen de ese juego precisamente porque es extremadamente difícil de prever (al menos para nosotros). Preferimos empresas que ofrezcan lo que consideraríamos “escenarios de alta probabilidad” al hacer previsiones sobre los negocios que elegimos. 


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