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                                       FERNANDO ESTEVE MORA

El 5 de julio de 1945, poco más de dos meses tras finalizar la II Guerra Mundial, Winston Churcill, primer ministro y carismático líder de la Gran Bretaña, convocó a los británicos a elecciones generales que a causa de la guerra no se habían podido celebrar desde 1940. Pese a lo que se predijo,  dado su soberbio papel en la la dirección de la guerra y en la galvanización del espíritu de de lucha del pueblo ibritánico,  Winston Churchill perdió esas elecciones frente a un nada carismático laborista Clement Attlee. Ese castigo electoral a Churchill, esa falta de agradecimiento a su claro e imprescindible líder en los tiempos de guerra sufridos, hizo correr ríos de tinta en la época. 

Quizás el entero asunto no sea tan complicado a partir de esa distinción ya habitual en este blog entre interés del público e interés público, distinción original de Rafael Sánchez Ferlosio. Sin duda Churchill era la figura y el dirigente necesario para defender el interés público o colectivo de la vieja Gran Bretaña imperial, de una Gran Bretaña ya exhausta, defensa que entraba en contradicción con el intereses del público británico (el agregado o suma de los intereses privados de los ingleses), que tras años de privaciones y sufrimientos lo que pedía  no era el mantenimiento a alto coste de una Gran Bretaña imperial, sino una nueva Gran Bretaña reconstruida en la línea de un estado del bienestar que garantizase empleo, alojamiento, sanidad y educación públicas para los británicos, o sea, que sirviese a los intereses DEL pueblo. Precisamente lo que el apocado Atlee al frente del Partido Laborista (el de entonces, que era un partido claramente socialista) prometía hacer. 

Guardando y salvando las obvias distancias, que son muchas, algo semejante parecería estar pasando hoy en nuestro país. En las próximas elecciones, Pedro Sánchez que ha conseguido llevar al país adelante con éxito en tiempos de turbaciones grandes (pandemia, crisis postpandémica de las cadenas de suministros, efectos de la guerra de Ucrania) y pequeñas (sequías, inundaciones, volcanes)no parece que vaya a ganar las elecciones del próximo día 23. 

Obviamente Pedro Sánchez no es Winston Churchill, ni lo ha pretendido, pero creo que la similitud de las situaciones salta a la vista: quienes se podría pensar que "merecerían" ganar unas elecciones, no lo logran.

Ahora bien, la situación de España no es simétrica con la del Reino Unido tras la guerra mundial, sino -podríamos decir- antisimétrica. Con ello lo que quiero decir es que, en general la mayoría de analistas independientes sostiene que el gobierno de Sánchez lo ha hecho bien o incluso muy bien a la hora de defender y servir a los interés privados de los españoles, los intereses más estrictamente economicistas, lo sea lo que llamamos el interés del público español, pero que no ha sido tan competente a la hora de servir el interés público de los mismos, lo que de alguna manera explicaría que la tesitura a la que se enfrenta hoy Pedro Sánchez sea similar a la que se enfrentaba Winston Churchill.

Y no es que en este terreno lo haya hecho mal. La posición española en la Unión Europea se ha visto claramente reforzado (como se vio en la crisis/invasión pacífica  de Ceuta) y en las ventajas (la llamada “excepción ibérica” o el reparto de fondos en los planes de postcovid) relativas que ha logrado extraer de las tradicionales “fieras del Norte”. De igual manera, en el terreno de la política interior, difícilmente puede minusvalorarse el enorme avance que la política desinflamatoria de Sánchez ha supuesto a la hora de afrontar  el “problema catalán” que amenazó no hace demasiados años con llevarse por delante la propia definición de España ( y ya veremos si esa inflamación no se reactiva caso de que ganen las derechas). 

Decía el gran Sherlock Holmes en El perro de los Baskerville que "cuando se ha descartado lo imposible, lo que queda, aunque sea improbable, debe ser la verdad". Descartadas , como imposibles, las explicaciones economicistas o políticas de la difícil tesitura de Pedro Sánchez (olvidemos la ridícula acusación de haber gobernado con Bildu), quedaría una improbable explicación de esa situación. 

Y siguiendo aquí a Holmes, me atrevo aquí a  señalar al feminismo radical como la explicación más improbable pero (quizás) cierta del porqué Pedro Sánchez tiene todas las de perder en las próximas elecciones, pues la autodefinición como feminista de su gobierno casi por encima de su definición ideológica (el ser de izquierdas)  y la defensa de ese feminismo radical por parte de la fracción de Podemos en su gobierno (que se ha olvidado por cierto de su vieja idea de la “casta” y del enfrentamiento entre los de arriba y los de abajo, sustituido ahora por un enfrentamiento de género) le ha presentado,  en la percepción de muchos españoles, como un enemigo del interés publico, del interés colectivo o general y por tanto independiente del género. No será cierto, pero por mi experiencia poniendo la oreja y cotilleando lo que dicen las gentes en bares y transportes públicos, tengo la impresión de que los hombres y hasta las mujeres apuntan a Pedro Sánchez como responsable de una legislación feminista que se traduce en una supuesta indefensión de los varones al  poner en la práctica  en cuestión la presunción de inocencia. Esta idea la he oído repetidas veces en boca, no de hombres, sino de madres que dicen decir a sus hijos adolescentes que tengan mucho cuidado en sus relaciones con sus novias, amigas y conocidas pues por cualquier conflicto con ellas pueden buscarse un lío y ser acusados de acosadores o maltratadores. Repito, no es cierto. Pero eso no importa. Lo que importa es  la percepción social que de esas políticas de género  como enemigas del interés público se tiene.

No tengo aquí ni ganas ni tiempo ni espacio para extenderme en lo que entiendo por feminismo radical. Señalaré sencillamente que es aquella posición feminista que incide en la idea de que todos los varones, de salida, en las sociedades "heteropatriarcales"  somos culpables o padecemos de  una nueva enfermedad; la “masculinidad tóxica” que nos hace propensos a todo tipo de exacciones y violencias machistas contra las mujeres, así en general. A lo que parece sólo algunos tan denodados esfuerzos son capaces de superar esa enfermedad contagiosa que nos afecta a los hombres, y son ellas -las feministas radicales- las que en todo caso expenden los certificados de limpieza o salud correspondientes. 

 Por supuesto que este tipo de feminismo (hay un montón de ellos, véase en la Wikipedia por ejemplo) no es muy compatible con cualquier aproximación científica al comportamiento humano. Ya sea la Teoría de la evolución darwiniana o la Teoría Económica proporcionan explicaciones mucho más consistentes de las diferencias comportamentales de hombres y mujeres, incluyendo las discriminaciones y hasta las  agresiones machistas, que esa idea de la “maculinidad tóxica” impuesta por una suerte de sistema ideológico-social, el   “heteropatriarcado” . 

Quizás en otra ocasión trate de este asunto con cierto detalle. Hoy me remitiré a un simple hecho, cual es que detrás de cada hombre, por muy aquejado que esté de masculinidad tóxica, suele haber al menos tres mujeres que normalmente lo van a defender a "capa y espada": su madre, su mujer y su hija. Tan simple como eso. Tan simple y verdadero, como se comprueba hasta en los casos de violencia machista extremos en los que a las puertas de las cuartelillos de la guardia civil  no es nada inusual encontrarse con  las madres, las mujeres, hijas y las amigas, dispuestas a justificarlos hasta el absurdo.

¿Explica este sencillo hecho el que definirse como feministas no les haya servido para mucho a la hora de atraerse el voto femenino a los partidos de la izquierda parroquial? Hasta para sus dirigentes debería estar claro que el porcentaje de gente que a la vez es de izquierdas y también es feminista radical es, por pura lógica, más pequeño que el porcentaje de gente que sólo es de izquierdas, pues siempre hay gente que se reconoce de izquierdas pero que no se reconoce como feminista radical.

Elemental, querido Watson, como diría Sherlock Holmes.
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  • política
  1. #3
    15/07/23 16:36
    Pues sondeo y doy con la exposición de Esteve Mora, de acuerdo en toda su extensión y su exposición, bien razonada.

    El resumen es que se puede hacer casi todo bien y que la sociedad te castigue, los imperfectos en casi todo, por esa cortedad de miras y muchos intereses de unos pocos cuyo poder multiplican por sus influencias, son capaces de eso. En su conjunto, todo lo hecho y afrontado ha sido positivo y con resultado aceptable ante las tormentas. Sí, quizás ese feminismo exacerbado no haya sido una buena línea, sí, quizás tener de socios a esos diablos (con los que ha conseguido avances) se perciban como el "totum malignus". Y yo me pregunto: 
    Esa línea errática de ese feminismo ha supuesto perdida de valores o libertad?. Y no me vengan con que han salido de la cárcel violadores o pederastas, que ha sido así, pero ha sido un error técnico que se ha solucionado una vez que la justicia se ha decantado.

    Pactar leyes con esos "diablos" han supuesto retrocesos o algún mal para la mayoría?

    Ha sido necesario el endeudamiento para sostener el sistema ante los problemas?

    Se han mejorado las pensiones y los sueldos(insuficientes)?

    No sigo, la conclusión es que se le puede castigar, pero con la sinrazón, el egoísmo, los intereses.

    Me pregunto: ¿Somos tan necios o ciegos?

  2. #2
    Adolfo Veintiuno
    12/07/23 22:35
    Comparar al borracho asesino de Churchill con el chuloputa ignorante de Sánchez es complicado. Hay bastantes diferencias entre ambos, aunque no profeso simpatía por ninguno. Ambos meten a su país en una guerra a tontas y a locas en la que se usa a terceros países como tontos últiles (guerra contra Alemania en el caso de Churchill y  guerra contra la Federación Rusa en el caso de Sánchez).
  3. #1
    12/07/23 11:58
    Comparto en parte lo que dices pero creo que no es sólo eso, las políticas ejecutadas durante este tiempo han ayudado a gente y han hecho cosas que son positivas (SMI interprofesional, medidas con la crisis del COVID...).

    Pero está izquierda que dice siempre defender a los vulnerables no defiende a todos, el IMV no llega a todo el mundo, las ayudas de transición ecológica llega principalmente a las clases medias y altas (actualmente el 20% más rico recibe el 30% de las ayudas), las buenas intenciones de mantener entornos de alto valor ecológico pero que lo que proponen a todo el que su empleo esté relacionado con eso es quedarse sin ingresos, lo mismo con las pensiones en que reconocen que la generación del baby boom no va a poder cobrar lo mismo que los actuales y a la vez aumentan un % muy alto a las pensiones máximas actuales. Creo que hay mucha gente que se ha quedado entre dos aguas y que realmente eso que llaman justicia social no lo están consiguiendo y para muchos sectores o emtornos incluso agravando.

    Creo que son muchas cosas, pero es importante el hecho de que hay ciudadanos que no están siendo ayudados por estas políticas aún cuando su situación no es buena y es más algunos se sienten atacados, la preocupación por este feminismo, la ocupación y la inseguridad tanto jurídica como de convivencia también es un factor importante por lo que yo veo.

    Un saludo.