Un ejemplo de manipulación y falta de inteligencia, moralidad y sentido común lo encontramos en el director de análisis macroeconómico de Pictet, entidad de banca privada. El tal Cristophe Donay, publica en El Economista un análisis sobre lo que a su juicio deben hacer los gobiernos, mintiendo de una forma absolutamente salvaje sobre el pasado y manipulando la historia de tal forma que debería ser penado. Una cosa es tratar de convencer y exponer argumentos de una forma que interese, pero otra muy distinta es directamente engañar y esto es lo que supongo que hace esta persona. Por si acaso tengo que decir que, por lo menos teóricamente, existe la posibilidad de que el artículo sea la obra de un incompetente con inteligencia muy limitada. Sin embargo, y dado que supongo que tiene un mínimo de capacidad, lo descarto.
El artículo viene de reclamar que se hagan políticas de oferta, ya que según este personaje va siendo hora de que se abandonen las políticas tradicionales del keynesianismo. De hecho lo que nos dice es que en los últimos años los gobiernos sólo se han preocupado por el empleo, en lugar de preocuparse de la inversión, que es lo que en definitiva este personaje nos cuenta que es lo importante.
Cualquier persona que tenga cualquier puesto en un banco, y sobre todo una que en teoría se dedique a tratar de analizar el entorno macroeconómico, sabrá sin lugar a dudas que los gobiernos tan sólo se han preocupado por el problema del empleo en los discursos, por que luego resulta que en ningún lado se ha tomado ninguna medida ni tan siquiera tímida para mejorar las condiciones de los trabajadores. Este personaje pone varios ejemplos donde las condiciones de la sociedad se están deteriorando, y tiene los santos morros de decir que es porque a lo largo de estos cuatro años, los gobiernos han tratado de salvar a los consumidores.
En realidad lo más obvio es que a lo largo de todos estos años, a quién se ha estado rescatando en unas cuantas ocasiones de forma masiva y en otras formas más disimuladamente es precisamente a las entidades financieras, que son las que han mejorado, y no el empleo (y sobre todo las condiciones de los consumidores) que han ido tan sólo en un sentido de caída. Es tan grotesco todo este razonamiento que sólo hace falta sacar una lista de medidas tomadas para beneficiar a los consumidores o trabajadores y otra para las medidas para rescatar a grandes empresas cotizadas y mercados financieros. ¿No será fácil verlo?.
“De manera que se impone una nueva política económica de oferta, donde los Estados deben favorecer el gasto de otros agentes económicos, particularmente empresas, que pueden actuar de manera eficaz sobre empleo e ingresos. Esta política tiene un ilustre antecesor: la supply-side economics (economía de la oferta) aplicada con éxito por la Administración Reagan en Estados Unidos a principios de los ochenta. Le siguieron veinticinco años de crecimiento sostenido, periodo conocido como la Gran Moderación.
Ahora bien, la nueva política presupuestaria de estímulo de la oferta debe prestar especial atención a la innovación. No hay inversión y creación de empleo sin una notable oleada de innovación, que se puede propiciar mediante grandes bajadas de impuestos para actividades de I+D y de inversiones que favorezcan la toma de riesgos.
Pero hoy día se considera socialmente justo e incluso electoralmente rentable gravar a las fuentes de riqueza hasta rozar la represión financiera. Además, el capitalismo está acusado de los peores males, pues los mecanismos de política económica de oferta llevan a excesos si se les deja actuar solos.”
O sea que básicamente lo que está pidiendo es lo que se ha hecho a lo largo de todos estos años, y que en definitiva nos ha traído hasta aquí; pero con el absurdo de que sigue empeñado en una curiosa mentira que no se puede sostener por una persona con un mínimo de conocimientos. ¿Nos está contando que lo de Keynes es insostenible porque no se puede seguir gastando y existen déficits difícilmente controlados en todo el mundo y propone rebajar impuestos a aquellas inversiones de riesgo?.
Es cierto que se considera justo y electoralmente rentable gravar las fuentes de riqueza de forma progresiva, (ni de lejos se puede hablar precisamente de represión financiera), pero sin embargo no hace falta ser demasiado espabilado para comprobar que directamente esto no se está haciendo en ningún lugar. ¿Cómo puede ser alguien tan impresentable que logra ver que existe una petición de la sociedad porque se cumplan unas normas, (que por cierto, en muchos países, como España, están en las constituciones), tributarias que impongan la progresividad, pero que en realidad lo que estamos teniendo es una regresividad fiscal monstruosa?.
El resto del artículo es igual de vomitivo. Por un lado nos dice que el precedente ha provocado un período de crecimiento sin parangón, pero parece que no tiene en cuenta el hecho de las burbujas que nos cuentan y que por tanto este crecimiento fue completamente ficticio. ¿Cómo puede ser considerado un éxito sin tener en cuenta que las burbujas fueron el crecimiento y el desenlace la situación actual?. De verdad ¿tiene tanto morro de seguir proponiendo lo mismo?.
Nos cuenta que se ha demostrado que es la inversión lo que crea el empleo y la actividad económica en lugar del consumo; pero olvida que esto no es cierto. Se ha venido apoyando la inversión por todos lados, pero esto no creo absolutamente nada, ¡fue el consumo que a falta de rentas de los consumidores se hizo en base a endeudamiento!. ¿Por qué se invierte?. Pues sólo hay dos motores de la inversión; o bien se monta una burbuja o bien se espera que sea un instrumento para producir mejor unos bienes que se van a consumir. No se puede entender que alguien quiera invertir cuando espera que no van a existir clientes.
En definitiva, lo que tenemos es un especialista en macroeconomía, que confunde (y mucho), lo que se supone que mostraba Keynes, a la vez que reivindica con total contundencia los argumentos y las razones de la LEY de SAY que ha sido innumerables veces desacreditada y que está en el origen de unos cuantos desastres, (incluido este), por el incomparable morro de todos los formadores de opinión y empresarios que se inventan lo que sea para defender:
“bájenme los impuestos, metan dinero en mis negocios y rescátenme a costa de todo”, que básicamente es lo que plantea este señor, pero mucho más bonito y sin especificarlo.