Vamos a ver. Lo primero de todo creo que hay que dar un voto de confianza a los chicos del 15M. Porque mira que no hacemos más que apalearlos. Echevarri. Tristán. Un poquito de porfavor. Que el enemigo sigue atrincherado en la Carrera de San Jerónimo. Que no nos representan. Y que manda huevos que este repelente neoliberal -o como queráis etiquetarme- se sienta más identificado con las ganas de moverse de los acampados que con la pachorra de sus señorías y sus vaporosas pretensiones para dirigir la economía y la política de este país.
De acuerdo que a nuestros chicos no se les da muy bien lo de aterrizar soluciones pero nadie está pidiendo que hagan el trabajo de los técnicos de la Administración. Por ejemplo, tal vez no sea muy acertado lo de imponer la dación en pago, pero el concepto clave de la propuesta -el no dejar tiradas a las personas una vez que los bancos ya han sido rescatados- parece haber llegado al Congreso y ahí tenemos la subida del sueldo inembargable. Una medida que hasta la mismísima Margaret Thatcher hubiera firmado. Medida que, no nos engañemos, sólo anima a los endeudados a huir hacia adelante y ya veremos cómo afecta a las futuras concesiones de hipotecas. Pero, en la línea que desarrolla el bloguero Comstar, creo que lo que ahora toca es recoger conceptos, intuiciones, ideas en estado embrionario. Y esto es lo que hacen nuestros chicos y lo que estamos haciendo algunos miembros de esta nuestra querida comunidad rankiana. Aprovecho para enlazaros los dos post de propuestas -aquél y éste- que llevo publicados de momento. No son precisamente de la misma cuerda de los chicos pero tienen la misma buena intención: formatear el sistema sin piedad y reconstruirlo de manera integral.
Pues bien, hace algunas semanas la plataforma del 15M - ¿DRY? ¿Acampados de Sol? ¿Toma la Plaza?...ando un poco despistado con los nombres- ha convocado un referendum para el 15 de Octubre, con un valor, por supuesto, simbólico y de demostración de fuerzas y capacidades técnicas. El referendum propone 5 cuestiones difíciles de rebatir – a mi juicio este es el principal fallo de la convocatoria, ya que invita a votar SI o a abstenerse para no dar la nota - . Y hay una que a mí me ha motivado para escribir este artículo: la que nos pregunta si queremos que la economía esté al servicio de las personas y no las personas al servicio de la economía.
Siento ser un aguafiestas pero vuelvo al título de la entrada: tengo una mala noticia para ustedes. En Economía hay un concepto llamado interdependencia, que viene a decir que todas las decisiones que toman las personas llevan billete de ida y vuelta. Mis actos – libres o regulados, me da igual- repercuten en tus actos, morena. Y viceversa: lo que tú hagas me afecta a mí, al final de una cadena más o menos larga de causas y efectos. Y todo porque las personas tenemos la manía de comportarnos más o menos igual ante determinadas situaciones. Resulta que si todos queremos piso en propiedad y estamos dispuestos a pagar lo máximo posible por él, acabaremos todos pagando lo máximo por él. Resulta que si todos queremos libre movilidad individual y motorizada la factura del petróleo a fin de mes seguirá siendo de aupa. Resulta que si todos queremos pagar lo mínimo por la leche, los intermediarios acaban pasando por el aro, tiran los precios y, claro, eso perjudica a los productores y, en última instancia, a los consumidores, que no podemos exigir gran cosa a 60 céntimos. Y resulta que todo esto ocurre igual en un esquema de mercado en competencia perfecta, en una economía planificada o en el dilema del prisionero. SIEMPRE vamos a depender los unos de los otros. Y al final del día, la Economía se nutre de lo que hacemos las personas, y las personas sufrimos o disfrutamos las consecuencias de lo que pasa con el Sistema cuando todas las decisiones personales se suman.
¿Es posible romper esta maldición que nos liga los unos a los otros? Pues no, pero una vez que sabemos que todos estamos conectados, las personas podemos llegar a acuerdos que sorprendan al sistema económico. Desde mi punto de vista, estos acuerdos deben ser espontáneos, no impuestos por un regulador. Y esa espontaneidad no tiene por qué ser individualista, más bien se trata de desarrollar una inteligencia colectiva. Necesitamos un enfoque coste-beneficio mucho más amplio que el que imponen los mercados de capitales – que nos ofrecen a diario las mejores lecciones sobre lo que significa la interdependencia pero son incapaces de generar soluciones colectivas-. En cambio, cuando las personas nos colocamos frente a frente y hablamos, podemos llegar a acuerdos favorables para todas las partes. Y podemos decidir juntos en función de criterios no monetarios, como la ética, la sostenibilidad o, simplemente, el sentido común.
Hace unas semanas comentaba en un foro que el problema del movimiento 15M es que me resulta inofensivo, es decir, incapaz de imponer un cambio real más allá de lo político-simbólico. Y me preguntaba qué ocurriría si toda la energía y la capacidad organizativa de estos chicos se canalizara hacia la creación de cooperativas, de circuitos de financiación alternativa, de centrales de compra... Me gustaría que del 15M salieran más iniciativas autogestionables y menos deberes para sus señorías. Esto sí que sería peligroso para el Sistema: que nuestros chicos levantaran el campamento para ponerse a trabajar. Claro que no por ello nos libraríamos de lo fundamental: que seguiremos dependiendo los unos de los otros.
Así que el 15 de Octubre, Dios mediante, yo voy a votar en ese referendum. Contestaré SI a las cuatro primeras propuestas. Y ya veremos si la 5ª se lleva el SI o el NO SABE / NO CONTESTA. Que conste que no será para dar la nota.
Próxima semana: El fraude de la economía mixta.
Saludos y buen fin de semana.