Buenas tardes. Os comparto la actualización de mi cartera al cierre del tercer trimestre. RENTABILIDADUna rentabilidad más bien pobre, hay que reconocerlo, pero visto que el Vanguard Global Stock Index ha subido, en euros, solamente un 3,4%, tampoco me quejo demasiado. Quien más ha tirado del carro en el trimestre y en el conjunto del año ha sido el oro, que ha vuelto a revitalizarse en septiembre y acumula en el año una revalorización en euros del 30,1% (en mis ETC). COMPOSICIÓN Cartera estable de renta variable: 43,1%Kempen Global Small-caps: 5,4%Magallanes Microcaps: 7,1%Desinvertido (RFCP): 30,6% Oro (dos ETC): 22,3% Cartera móvil: 34,5%Fidelity Euro 50: 7,2%Monetarios €: 27,3% Peso total en fondos de renta variable: 19,8% Como sospechaba y os anticipé en mi anterior actualización, no he realizado ninguna operación en el tercer trimestre; de hecho las últimas que hice fueron las que os compartí aquí en mayo (ya sabéis que por transparencia siempre las he venido compartiendo en el momento en que las he ido haciendo, así que mi silencio significa inactividad). Parece que este año hemos tenido una vez más un episodio de caída bursátil y rápida recuperación, en el marco general de un largo recorrido al alza iniciado en marzo de 2009, es decir, hace dieciséis años y medio. En mi experiencia inversora de una treintena de años no había vivido algo así, y en la historia reciente tenemos el registrado desde agosto de 1982 hasta agosto de 2000 (dieciocho años). Pero aquel empezó con un CAPE por debajo de 7 y este con un CAPE de casi 15. Hace ya bastante tiempo (diciembre de 2021) que, como sabéis, se activaron mis alertas (basadas, entre otras cosas, en el comportamiento interno de los índices), pero la bolsa (particularmente el S&P 500, pero también el EuroStoxx 50), tras una caída en 2022 ha continuado su marcha alcista contra viento y marea. Y mis alertas no se han desactivado en todo este tiempo. Lo cual no quiere decir, ya sabéis, que haya estado desinvertido. El año pasado, por ejemplo, estaba en un 60% de renta variable y solamente empecé la reducción a primeros de abril de este año (y la completé en mayo). Sospecho que la brutal expansión de los balances de los bancos centrales ha tenido mucho que ver en esta persistencia alcista en un contexto de múltiplos muy elevados (el CAPE, con un valor cercano a 40, está en el 3% más alto de su historia desde 1950, sólo por debajo – y no mucho – de los valores alcanzados en la cúspide de la burbuja puntocom). Me parece claro que estamos en una burbuja que continúa inflándose, lo cual suele acabar en llanto y crujir de dientes. Pero me guste o no me guste (que no me gusta) y crea yo lo que crea (irrelevante), el mercado manda y mi sistema de seguimiento de tendencias me obliga a reiniciar la inversión en bolsa. Así que he cursado órdenes para traspasar cerca de un 7% de la cartera al Fidelity S&P 500 hedged y otro tanto al Amundi Emerging Markets, ambos en la cartera móvil. ¿Por qué la versión cubierta del S&P 500? No porque crea que el dólar seguirá bajando. Ni tampoco lo contrario; de hecho no tengo opinión al respecto. Pero dado el carácter defensivo de mi cartera móvil, en las presentes circunstancias no quiero asumir el doble riesgo de bolsa + divisa. A sabiendas de que la cobertura tiene un coste (que es previsible que se reduzca con la bajada de tipos de la Fed). ¿Y por qué el Amundi para emergentes en lugar del Vanguard o el Fidelity que son más baratos? Simple: por que es el que tengo disponible en la entidad en la que tengo residenciado mi compartimento de la cartera móvil para mercados emergentes. Veremos qué nos depara este último trimestre y si sigo escalando o me despeño. Por otra parte, esta mañana he vendido parcialmente oro (que sigue disparado) para retornar su peso en la cartera a las bandas que le tengo establecidas. Por chiripa, casi en el máximo del día. Os deseo lo mejor.