Es que, claro, mi mujer no procede ni de un tiempo ni un entorno "reggaetonero". De eso ya me preocupé yo: de asegurarme, al menos en la medida de lo posible y con un grado razonable de certeza, de buscar bien y encontrar mejor.
Mi mujer tiene estudios similares a los míos, procede de un entorno parecido -humilde y trabajador, padres con estudios, pero sin ínfulas, y clase media de los años ochenta y noventa, con un patrimonio similar al de mi familia- y, aunque cuando nos casamos aportó mucho menos a la "sociedad de gananciales", su carácter responsable y trabajador me hacía prever que su evolución laboral iba a ser buena y con correlación con la mía.
En cualquier caso, aunque no lo hubiera sido, no me hubiera importado. Es buena persona, seria, honrada y excelente madre. Si se entiende el matrimonio como una sociedad patrimonial, es excelente socia; si lo entendemos como proyecto de vida común, es una compañera ideal. Yo lo veo de los dos modos, aunque mucho más de la segunda que de la primera, aunque esta no sea baladí.
Pero, claro, no la busqué en Tinder.