Lo de la declaración de los libros registro ya existe, Modelo 340. Por ahora, solo es obligatorio en los acogidos a la devolución mensual. Está aprobado, y en suspenso, la obligatoriedad para todos. Llegará antes que después. Solo es cuestión de oportunidad y potencia de cálculo de los servidores de la AEAT.
El modelo que planteas de comecio minorista es similar a un régimen especial que ya existe en Francia. Allí, para prestaciones de servicios de hasta unos 30.000 €/año, y venta de bienes de hasta unos 50.000 €/año, no hay que presentar liquidaciones de IVA. Todo el IVA que el empresario/profesional recaude, es para él. A cambio, no puede deducirse ningún IVA soportado. En la práctica es hacer que el consumidor final de IVA pase a ser en buena parte el minorista penúltimo. Y agiliza mucho los asuntos de gestión.
A cambio, es un verdadero coladero/estímulo a generar facturación en B, ya que si superas esos importes mínimos, pasas al régimen general del IVA. Así que un profesional procurará declarar solo ingresos hasta esos límites, y el resto lo facturará en B. Por tanto, se pierde gran parte de recaudación potencial por IRPF, y se genera un estímulo legal muy fuerte a una economía parcialmente submergida.
Sobre el efecto de los impuestos sobre el consumo, depende, puede ser negativo (como expones), neutro, o incluso positivo.
Si un Estado detrae poder adquisitivo de los bolsillos de los ciudadanos (les disminuye poder adquisitivo de consumo), pero a cambio, con ese dinero el Estado efectúa consumo, el balance global de la operación es totalmente neutro. Lo que no consuman los ciudadanos, lo consumirá el Estado (que no son más que ciudadanos agrupados).
Puede ser negativo cuando el Estado detraiga cantidades dinerarias de personas con necesidad de consumo insatisfechas, y encima ese Estado se obsesione con no incurrir en déficits, o destinar ese dinero no a consumo sino a reducción de deuda pública.
Y puede ser incluso muy positivo cuando el Estado detraiga cantidades de dinero que no iban a ser utilizadas para consumo, por pertenecer a clases económicas acomodadas con todas sus necesidades satisfechas, y una alta propensión al ahorro. En este caso, el ciudadano no utilizaría su dinero al consumo, estimulando la economía. Si se le saca ese dinero de su bolsillo, y el Estado lo destina a gasto, gasto que puede ser consumo o inversión, el efecto en la economía puede ser globalmente muy positivo.
la plus belle des ruses du Diable est de vous persuader qu'il n'existe pas!