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Versos sueltos

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Versos sueltos
Página
598 / 638
#4777

Re: Versos sueltos

Si los lees mucho, terminas hablando como ellos. Hoy en día puede ser un problema, jajaja

 

 

  IDILIO NOVENO
        A UN SOLITARIO

Goza de los placeres
que ofrece el tiempo, Anfriso;
no huyas de los hombres,
ni te hagas su enemigo.

   Mientras el monte mides
cuidoso y discursivo,
mira con cuánta priesa
el cielo en raudos giros
midiendo va las horas
de tus años floridos.

   Goza, pues, de las dichas
que ofrece el tiempo, amigo;
que para el día horrendo,
de todos tan temido,
asaz de llanto y penas
te guardará el destino.

autógrafo

Gaspar Melchor de Jovellanos

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4778

Re: Versos sueltos

Muero por sus epístolas.

 

        EPÍSTOLA SÉPTIMA
      DE INARCO CELENIO A JOVINO Y RESPUESTA DE ÉSTE

Respuesta de Jovellanos a Moratín

   Te probó un tiempo la fortuna, y quiso
oh caro Inarco, de tu fuerte pecho
la constancia pesar. Duro el ensayo
fue, pero te hizo digno de sus dones.
¡Oh venturoso! ¡Oh una y muchas veces
feliz Inarco, a quien la suerte un día
dio que los anchos términos de Europa
lograse visitar! ¡Feliz quien supo
por tan distantes pueblos y regiones
libre vagar, sus leyes y costumbres
con firme y fiel balanza comparando;
que viste al fin la vacilante cuna
de la francesa libertad, mecida
por el terror y la impiedad; que viste
malgrado tanta coligada envidia,
y de sus furias a despecho, rotas
del belga y del batavo las cadenas;
que al fin, venciendo peligrosos mares
y ásperos montes, viste todavía
gemir en dobles grillos aherrojado
al Tibre, al antes orgulloso Tibre,
que libre un día encadenó la tierra!

   ¡Cuánto, ah, sobre su haz destruyó el tiempo
de vicios y virtudes! ¡Cuánto, cuánto
cambió de Bruto y Richelieu la patria!
¡Oh, qué mudanza! ¡Oh, qué lección! Bien dices:
la experiencia te instruye. Sí, del hombre
he aquí el más digno y provechoso estudio:
ya ornada ver la gran naturaleza
por los esfuerzos de la industria humana,
varia, fecunda, gloriosa y llena
de amor, de unión, de movimiento y vida;
o ya violadas sus eternas leyes
por la loca ambición, con rabia insana,
guerra, furor, desolación y muerte;
tal es el hombre. Ya le ves al cielo
por la virtud alzado, y de él bajando,
traer el pecho de piedad henchido,
y fiel y humano y oficioso darse
todo al amor y fraternal concordia...
¡Oh, cuál entonces se solaza y ríe,
ama y socorre, llora y se conduele!

   Mas ya le ves que del Averno escuro
sale blandiendo la enemiga antorcha,
y acá y allá frenético bramando,
quema y mata y asuela cuanto topa.
Ni amarle puedes, ni odiarle; puedes
tan solo ver con lástima su hado,
hado crüel, que a enemistad y fraude
y susto y guerra eterna le conduce.

   Mas ¿por ventura tan adverso influjo
nunca su fuerza perderá? ¡Qué!, ¿el hombre
nunca mejorará?... Si perfectible
nació; si pudo a la mayor cultura
de la salvaje estúpida ignorancia
salir; si supo las augustas leyes
del universo columbrar, y alzado
sobre los astros, su brillante giro,
su luz, su ardor, su número y su peso,
infalible midió; si, más osado,
voló del mar sobre la incierta espalda
a ignotos climas, navegó en los aires,
dio al rayo leyes, y a distantes puntos,
como él veloz, por la tendida esfera
sus secretos envió; por fin, si pudo
perfeccionarse su razón, ¿tan sólo
será a su tierno corazón negada
la perfección? ¿Tan sólo esta divina,
deliciosa esperanza? ¡Oh caro Inarco!
¿No vendrá el día en que la humana estirpe,
de tanto duelo y lágrimas cansada,
en santa paz, en mutua unión fraterna,
viva tranquila? ¿En que su dulce imperio
santifique la tierra, y a él rendidos
los corazones de uno al otro polo,
hagan reinar la paz y la justicia?
¿No vendrá el día en que la adusta guerra
tengan en odio, y bárbaro apelliden
y enemigo común al que atizare
de nuevo su furor, y le persigan
y con horror le lancen de su seno?

   ¡Oh sociedad! ¡Oh leyes! ¡Oh crueles
nombres, que dicha y protección al mundo
engañado ofrecéis, y guerra sólo
le dais, y susto y opresión y llanto!
Pero vendrá aquel día, vendrá, Inarco,
a iluminar la tierra y los cuitados
mortales consolar. El fatal nombre
de propiedad, primero detestado,
será por fin desconocido. ¡Infame,
funesto nombre, fuente y sola causa
de tanto mal! Tú solo desterraste,
con la concordia de los siglos de oro,
sus inocentes y serenos días;
empero al fin sobre el lloroso mundo
a lucir volverán, cuando del cielo
la alma verdad, su rayo poderoso
contra las torres del error vibrando,
las vuelva en humo, y su asquerosa hueste
ahuyente y hunda en sempiterno olvido.

   Caerán en pos la negra hipocresía,
la atroz envidia, el dolo, la nunca harta
codicia, y todos los voraces monstruos
que la ambición alimentó, y con ella
serán al hondo báratro lanzados,
allá de do salieron en mal hora,
y ya no más insultarán al cielo.
Nueva generación desde aquel punto
la tierra cubrirá, y entrambos mares;
al franco, al negro etíope, al britano
hermanos llamará, y el industrioso
chino dará, sin dolo ni interese,
al transido lapón sus ricos dones.

   Un solo pueblo entonces, una sola
y gran familia, unida por un solo
común idioma, habitará contenta
los indivisos términos del mundo.
No más los campos de inocente sangre
regados se verán, ni con horrendo
bramido, llamas y feroz tumulto
por la ambición frenética turbados.
Todo será común, que ni la tierra
con su sudor ablandará el colono
para un ingrato y orgulloso dueño,
ni ya, surcando tormentosos mares,
hambriento y despechado marinero
para un malvado, en bárbaras regiones,
buscará el oro, ni en ardientes fraguas,
o al banco atado, en sótanos hediondos,
le dará forma el mísero artesano.
Afán, reposo, pena y alegría,
todo será común; será el trabajo
pensión sagrada para todos; todos
su dulce fruto partirán contentos.
Una razón común, un solo, un mutuo
amor los atarán con dulce lazo;
una sola moral, un culto solo,
en santa unión y caridad fundados,
el nudo estrecharán, y en un solo himno,
del Austro a los Triones resonando,
la voz del hombre llevará hasta el cielo
la adoración del universo, a la alta
fuente de amor, al solo Autor de todo.

autógrafo

Gaspar Melchor de Jovellanos

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4779

Re: Versos sueltos

.

    15

El amor empieza cuando se rompen los dedos
y se dan vuelta las solapas del traje,
cuando ya no hace falta pero tampoco sobra
la vejez de mirarse,
cuando la torre de los recuerdos, baja o alta,
se agacha hasta la sangre.

El amor empieza cuando Dios termina
y cuando el hombre cae,
mientras las cosas, demasiado eternas,
comienzan a gastarse,
y los signos, las bocas y los signos,
se muerden mutuamente en cualquier parte.

El amor empieza
cuando la luz se agrieta como un muerto disfrazado
sobre la soledad irremediable.

Porque el amor es simplemente eso:
la forma del comienzo
tercamente escondida
detrás de los finales.

autógrafo

Roberto Juarroz

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

Cuando duele tanto como dientes en el alma... Malú.

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4780

Re: Versos sueltos

Me chifla. En loor de trolls y trolas, me parto.

 

   54

La ventaja de los hombres planos
es que pueden vivir en casas planas
y pensar pensamientos planos,
que caben entre las hojas de los libros.

No necesitan pasos en la noche
ni ramas en los árboles.
No necesitan muchas habitaciones,
ni templos, ni caricias, ni candados.

Los hombres planos tapan las miradas
con tapones de corcho.
Y en sus casas no puede entrar la muerte
porque no encuentra espacio.

Los hombres planos siempre nos despistan,
aunque no tengan sombra.
La luna les va tejiendo corazones
y el tiempo les va tejiendo resultados.

Si les falta un candil, siempre arde alguna vela.
Si les falta la voz, el viento los disfraza.
Y les basta un perfil para ubicarse,
mientras llega su noche sin relieves.

autógrafo

Roberto Juarroz

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

Me parece genial...

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4781

Re: Versos sueltos

También, también...

 

 

El que puede, puede y lo demuestra. Lo he dicho muchas veces.

Quien no puede, no puede y lo intenta, pero no puede. Y te ríes de su odio aplastado y plano.

 

 

 DE LA BOCA ASOMBROSA DE LA NADA

De la boca asombrosa de la nada, 
que era el eco de un Alguien 
en busca de su espejo 
había estallado el mundo 
como un cuadro. Ni pincel ni color. 
Algodones de nubes poblaron el azul 
y un perfil encrestado de montañas 
se alzaba sin un nombre, una voz, un destino, 
la entrañable mirada que los llegara a ser 
definitivamente. 
Las frutas aliviaban el verde de los árboles 
rezumándose inútiles 
en espera de labios, 
y el mar, desde las rocas 
a nadie había amado aún. 
Dios silbaba en las ramas de los chopos 
arias de solitario 
y reía, escurriendo silencios, 
en el nadar incierto de los peces. 
0 era un trino de 
pájaros no oídos 
o sorpresa ausentada de la nieve, 
o brisa juguetona por los pétalos 
que nunca nadie olió como a perfume. 
Todo el mundo era un huérfano 
carente de palabra. 
Huían los caminos sin sentirse caminos. 
 Soñaba la madera con 
transformarse en silla, en porche, 
en la mesa redonda con un jarro de flores 
que mira a la ventana, 
o en el arca con sombra 
por cobijar al lino, 
que aún pendía, 
 añorando el calor de una piel, 
 del frágil ser del tallo. 
Era el mundo un edén 
sin el temblor de un dueño, 
un bosque sin pisadas, 
el hueco de un vacío sin tan siquiera el verbo 
soledad, 
brillante alumbramiento 
para nadie. 
El Creador se asomaba 
acodado en el marco 
y, después de un suspiro, se decía: 
«Es hermoso el retrato, mas le falta 
el brillo de los ojos». 
Caía todo el ser en búsqueda del tiempo. 
Moría en sí el espacio 
perdido en el deseo de alcanzar 
su conciencia. « ¡Qué sola —dijo Dios 
es la pura belleza! » 
«Vengamos de algún modo 
a gozar de la sombra de los robles 
en las tardes de sol 
y a dejar, con el paso, una forma de huella 
en la arena mojada de las playas; 
a engendrar con las piedras los hogares 
y a poblar a la noche 
de canciones. 
Que el jilguero se adorne con la risa 
y el haya se haga cuna 
y la rosa, recuerdo de la ausencia. 
Inclinose el Creador, 
 miró su Ser 
copiándose en la paz de las aguas. 
Cogió en su mano tierra 
y sopló hacia aquel mundo 
sus sueños infinitos. 
Cuando Adán despertó, 
 un azul transparente vibró en la savia oculta 
de las cosas. 
Ascendió a la montaña, 
se deslizó en la ola 
y en el nervio secreto de los árboles. 
Un pedazo de El se paseaba nombrando al universo. 
Había amanecido. 
«Ya tenemos espejo», 
exclamó el Hacedor 
sentado en su tertulia trinitaria. 
«Que sepa el hombre ahora 
del gozo de mirarse 
prolongado.» 
Y tomando su forma, dejó surgir 
lo otro a la medida misma 
de su sueño. «Serás como la loma 
redondamente tibia 
o la orilla de mar y el pecho reluciente 
de paloma. Serás ella, 
para que Adán se abra al abismo del tú, 
su mitad mejorada 
y sepa al contemplar sus ausencias.» 
Eva abrió las pestañas 
igual que la obertura de una gran sinfonía. 
Y Adán supo que el mar, la lluvia entre la hierba y el rugido 
del viento, tendrían para siempre 
un deje de infinito. 
Besó una mano a Eva 
rompiendo con su beso el límite sabido 
de las cosas. 
«Ya sé, Señor, que soy.» 
En el umbral ardiente de su abrazo 
sembraba ya su herencia, 
el mundo iluminado. 
Una sombra le urgía: 
 «Ve a poseerlo». 
Y otra íntima voz: 
«Sé solo, sé, y contémplalo.»

autógrafo
Pedro Miguel Lamet

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

Pero para poder, hay que leer mucho, durante años. No vale con copiar pegar siempre el mismo poema, porque más que hartazgo, provoca risa...

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4782

Re: Versos sueltos

Por motivos muy diferentes, otro apasionante es...

 

 

ODA XIX - A TODOS LOS SANTOS

¿Qué santo o qué gloriosa 
virtud, qué deidad que el cielo admira, 
oh Musa poderosa 
en la cristiana lira, 
diremos entretanto que retira

el sol con presto vuelo 
el rayo fugitivo en este día, 
que hace alarde el cielo 
de su caballería? 
¿qué nombre entre estas breñas a porfía

repetirá sonando 
la imagen de la voz, en la manera 
el aire deleitando 
que el Efrateo hiciera 
del sacro y fresco Hermón por la ladera?;

a do, ceñido el oro 
crespo con verde hiedra, la montaña 
condujo con sonoro 
laúd, con fuerza y maña 
del oso y del león domó la saña.

Pues, ¿quién diré primero, 
que el Alto y que el Humilde?, y que, la vida 
por el manjar grosero 
restituyó perdida, 
que al cielo levantó nuestra caída,

igual al Padre Eterno, 
igual al que en la tierra nace y mora, 
de quien tiembla el infierno, 
a quien el sol adora, 
en quien todo el ser vive y se mejora.

Después el vientre entero, 
la Madre desta Luz será cantada, 
clarísimo Lucero 
en esta mar turbada, 
del linaje humanal fiel abogada.

Espíritu divino, 
no callaré tu voz, tu pecho opuesto 
contra el dragón malino; 
ni tú en olvido puesto 
que a defender mi vida estás dispuesto.

Osado en la promesa, 
barquero de la barca no sumida, 
y a ti que la lucida 
noche te traspasó de muerte a vida.

¿Quién no dirá tu lloro, 
tu bien trocado amor, oh Magdalena; 
de tu nardo el tesoro, 
de cuyo olor la ajena 
casa, la redondez del mundo es llena?

Del Nilo moradora, 
tierna flor del saber y de pureza, 
de ti yo canto agora; 
que en la desierta alteza, 
muerta, luce tu vida y fortaleza.

¿Diré el rayo Africano? 
¿diré el Stridonés sabio, elocuente? 
¿o el panal Romano? 
¿o del que justamente 
nombraron Boca de oro entre la gente?

Columna ardiente en fuego, 
el firme y gran Basilio al cielo toca, 
mayor que el miedo y ruego; 
y ante su rica boca 
la lengua de Demóstenes se apoca.

Cual árbol con los años 
la gloria de Francisco sube y crece; 
y entre mil ermitaños 
el claro Antón parece 
luna que en las estrellas resplandece.

¡Ay, Padre! ¿y dó se ha ido 
aquel raro valor? ¡Oh!, ¿qué malvado 
el oro ha destruido 
de tu templo sagrado? 
¿quién cizañó tan mal tu buen sembrado?

Adonde la azucena 
lucía, y el clavel, do el rojo trigo, 
reina agora la avena, 
la grama, el enemigo 
cardo, la sinjusticia, el falso amigo.

Convierte piadoso 
tus ojos y nos mira, y con tu mano 
arranca poderoso 
lo malo y lo tirano, 
y planta aquello antiguo, humilde y llano.

Da paz a aqueste pecho, 
que hierve con dolor en noche escura; 
que fuera deste estrecho 
diré con más dulzura 
tu nombre, tu grandeza y hermosura.

No niego, dulce amparo 
del alma, que mis males son mayores 
que aqueste desamparo; 
mas, cuanto son peores, 
tanto resonarán más tus loores.

autógrafo

Fray Luis de León

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4783

Re: Versos sueltos

.

  IMITACIÓN DE DIVERSOS

  Vuestra tirana exención
y ese vuestro cuello erguido
estoy cierto que Cupido
pondrá en dura sujeción.
Vivid esquiva y exenta;
que a mi cuenta
vos serviréis al amor
cuando de vuestro dolor
ninguno quiera hacer cuenta.

  Cuando la dorada cumbre
fuere de nieve esparcida,
y las dos luces de vida
recogieren ya su lumbre:
cuando la ruga enojosa
en la hermosa
frente y cara se mostrare,
y el tiempo que vuela helare
esa fresca y linda rosa:

  Cuando os viéredes perdida,
os perderéis por querer,
sentiréis que es padecer
querer y no ser querida.
Diréis con dolor, Señora,
cada hora:
¡quién tuviera, ay sin ventura,
o agora aquella hermosura
o antes el amor de agora!

  A mil gentes que agraviadas
tenéis con vuestra porfía,
dexaréis en aquel día
alegres y bien vengadas.
Y por mil partes volando
publicando
el amor irá este cuento,
para aviso y escarmiento
de quien huye de su bando.

  —¡Ay! por Dios, Señora bella,
mirad por vos, mientras dura
esa flor graciosa y pura,
que el no gozalla es perdella,
y pues no menos discreta
y perfeta
sois que bella y desdeñosa,
mirad que ninguna cosa
hay que a amor no esté sujeta.

  El amor gobierna el cielo
con ley dulce eternamente,
¿y pensáis vos ser valiente
contra él acá en el suelo?
Da movimiento y viveza
a belleza
el amor, y es dulce vida;
y la suerte más valida
sin él es triste pobreza.

  ¿Qué vale el beber en oro,
el vestir seda y brocado,
el techo rico labrado,
los montones de tesoro?
¿Y qué vale si a derecho
os da pecho
el mundo todo y adora,
si á la fin dormís, Señora,
en el solo y frío lecho?

autógrafo

Fray Luis de León

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

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#4784

Re: Versos sueltos

¿Cómo se le puede ocurrir?

 

 

ROMANCE DE AQUEL HIJO QUE NO TUVE CONTIGO

Hubiera podido ser 
hermoso como un jacinto 
con tus ojos y tu boca 
y tu piel color de trigo, 
pero con un corazón 
grande y loco como el mío. 
Hubiera podido ir, 
las tardes de los domingos, 
de mi mano y de la tuya, 
con su traje de marino, 
luciendo un ancla en el brazo 
y en la gorra un nombre antiguo. 
Hubiera salido a ti 
en lo dulce y en lo vivo, 
en lo abierto de la risa 
y en lo claro del instinto, 
y a mí... tal vez que saliera 
en lo triste y en lo lírico, 
y en esta torpe manera 
de verlo todo distinto. 
¡Ay, qué cuarto con juguetes, 
amor, hubiera tenido! 
Tres caballos, dos espadas, 
un carro verde de pino, 
un tren con cuatro estaciones, 
un barco, un pájaro, un nido, 
y cien soldados de plomo, 
de plata y oro vestidos. 
¡Ay, qué cuarto con juguetes, 
amor, hubiera tenido! 
¿Te acuerdas de aquella tarde, 
bajo el verde de los pinos, 
que me dijiste: —¡Qué gloria 
cuando tengamos un hijo! 
Y temblaba tu cintura 
como un palomo cautivo, 
y nueve lunas de sombra 
brillaban en tu delirio. 
Yo te escuchaba, distante, 
entre mis versos perdido, 
pero sentí por la espalda 
correr un escalofrío... 
Y repetí como un eco: 
«¡Cuando tengamos un hijo!...» 
Tú, entre sueños, ya cantabas 
nanas de sierra y tomillo, 
e ibas lavando pañales 
por las orillas de un río. 
Yo, arquitecto de ilusiones 
levantaba un equilibrio 
una torre de esperanzas 
con un balcón de suspiros. 
¡Ay, qué gloria, amor, qué gloria 
cuando tengamos un hijo! 
En tu cómoda de cedro 
nuestro ajuar se quedó frío, 
entre azucena y manzana, 
entre romero y membrillo. 
¡Qué pálidos los encajes, 
qué sin gracia los vestidos, 
qué sin olor los pañuelos 
y qué sin sangre el cariño! 
Tu velo blanco de novia, 
por tu olvido y por mi olvido, 
fue un camino de Santiago, 
doloroso y amarillo. 
Tú te has casado con otro, 
yo con otra hice lo mismo; 
juramentos y palabras 
están secos y marchitos 
en un antiguo almanaque 
sin sábados ni domingos. 
Ahora bajas al paseo, 
rodeada de tus hijos, 
dando el brazo a... la levita 
que se pone tu marido. 
Te llaman doña Manuela, 
llevas guantes y abanico, 
y tres papadas te cortan 
en la garganta el suspiro. 
Nos saludamos de lejos, 
como dos desconocidos; 
tu marido sube y baja 
la chistera; yo me inclino, 
y tú sonríes sin gana, 
de un modo triste y ridículo. 
Pero yo no me doy cuenta 
de que hemos envejecido, 
porque te sigo queriendo 
igual o más que al principio. 
Y te veo como entonces, 
con tu cintura de lirio, 
un jazmín entre los dientes, 
de color como el del trigo 
y aquella voz que decía: 
«¡Cuando tengamos un hijo!...» 
Y en esas tardes de lluvia, 
cuando mueves los bolillos, 
y yo paso por tu calle 
con mi pena y con mi libro 
dices, temblando, entre dientes, 
arropada en los visillos: 
«¡Ay, si yo con ese hombre 
hubiera tenido un hijo!...»

Rafael de León

 

 

Me fascina su imaginación

 

 

¡¡Sed muy felices!!
 

 

 

 

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