El perfil de un inversor está definido por la relación que existe entre los riesgos que la persona está dispuesta a asumir y los rendimientos que espera obtener con la inversión. En función de este perfil, el inversor debe escoger el producto y el tipo de inversiones más convenientes a sus particularidades y necesidades específicas. Los dos factores a la hora de establecer el perfil de riesgo son: capacidad y tolerancia.
En términos generales, los
perfiles de riesgo del inversor más comunes son el
conservador (defensivo), moderado y arriesgado (agresivo). Los primeros priorizan las operaciones que tienen un alto porcentaje de éxito aunque tengan menores beneficios, mientras que los arriesgados sienten preferencia por las inversiones que pueden suponer más ganancias a pesar de que las probabilidades de conseguirlas son menores. Entre estos dos extremos, están los moderados.