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                                      FERNANDO ESTEVE MORA   

Hay algunos lectores que piensan  que me he "pasado" metiéndome con los bancos en la última entrada haciéndoles en buena medida responsables de la crisis de la vivienda en nuestro país. Se me dice que los bancos, y en general, el sistema financiero, no pueden ser responsables activos de la situación dado que son unos meros intermediarios financieros, cuya benemérita tarea consite básicamente en reasignar lo más eficientemente que puedan el ahorro de individuos y empresas que gastan menos de lo que ingresan hacia los individuos y empresas que quieren gastar más de lo que tienen, es decir que requieren de esos ahorros para llevar adelante sus planes de gasto en consumo e inversión por encima de sus posibilidades, como suele decirse.

La implicación de esta forma de ver el papel de los bancos como intermediarios es que nunca "se pueden pasar" concediendo préstamos pues su capacidad de conceder  créditos está limitada en último extremo por los depósitos que los ahorradores hayan hecho previamente, por lo que si -por ejemplo- dedican mucho de ese ahorro a la financiación de viviendas , menos será la parte disponible de ese ahorro para otros usos, es decir, que el coste de oportunidad de los créditos a la vivienda crecería, y en la misma medida el tipo de interés que se cobraría por ellos, lo que limitaría la financiación de la compra de viviendas de una manera interna al propio mercado, una autorregulación natural, por así decirlo, sin que fuera necesario acudir a la regulación externa del Estado.

Pues bien, esta imagen del sistema financiero como mero intermediario es la imagen que subyace a la teoría prekeynesiana de los fondos prestables de Dennis H. Robertson, una imagen que se cuenta todavía a los estudiantes  de las facultades de Economía como ideología para sustentar las políticas neoliberales de austeridad fiscal, no como descripción real de cómo opera el sistema financiero, pues en la práctica no sólo los economistas heterodoxos sino ya hasta los bancos centrales, siguiendo así al Banco de Inglaterra que lo manifestó explícitamente en 2014, distan de sostener esa ideológica y falaz visión de la operativa de los bancos.

Y es que la teoría de los fondos prestables es incorrecta aunque de un modo curioso pues hay una y solo una situación es que sí que da la respuesta correcta, es decir, que es una teoría empíricamente falsa de la misma manera que un mal reloj, un reloj que no funciona, da sin embargo correctamente -es decir, acierta-  la hora dos veces cada día,. Así,  de similar  manera, la teoría de los fondos prestables y la idea de los bancos como intermediarios financieros sólo predice correctamente lo que pasa en una economía  en el especialísimo caso en que el nivel de producción es el de pleno empleo.

No. Los bancos no son unos simples intermediarios financieros que ponen en contacto a ahorradores con inversores. Nunca cuando una persona va a una oficina de un banco a solicitar un crédito, el director le dice algo así como que espere un momento, que primero tiene que consultar a ver si hay algún nuevo depositante que haya abierto una cuenta para usar de ese fondo para financiar el préstamo que se le pide, que si no hay un fondo depositado "libre" pra usar pues que lamentándolo mucho no puede concederle el crédito.

No. Los bancos tienen un papel mucho más activo en la medida que, a la hora de conceder préstamos no se encuentran restringidos o limitados por la oferta de depósitos restantes o disponibles  en el sentido de no usados para otros créditos. Cierto, los depósitos crean, originan o permiten dar créditos, pero también y a la inversa, los créditos crean depósitos. Un banco puede dar todos los créditos que quiera independientemente de los depósitos que previamente tenga. Su restricción básica a la hora de conceder un préstamo no viene por la existencia de un depositante previo que ponga ese dinero en una cuenta de ahorro, dinero que luego financiará un crédito, sino por la capacidad del prestatario de devolver el préstamo que ha recibido con los correspondientes intereses.

Pero, ¿cómo es posible esto? ¿cómo es que los bancos pueden dar créditos sin tener el dinero para darlos de antemano? Para entender cómo un banco puede dar dinero sin tenerlo de antemano, transcribo aquí al pie de la leta una entrada ya vieja: :https://www.rankia.com/blog/oikonomia/4723650-deuda-cuento-1-parte
para que los lectores no pierdan el hilo de la argumentación.

"Corren muy malos tiempos en Villaabajo. Una crisis económica causada por una epidemia que les ha impedido trabajar  ha golpeado a sus habitantes, a quienes no les ha quedado otra que endeudarse. Son todos buena gente, gente moral, que mantiene como "artículo de fe" que las deudas siempre hay que pagarlas. Pero, claro, para pagarlas hay antes que tener ese dinero del que carecen y que ha sido  lo que les ha llevado  a endeudarse, y para conseguirlo  no les queda otra que  vender algo. Pero como nadie compra para poder ahorrar, guardar dinero y así  pagar sus deudas, nadie vende lo suficiente, luego nadie tiene suficiente dinero extra y nadie puede pagar sus deudas  Eso es la crisis, la crisis que no les deja vivir en paz, que no les deja vivir. 

Una tarde, al hotel del pueblo. llega un extraño individuo que pide una habitación, pero antes quiere comprobar si la habitación y la cama satisfacen sus especiales necesidades pues dice tener  el sueño muy muy ligero. Juan, el dueño del hotel, está de acuerdo  y le deja subir a la habitación a probar. Pero, como muestra de buena voluntad y de buenas intenciones, el extraño desconocido, le deja en garantía 100€.

Pues bien. Ni un segundo después del que el extraño se haya metido en el ascensor. Juan, con el billete en la mano sale corriendo y se dirige al restaurante de José, que está al lado del hotel. Entra y le pone en la mano de José los 100€ a la vez que le dice: "estamos en paz". Y es que Juan le debía a José 100€ de los desayunos que este había servido por la mañana. Tras eso, Juan, tranquilo y contento, satisfecho consigo mismo,  se vuelve a su hotel.

Pero la cosa no acaba aquí, pues tras la salida de Juan del restaurante, José -el dueño- se quita el mandil y también sale corriendo con los 100€ y se dirige al supermercado de Manuel, que está al lado. Entra, ve a Manuel y le da los 100€ a la vez que le dice: "estamos en paz". Y es que José también estaba endeudado con Manuel que le suministraba a crédito lo necesario para hacer los desayunos que José servía a Juan, el del hotel.
 
La cosa tampoco acaba aquí. Sigue. Pues Manuel, sale con el billete de su supermercado y se dirige a la casa que está justo al lado. LLama por el telefonillo al 3ºA, que es  donde vive Vanessa, quien le abre y le deja subir. Al verla, Manuel le dice: "estamos en paz"...y con una sonrisa le da el billete de 100€ y tras un guiño se va. Y es que la situación en Villaabajo es tan "chunga" que hasta Vanessa se ha visto obligada a prestar sus "servicios"  a crédito.  
 
Manuel ha cogido a Vanessa ya "arreglada" para irse a su "curro". Así que esta no pierde un instante y sale tras él. Pero antes de dirigirse a su "centro de trabajo": su "esquina", se pasa por el hotel de Juan...que ya está en recepción. Se le acerca sonriente y le da los 100€, pues se los debía por el uso de una habitación para su último servicio. "Estamos en paz", le dice a Juan, a la vez que se da la vuelta y sale del hotel como airosa, como con un peso de menos.

Pero no pasa ni un minuto antes de que la puerta del ascensor se abra y salga de él el extraño viajero del principio. Se acerca al mostrador de recepción y le dice a Juan que no, que la cama no le convence, que lamentándolo mucho no se va a quedar en el hotel pues está seguro de que si lo hiciera no pegaría ojo en toda la noche, que él bien sabe que su sueño es muy especial. Juan, en paz como está, como lo están el resto de habitantes del pueblo,  sabe sin embargo que  esta noche,él,  por fin libre de deudas, dormirá como un bendito, le dice sentir mucho que la habitación no le haya sido de su agrado , y le devuelve la garantía: el billete de  100€. Ambos se quedan en paz.

El extraño viajero, ya en la calle, saca un puro para fumárselo. Pero como sólo le queda una cerilla, y encender un puro es un proceso algo laborioso, decide hacerlo dando lumbre al billete de 100€ que le durará más que la cerilla. A fin de cuentas le da igual, pues el billete es falso.

Cosa esta que bien lo sabe él pues, a la luz del billete, la cara se ilumina y se descubre que el extraño viajero es un viejo profesor de Economía Alternativa que desde que fue expulsado por hereje de la universidad en la que impartía docencia se ha relacionado con "malas gentes", De los peorcito -según se dice. Falsificadores de moneda. Peores, para el Estado, que los violadores y asesinos.

¡Alto!
Parémonos aquí un momento. Sustituyamos en el cuento al "extraño viajero" que luego sabemos que es un profesor de Economía Alternativa, por un banco. Obsérvese que el "extraño viajero" lo que está haciendo es comportarse  como un banco ya que "presta" o adelanta "dinero" a Manuel  el hostelero sin realmente tener ese dinero, ya que el billete que desencadena el flujo de intercambios es falso, es decir que no es auténtico dinero: es papel mojado, no papel moneda. 

Ni qué decir tiene que en el mundo real, los bancos reales dan créditos a las personas reales sin necesidad de acudir a hacer billetes falsos: hacen sencillamente anotaciones contables. Uno va a un banco a pedir un crédito y si lo obtiene sale del banco sin un billete si así lo desea, simplemente con unos numeritos que aparecen en la pantalla de ordenador cuando accede a su cuenta. Numeritos que, obviamente, cuestan menos de hacer que el billete falso de nuestro cuento pero tan falsos (¿o verdaderos?) como el billete de 100€

Y es aquí donde surge el problema del exceso crediticio. Porque sucede que, como señaló Hyman Minsky, un sistema financiero competitivo tiene una inherente tendencia a la fragilidad financiera, es decir, que dado que los beneficios de los bancos proceden de la diferencia entre los intereses que cobran por los créditos que otorgan y los intereses de los depósitos que reciben, tienen tendencia, buscando maximizar beneficios, a pasarse de rosca y a otorgar créditos cada vez más arriesgados en el sentido de que su devolución está más sujeta a incertidumbre. Cada vendedor de un crédito hipotecario, por ejemplo, sabe que si él o su banco no lo otorga, alguno de la competencia lo hará, aunque ello suponga que el riesgo del entero sistema, la fragilidad del sistema, crece.

Y esta fragilidad financiera crece inevitablemente si los bancos otorgan créditos crecientemente dirigidos a financiar los intercambios de activos, como los inmobiliarios y los bursátiles. Y es que hay una diferencia entre financiar actividades económicas productivas, aquellas que tiene  por objetivo  plasmarse en la producción de  nuevos bienes y servicios valorados por las familias y empresas, y que generan por tanto más ingresos en forma de más salarios y más beneficios;  y financiar actividades improductivas como lo son la compra de activos ya existentes (edificios o acciones) con el objeto de cobrar rentas por su posesión o uso. Es una distinción radical e importantísima que arranca en David Ricardo.

No es lo mismo ser un rentista que ser un trabajador o un empresario. La financiación de actividades productivas genera, si tiene éxito, más valor añadido lo que permite a quienes se han endeudado para llevarlas a cabo pagar no sólo el principal de los créditos sino también los intereses. Por contra, la financiación de las compras de activos, no genera nuevo valor añadido, por lo que hay un peligro cierto de que esos créditos no se vean pagados si por las razones que sea las rentas o las plusvalías de los activos comprados a crédito no crecen como esperaban quienes pidieron los créditos. Y es que cómo le va a la economía rentista depende en último extremo de cómo el va a la economía real o productiva.  Ni qué decir tiene que cuando el sector financiero se decanta  descaradamente a favor de la financiación de la economía rentista en detrimento relativo de la productiva, lo que está haciendo es infrafinanciar a la economía real y aumentar paralelamente la fragilidad financiera de todo el sistema, y en consecuencia, aumentar el riesgo de una crisis financiera. 


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