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        FERNANDO ESTEVE MORA

 Le he estado dando algunas vueltas a la sentencia de Edmund Burke que era el eje central de la anterior auténtica entrada ( www.rankia.com/blog/oikonomia/5229378-economia-venganza-victimato.) Recuérdese, esa que dice que “el primer derecho del hombre en una sociedad civilizada es el de estar protegido contra las consecuencias de su propia necedad”. Y creo que se le puede sacar algo de "miga".  Y, para ello, aceptémosla de salida, como un axioma (que es , por cierto, lo que es para mí).

Y, ahora, veamos. Si  una sociedad civilizada es la que protege a los hombres de sus propias estupideces, parece evidente que, entre las sociedades económicamente “avanzadas”,  sólo aquellas que se conforman como estados del bienestar, y más concretamente, como lo hacen los estados de bienestar europeos pueden definirse como civilizadas, pues sólo en ellas los individuos tienen el derecho a ser protegidos de las consecuencias de su propia necedad en la mayoría de ámbitos de su comportamiento.

Tanto de los "frutos" económicos indeseables (desempleo, pobreza) de sus "malas" decisiones (desafortunadas inversiones, poca inversión educativa, escaso ahorro para la vejez) como de las consecuencias negativas en terrenos no estrictamente económicos (como, por ejemplo, en su salud) de otro tipo de comportamientos necios (adicciones de todo tipo, violencia, etc.), los individuos se encuentran protegidos en grado apreciable en esos estados europeos del bienestar. Por contra sucede  que  la sociedad norteamericana, con su raquítico estado del bienestar (en donde, por ejemplo, las mujeres no tienen derecho a baja remunerada cuando dan a luz, ni nadie en general a vacaciones pagadas), por muy desarrollada económicamente que esté no puede ser considerada  como enteramente civilizada en el sentido "burkeano" del término.


¿Significa lo anterior  que sólo las sociedades avanzadas económicamente y que pueden por ello permitirse un estado del bienestar, pueden contarse entre las civilizadas? No, con arreglo al criterio de Burke. Pueden existir sociedades económicamente pobres, incapaces de contar con una base fiscal que pueda sostener un estado del bienestar que, sin embargo, estén enteramente civilizadas en la medida que existan en ellas mecanismos sociales de base cultural, diferentes a los jurídicos propios de los estados modernos, pero que también sirvan para proteger a sus componentes de sus tonterías. Y es que las llamadas “sociedades tradicionales” pueden ser y son muchas veces enteramente civilizadas en este sentido "burkeano" de la palabra. Los antropólogos han estudiado multitud de sociedades no económicamente desarrolladas en las que la cultura, la religión  y las redes sociales o familiares protegían de alguna manera a sus miembros  de sus irracionalidades, lo que explica su permanencia en el tiempo.  


Pero sigamos, si  definimos como Burke la civilización, ¿cómo, entonces,  se puede definir una sociedad no-civilizada, o sea, salvaje? Una manera, a partir de la definición de Burke sería hacerlo por contraposición. Una sociedad sería  por tanto "burkeanamente"  salvaje si en ella no se respeta ese derecho de los individuos a ser protegidos de sus propias necedades...por lo que habrían en consecuencia de arrostrar, privada o individualmente, o sea, en "su propia piel", las consecuencias de sus decisiones, las necias también.

Que no serían otras que las que ya Charles Darwin había señalado en su teoría de la evolución. Es la esencia del pensamiento darwinista que aquellos seres vivos que actúan estúpidamente, sean o no conscientes de ello, tengan o no la capacidad para actuar racionalmente, sencillamente perecen, o su estirpe o línea genética se corta. Es la llamada selección natural que, naturalmente, selecciona contra los que toman de forma sistemática decisiones estúpidas, necias.

Y lo que se da en el salvaje mundo natural se daría también en las sociedades humanas salvajes. ¿Un ejemplo? Pues uno muy actual. El que conforman los imbéciles negacionistas del COVID-19 y de las vacunas. Toda esta gente, en una sociedad  auténticamente salvaje, sencillamente irían muriendo, ellos y sus hijos, ya en esta pandemia o en cualquier otra. Si no sucede así, ello se debe a  dos razones: 1ª) Se benefician de los efectos externos positivos de todos los que actuamos racionalmente y nos vacunamos, y no les exigimos compensación por ese beneficio del que se aprovechan; y  2ª) Como viven en sociedades civilizadas, cuando enferman, se les trata médicamente, en vez de abandonarlos a su destino fuera de la sociedad, como no hace mucho se hacía con los leprosos y apestados, que es por cierto el comportamiento que una sociedad auténticamente salvaje elegiría  para protegerse de semejantes estúpidos cuya necedad facilita la expansión de las enfermedades contagiosas.

Ahora bien, algo que se le "escapó" a Burke es que el estado de civilización en una sociedad no es un estado de "equilibrio estable”, o sea, un estado que se mantenga a sí mismo o se autoperpetúe sin ayudas externas, pues tiende en sí mismo a degenerar. Es decir, la civilización siempre está en un equilibrio inestable, Puede desaparecer en cualquier momento, como incontables historiadores y filósofos han señalado. Y no sólo por la habituales causas externas (como las invasiones o las guerras o las catástrofes naturales)  sino internas.

Una de esas causas "internas" de esa "degeneración" que siempre afecta a las sociedades civilizadas, y que se sigue directamente de la noción de civilización de  Burke,  es la que recibe en Economía el nombre de “riesgo moral”. Y es que ocurre que si los hombres están enteramente protegidos de sus necedades, tienden a descuidarse en sus decisiones. O sea, a tomar cada vez más decisiones necias o decisiones irracionales. Si este comportamiento se se generaliza, el entero sistema social inevitablemente entra en crisis. Colapsa.  Es por ello, que el mantenimiento del "estado de civilización", inestable en sí mismo como lo es, exige de atención y cuidado permanentes por parte de las instituciones sociales, del estado en último término que ha de contrarrestar continuamente las malas o necias decisiones que toman los "protegidos"/civilizados miembros de las sociedades civilizadas, pero que, a la vez, puede al hacerlo se arriesga a "pasarse" y ser demasiado protector lo que, a su vez, genera ineficiencias. 

Pues bien, es ese riesgo que acecha a las sociedades "civilizadas" es el que acentúan y subrayan los pensadores neoliberales: L. von Mises, F. von Hayek, Ayn Rand y R. Nozick, los "padres mentores" de los economistas de la escuela austriaca. Para estos autores no sólo las sociedades "civilizadas" incentivan los comportamientos necios y la "degeneración" económica y social por su hiperprotección, sino que, además, en sí misma, esta protección social es criticable pues supone emprender un camino a la "servidumbre" sin retorno, al socialismo,  pues a cambio de protegerlos los estados les "roban" a los individuos su libertad.

Como "salida", los pensadores neoliberales y los economistas austríacos  pasan entonces a defender una suerte de capitalismo puro o ideal como remedio tanto a la degeneración social asociada a la generalización de la necedad en las sociedades humanas como a su caída en la esclavitud. Su idea es que en tal sistema de capitalismo puro, la competencia no sólo en lo mercados sino en todos los ámbitios de la vida actuaría exactamente como la hace la selección natural darwiniana en la Naturaleza no humana, de modo que los necios, ya sea de salida (o necios genéticos) o los necios sobrevenidos (por excesiva protección o por dejadez)  que no se autocorrigieran acabarían pobres, y muchos, los más "degenerados",  muertos por simple inanición. Dicho de otro modo, la sociedad salvaje del capitalismo neoliberal radical sería un mecanismo eugenésico que premiaría a los "listos" y capaces, los emprendedores y penalizaría a los tontos, débiles e impotentes, quienes, en el mejor de los casos, acabarían al servicio, o mejor, en la servidumbre  de estos nuevos señores tecnofeudales. (Léase sobre esto: Joel Kotkin: The Coming of Neo-Feudalism. A warning to the global middle class). En ese tipo de sociedad incivilizada o salvaje no habría otro freno a la desaparición de los perdedores inservibles para los triunfadores que el que surgiese de su buena disposición o sea, de sus reales ganas, para salvar/mantener a  aquellos que  "graciosamente" quisiesen.

Esta es la razón por la que no me haya extrañado nunca el encontrar a tanto cristiano entre los economistas austriacos que conozco. Y es que aceptar conscientemente  tamaña  inhumanidad: la idea de permitir que la selección natural rija también en las sociedades humanas (el llamado "darwinismo social")  debe ser para muchos de ellos  moralmente insoportable, de modo que, como salida para eliminar esa disonancia cognitiva (el verse a sí mismos a la vez como seres morales defendiendo lo mejor para sus congéneres y como defensores del darwinismo social radical)  a la que les aboca lógicamente su defensa del capitalismo puro o salvaje, se adscriben a una moral como la cristiana que dulcifique su aterrador mundo al imponer la obligación de cuidar de alguna manera de los perdedores so pena de acabar en los infiernos. Cuidarlos, no porque tengan derecho a ello, sino por su obligación moral externa. No, por tanto, sino por "razones" de moralidad privada. Aplauden así a rabiar el comportamiento de esos  triunfadores "benefactores" , a esos "filántropos" ante los que se les cae la baba, como los  Bill Gates y demás que por diferentes razones ("incluso" fiscales) dedican algo de sus ingresos a subvencionar a los económicamente inútiles. Aunque hay otros que no tienen el menor empacho en atenerse en estrictamente  a lo que prescribe  su "teoría". Pienso aquí, por ejemplo, en gentes como  Peter Thiel, el fundador de Paypal, o Elon Musk, po los muy siniestros hermanos Koch, para quienes los perdedores, en la medida que no son emprendedores,  o sea,  auténticamente humanos, distan por ello de de ser plenamente humanos como lo son ellos. Subhumanos en suma, más despreciables en último término que sus animales de compañía, pues al menos estos últimos,por carecer de racionalidad, no son por ello "culpables" de su incapacidad para serlo, de su fracaso. 

El problema con esta perspectiva es muy sencillo. Y es que, como bien señaló Jose Antonio Coderch en frase inmortal, “la estupidez está al alcance de cualquier inteligencia”  (Debo la cita a su amigo Oscar Tusquets, el ensayista más antivanidoso, interesante y convivencial de este país). De modo que no basta con ser inteligente para no cometer estupideces. Ni mucho menos.

Por otro lado, sucede que una de las leyes intrínsecas del capitalismo puro, libre o desregulado es la de que su funcionamiento  se conlleva el crecimiento de la desigualdad. Esto ya se sabía antes de Piketty, pero ha sido él quien ha puesto de moda y ha hecho que todo el mundo sea consciente de la validez de esa ley. Sencilamente, en ausencia de intervenciones contrarrestantes, el capitalismo puro genera cada vez menos  triunfadores y, por ello mismo, cada vez más perdedores, más fracasados. La distribución de la riqueza sería pues  fractal. Conforme más arriba en esa distribución habría menos gente pero cada vez muchísimo más rica.  Se trata de la élite. Del famoso 1% o del 0,1%.

Ahora bien, ciertamente,  la riqueza atonta. Es decir, que esos ultrarricos aislados como lo están por su riqueza de las consecuencias de sus necedades por su riqueza, se vuelven más propensos a cometer estupideces sin cuento. Sencillamente, su propia riqueza les protege de las consecuencias de ellas, mucho más por cierto de lo que protegen  los estados del bienestar a sus ciudadanos.

Un ejemplo singularmente revelador y paradigmático de cómo ni la inteligencia ni la riqueza “protege” contra la necedad nos lo ofreció ese auténtico dechado de virtudes capitalistas y modelo de hombre del nuevo capitalismo neoliberal, (san) Steve Jobs. Teniendo a s disposición los mejores tratamientos científicos, su necia forma de afrontar su cáncer de páncreas le llevó darwinianamente a la sepultura. Un ejemplo preclaro de la selección natural contra los necios inteligentes.

Pero, fuera de casos particulares como el de Steve Jobs, los economistas no-austriacos llevan decenas de años señalando cómo el sistema económico capitalista es un sistema complejo de modo que las consecuencias de las decisiones individuales, por muy racionales que estas sean a escala individual, pueden devenir en irracionales cuando se ven desde un punto de vista agregado. A ello se le ha llamado de muchas maneras: "tiranía de las pequeñas decisiones", "dilemas del prisionero multipersonales", "dinámicas caóticas no-lineales".

Es por ello que  las propuestas "austriacas" de un capitalismo puro no funcionan, o sea, que un capitalismo ideal o puro sería en la práctica aún más inestable que el capitalismo "burkeanamente" domesticado o civilizado. Un ejemplo de esa labor desembrutecedora es la entera política económica keynesiana que exige de la continuada presencia e intervención del estado en la economía y la sociedad, pese a sus conocidas ineficiencias, para contrarrestar los mucho más graves necios efectos agregados esperables de los "racionales" comportamientos de los racionales empresarios.  Intervenciones siempre cuestionadas y cuestionables. Nunca perfectas. Recordemos los salvamentos de los bancos en la última crisis financiera. Sin duda una "intervención imperfecta, mejor o peor diseñada en los distintos países, pero, ¿cuál era la alternativa? ¿Dejar que toda la economía colapsara?

(Cierto que los "austríacos"  creen que un sistema capitalista puro o ideal sería también perfecto. Que en él no se darían ninguna de esas crisis que afectan a los capitalismos impuros o reales pues creen que esas crisis se deben precisamente a la intervención del estado, fijando un tipo de interés distinto al ideal o "natural"  (que, por cierto, nadie sabe nunca cuál debería ser).  No hay aquí espacio para criticar esta visión, cuasirreligiosa, que sólo comparten quienes tienen fe en esa perfección)


Pero, además y por otro lado, se tiene que  la lógica darwinista de la selección natural no puede "funcionar" en un capitalismo puro o austriaco. Y es que, como Marx o Pareto bien sabían, a diferencia de los perdedores en la Naturaleza, a los que no queda otra opción que desaparecer, a los perdedores en el capitalismo, que son mayoría, tienen siempre una alternativa. Y es la de no aceptar su situación. La alternativa de "romper la baraja", de no acatar las reglas del juego capitalista y recurrir a  la violencia contra los pocos triunfadores, contra la elite.

A fin de cuentas, ¿no son acaso esos superhombres por el mero hecho de serlo  para el resto de seres humanos sino miembros de una especie no-humana, una suerte de  alienígenas, entes no humanos a quienes habría que combatir por estrictas razones de supervivencia. (https://www.rankia.com/blog/oikonomia/5014904-gigantes-enanos-economicos)?. Es, a este respecto, alucinantemente estúpida la "salida" del sustituto de Steve Jobs como nuevo prototipo de ser humano de éxito,   Peter Thiel, quien ante lo que para él es inadmisible, el que los estados intervengan en sus "business" y en los de sus semejantes, se plantean crear islas artificiales en aguas internacionales  e irse a ellas para vivir de sus riquezas al margen. Ni qué decir tiene que, sin protección de algún estado, sus posibilidades de supervivencia sería mínimas.

Por ello, a nadie le debería de extrañar el que, pese a su defensa de boquilla del liberalismo y la democracia, es indudable que el capitalismo puro sólo puede (mal)funcionar en un estado dictatorial (y lo siento por gentes como los austríacos españoles  Juan Ramón Rallo o Daniel Lacalle de quienes no dudo de que, en política, defiendan al liberalismo democrático clásico aunque ello les suponga caer en contradicción lógica con su neoliberalismo económico). Y es que neoliberalismo equivale o exige, tarde o temprano, la dictadura política. Es lo que hay...y es lo lógico pues a la élite de triunfadores,  para evitar que la masa de perdedores les "acogote" y les quite violentamente "lo suyo": lo que se han ganado en los mercados, no les queda otra que la de ser ellos los que se anticipen y ejerzan el control, el poder autoritario contra la masa, la violencia.

Fue por ello enteramente lógico que el único ejemplo conocido en que se trató de llevar a la  realidad el modelo austriaco de capitalismo, el neoliberal, ello se hizo  bajo la sangrienta dictadura de Pinochet. No fue por azar. No fue por casualidad. Se hizo conscientemente pues los "Chicago Boys", bien formados por Hayek y Friedman, sabían que la democracia es en sí un freno al capitalismo puro, pues los muchos perdedores tratarán por la via de la política de compensar de alguna manera su fracaso en el libre mercado. Los neoliberales, los austríacos,  en el obligado trance entre escoger entre la libertad de mercado y la libertad política al que tendrían que hacer frente saben perfectamente lo que su posición les obliga a elegir:  la libertad de mercado, cueste lo que cueste. Es lo que hay.

Pues bien, entre la vieja dictadura de los perdedores (la famosa dictadura del proletariado) y la moderna dictadura de los triunfadores (la dictadura de las élites que defienden los neoliberales), yo me quedo con la vieja, inestable, "ineficiente" y  renqueante sociedad civilizada "burkeana", la que defendía  la socialdemocracia de antes, no la de ahora. Es una pena que cada vez seamos menos los que así pensamos.      
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  1. en respuesta a Fernando Labaig
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    #2
    04/01/22 14:06
    Si he dado esa impresión, lo siento. Aunque en casos individuales, el desempleo u otros fracasos de índoles económica puede ser efecto de una estupidez personal, cuando esa situación esta generalizada, es decir, en situaciones de elevadas tasas de desempleo que obligan a la gente a malvivir o a emigrar, la causa del problema no es personal sino de diseño del sistema.  El que haya acentuado "lo personal" en mi post, se debe a que he seguido aquí a alguien que se que te gusta, Orson Welles. Dijo una vez que "hay que dar a todos los personajes (policía corrupto, femme fatale, gángster de hielo, millonario implacable, ..) sus mejores argumentos" . O sea, he tratado de argumentar dando a los "neoliberales" sus "mejores argumentos", pero ni con esas. Y me da que al final, el futuro será suyo...y que el siglo XX se nos va repetir. (¡Ah! La cita de Welles. como la de Coderech, se la debo a Oscar Tusquets)
  2. #1
    29/12/21 17:02
    Excelente post. Sólo creo que deberías matizar alguna frase en la que se da por sentado que algún tipo de fracaso, como el paro o la pobreza, son producto de la propia estupidez, lo que obviamente no es cierto, aunque algunos neoliberales puedan pensarlo.