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Versos sueltos

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Versos sueltos
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626 / 638
#5001

Re: Versos sueltos

-

     CANTO DEL MACHO ANCIANO
      (Fragmento 1)

      Sentado a la sombra inmortal de un sepulcro,
o enarbolando el gran anillo matrimonial herido
          a la manera de palomas que se deshojan
          como congojas,
escarbo los últimos atardeceres.

      Como quien arroja un libro de botellas tristes
          a la Mar-Oceáno
o una enorme piedra de humo echando sin embargo
          espanto a los acantilados de la historia
o acaso un pájaro muerto que gotea llanto,
voy lanzando los peñascos inexorables del pretérito
contra la muralla negra.

      Y como ya todo es inútil,
como los candados del infinito crujen en goznes
          mohosos,
su actitud llena la tierra de lamentos.

      Escucho el regimiento de esqueletos del gran
          crepúsculo,
del gran crepúsculo cardíaco o demoníaco, maníaco
          de los enfurecidos ancianos,
la trompeta acusatoria de la desgracia acumulada,
el arriarse descomunal de todas las banderas,
          el ámbito terriblemente pálido
de los fusilamientos, la angustia
del soldado que agoniza entre tizanas y frazadas,
          a quinientas leguas abiertas
del campo de batalla, y sollozo como un pabellón
          antiguo.

      Hay lagrimas de hierro amontonadas, pero
por dentro del invierno se levanta el hongo infernal
          del cataclismo personal, y catástrofes
          de ciudades
que murieron y son polvo remoto, aúllan.

      Ha llegado la hora vestida de pánico
en la cual todas las vidas carecen de sentido,
          carecen de destino, carecen de estilo y de 
          espada,
carecen de dirección, de voz, carecen
de todo lo rojo y terrible de las empresas
          o las epopeyas o las viviendas ecuménicas,
que justificarán la existencia como peligro y como
          suicidio; un mito enorme,
equivocado, rupestre, de rumiante
fue el existir; y restan las chaquetas solas del
          ágape inexorable, las risas caídas
          y el arrepentimiento invernal de los excesos,
en aquel entonces antiquísimo con rasgos de santo
          y de demonio,
cuando yo era hermoso como un toro negro y tenía
          las mujeres que quería
y un revólver de hombre a la cintura.

      Faltan las glándulas
y el varón genital intimidado por el yo rabioso,
          se recoge a la medida del abatimiento
          o atardeciendo
araña la perdida felicidad en los escombros;
el amor nos agarró y nos estrujó como a limones
          desesperados,
yo ando lamiendo su ternura,
pero ella se diluye en la eternidad, se confunde
          en la eternidad, se destruye en la eternidad
          y aunque existo porque batallo y "mi poesía
          es mi militancia",
todo lo eterno me rodea amenazándome y gritando
          desde la otra orilla.

      Busco los musgos, las cosas usadas y 
          estupefactas,
lo postpretérito y difícil, arado de pasado
          e infinitamente de olvido, polvoso y mohoso
          como las panoplias de antaño, como
          las familias de antaño, como las monedas
          de antaño,
con el resplandor de los ataúdes enfurecidos,
el gigante relincho de los sombreros muertos,
          o aquello únicamente aquello
que se está cayendo en las formas
el yo público, la figura atronadora del ser
que se ahoga contradiciéndose.

      Ahora la hembra domina, envenenada,
y el vino se burla de nosotros como un cómplice
          de nosotros, emborrachándonos, cuando nos
          llevamos la copa a la boca dolorosa,
acorralándonos y aculatándonos contra nosotros
          mismos como mitos.

      Estamos muy cansados de escribir universos
          sobre universos
y la inmortalidad que otrora tanto amaba el corazón
          adolescente, se arrastra
como una pobre puta envejeciendo;
sabemos que podemos escalar todas las montañas
          de la literatura como en la juventud heroica,
          que nos aguanta el ánimo
el coraje suicida de los temerarios, y sin embargo
          yo,
definitivamente viudo, definitivamente solo,
          defnitivamente viejo, y apuñalado de 
          padecimientos,
ejecutando la hazaña desesperada de sobrepujarme,
el autorretrato de todo lo heroico de la sociedad
          y la naturaleza me abruma;
¿qué les sucede a los ancianos con su propia
          ex combatiente sombra?
se confunden con ella ardiendo y son fuego
          rugiendo sueño de sombra hecho de sombra,
lo sombrío definitivo y un ataúd que anda llorando
          sombra sobre sombra.

autógrafo

Pablo de Rokha

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#5002

Re: Versos sueltos

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      CANTO DEL MACHO ANCIANO
      (Fragmento 2)

      Viviendo del recuerdo, amamantándome
del recuerdo, el recuerdo me envuelve y al retornar
          a la gran soledad de la adolescencia,
padre y abuelo, padre de innumerables familias,
raguño los rescoldos, y la ceniza helada agranda
          la desesperación
en la que todos están muertos entre muertos,
y la más amada de las mujeres, retumba en 
          la tumba de truenos y héroes
labrada con palancas universales o como bramando.

      ¿En qué bosques de fusiles nos esconderemos
          de aquestos pellejos ardiendo?
porque es terrible el seguirse a sí mismo cuando
          lo hicimos todo, lo quisimos todo,
          lo pudimos todo y se nos quebraron
          las manos,
las manos y los dientes mordiendo hierro con
          fuego;
y ahora como se desciende terriblemente de 
          lo cuotidiano a lo infinito, ataúd por ataúd,
desbarrancándonos como peñascos o como caballos
      mundo abajo,
vamos con extraños, paso a paso y tranco a tranco
          midiendo el derrumbamiento general,
calculándolo, a la sordina,
y de ahí entonces la prudencia que es la derrota
          de la ancianidad;
vacías restan las botellas,
gastados los zapatos y desaparecidos los amigos
          más queridos, nuestro viejo tiempo, la época
y tú, Winétt, colosal e inexorable.

      Todas las cosas van siguiendo mis pisadas
          ladrando desesperadamente,
como un acompañamiento fúnebre, mordiendo
          el siniestro funeral del mundo, como
          el entierro nacional
de las edades, y yo voy muerto andando.
          Infinitamente cansado, desengañado, errado,
con la sensación categórica de haberme equivocado
          en lo ejecutado o desperdiciado
          o abandonado o atropellado al avatar del
          destino
en la inutilidad de existir y su gran carrera
          despedazada;
comprendo y admiro a los líderes,
pero soy el coordinador de la angustia del universo,
          el suicida que apostó su destino a la baraja
de la expresionalidad y lo ganó perdiendo
          el derecho a perderlo,
el hombre que rompe su época y arrasándola, le da
          categoría y régimen,
pero queda hecho pedazos y a la expectativa;
rompiente de jubilaciones, ariete y símbolo
          de piedra,
anhelo ya la antigua plaza de provincia
y la discusión con los pájaros, el vagabundaje y 
          la retreta apolillada en los extramuros.

      Está lloviendo, está lloviendo, está lloviendo,
¡ojalá siempre esté lloviendo, esté lloviendo
          siempre y el vendaval desenfrenado que
          yo soy íntegro, se asocie
a la personalidad popular del huracán!

      A la manera de la estación de ferrocarriles,
mi situación está poblada de adioses y de ausencia,
          una gran lágrima enfurecida
derrama tiempo con sueño y águilas tristes;
cae la tarde en la literatura y no hicimos lo que 
          pudimos,
cuando hicimos lo que quisimos con nuestro pellejo.

      El aventurero de los oceános deshabitados,
el descubridor, el conquistador, el gobernador
          de naciones y el fundador de ciudades
          tentaculares,
como un gran capitán frustrado,
rememorando lo soñado como errado y vil
          o trocando en el escarnio celestial del
          vocabulario
espadas por poemas, entregó la cuchilla rota del
          canto
al soñador que arrastraría adentro del pecho
      universal muerto, el cadáver de un conductor
      de pueblos,
con un bastón de mariscal tronchado y echando
llamas.

El "borracho, bestial, lascivo e iconoclasta" 
como el cíclope de Eurípides, queriendo y muriendo de amor, arrasándola
          a la amada en temporal de besos, 
es ya nada ahora más que un león herido y mordido de cóndores.

Caduco en "la República asesinada"
y como el dolor nacional es mío, el dolor popular me horada la palabra, 
          desgarrándome,
como si todos los niños hambrientos de Chile fueran mis parientes;
el trágico y el dionisíaco naufragan en este enorme atado de lujuria en angustia, 
          y la acometida agonal
se estrella la cabeza en las murallas enarboladas de sol caído,
trompetas botadas, botellas quebradas, banderas ajadas, ensangrentadas por el
          martirio del trabajo mal pagado;
escucho la muerte roncando por debajo del mundo
a la manera de las culebras, a la manera de las escopetas apuntándonos a la 
          cabeza, a la manera
de Dios, que no existió nunca.

autógrafo

Pablo de Rokha

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#5003

Re: Versos sueltos

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   CANTO DEL MACHO ANCIANO
      (Fragmento 3)

Entiendo el infierno universal, y como no estoy viviendo
    en el techo del cielo, me ofende personalmente la agresión
    arcangélica de la Iglesia y el Estado,
el “nido de ratas”, y la clínica metafísica de “el arte por el arte”...

Las batallas ganadas son heridas marchitas, pétalos
de una gran rosa sangrienta,
por lo tanto combato de acuerdo con mi condición de insurgente,
    dando al pueblo voz y estilo...

A la agonía de la burguesía, le corresponde esta gran protesta
    social de la poesía revolucionaria, y los ímpetus
    dionisíacos tronchados o como bramando
por la victoria universal del comunismo,
o relampagueando a la manera de una gran espada o cantando
    como el pan de casa modesta
emergen de la sociedad en desintegración que reflejo
en acusaciones públicas, levantadas como barricadas en las
    encrucijadas del arte;
mis poemas son banderas y ametralladoras,
salen del hambre nacional hacia la entraña de la explotación humana,
y como rebota en Latinoamérica
el impacto mundial de la infinita energía socialista que asoma
en las auroras del proletariado rugiente,
saludo desde adentro del anochecido la calandria madrugadora;
y aunque me atore de adioses que son espigas y vendimias
    de otoños muy maduros,
el levantamiento general de las colonias, los azotados y los fusilados
    de la tierra encima del ocaso de los explotadores
    y la caída de la esclavitud contra los propios escombros
    de sus verdugos,
una gran euforia auroral satura mis padecimientos
y resuena la trompeta de la victoria en los quillayes y los maitenes
    del licantenino...

Indiscutiblemente soy pueblo ardiendo,
entraña de roto y huaso, y la masa humana me duele, me arde, me ruge
en la médula envejecida como montura de inquilino de Mataquito,
por eso comprendo al proletariado no como pingajo de oportunidades
        bárbaras,
sino como hijo y padre de esa gran fuerza concreta de todos los pueblos,
que empuja la historia con sudor heroico y terrible
sacando del arcano universal la felicidad del hombre, sacando 
    del andrajo espigas y panales...

Tranqueo los pueblos rugiendo libros, sudando libros,
    mordiendo libros y terrores
contra el régimen que asesina niños, mujeres, viejos con macabro
    trabajo esclavo, arrinconando en su ataúd 
a la pequeña madre obrera en la flor de su ternura,
ando y hablo entre mártires tristes y héroes de la espoliación, sacando
    mi clarinada a la vanguardia de las épocas, oscura e imprecatoria
de adentro del espanto local que levanta su muralla de puñales y de fusiles...

adiós! ... cae la noche herida en todo lo eterno por los balazos del sol
    decapitado que se derrumba gritando cielo abajo...

autógrafo

Pablo de Rokha

 

 

 

Puse los tres fragmentos, hay que meditarlo parte a parte...

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#5004

Re: Versos sueltos

-

 

DE LO QUE CONTESÇIÓ AL ARCIPRESTE CON LA SSERRANA BICICLETA E DE LAS FIGURAS DELLA

La habría el Arcipreste amado a la bicicleta 
con gozo nupcial, la habría en cada cuerda acariciado, 
deseado por vedette piernilarga en el carrousel 
de aqueste gran fornicio que es la Tierra, profundizado 
con ciencia de aceite por 
máquina suntuosa, pedaleado hasta el paroxismo 
olor a fucsia en la fermosura de la moza.

Montado así en arrebato tan desigual cómo hubiérala 
nadado con arte esquivo haciendo uno 
timón y manubrio sin saber por dónde desembarcar, 
alazana como es la imantación de la seda 
entre rueda y muslo, cómo 
por medieval que parezca el gallo y la cresta 
del mester del gallo, bodas 
hubiera habido por el suelo de algún Don Arcipreste abrupto que otrora 
fuera carnal y sacramental, bodas con

extremaunción y alambre, bodas de risa 
con misa y otras astucias, ¿quién lo manda 
a desear la costilla de su prójimo, a verdear 
con cualquier loca por allí, a 
andar viendo mujer en cada escoba 
con joroba?, ¿aluminio 
donde no hay más que exterminio?, 
¿quería 
maja? Bueno, 
ahí tiene mortaja.

autógrafo
Gonzalo Rojas

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#5005

Re: Versos sueltos

Hablando del sXXI

 

 

  OCHENTA VECES NADIE

¿Y?, rotación y
traslación, ¿nos
vemos
el XXI? ¿Nos
vamos o
nos quedamos? Van 80,
y qué.
De nariz
van 80, de aire, de mujeres
velocísimas que amé, olí, palpé, de
mariposas maravillosas del Cáucaso irreal adonde
no se llega tan fácilmente porque no hay Cáucaso irreal, de eso
y nada van 80, de olfato
de niñez corriendo Lebu abajo, los pies
sangrientos rajados por el roquerío y el piedrerío, de eso, del
carbón pariente del diamante, de las
gaviotas libérrimas van
80, del zumbido
ronco del mar,
de la diafanidad del mar.
Habrá viejos y viejos, unos
vueltos hacia la decreptitud y otros
hacia la lozanía, yo estoy
por la lozanía, el cero
uterino es cosa de los mayas, no hay cero
ni huevo cósmico, lo que hay en este caso
—y que se me entienda de una vez— es un ocho
carnal y mortal con mis orejas de niño
para oír el Mundo, un ocho

intacto y pitagórico, mis hermanos
paridos por mi madre fueron ocho, los pétalos
del loto, la rosa de los vientos, lo innumerable
de la Eternidad, mi primer salto al vacío
desde el muelle de fierro contra el oleaje, ahí voy. Difícil
ocho mío nadar con este viejo a cuestas.
Bueno, y si muero el cero ya es otra cosa
y eso se verá si es que procede
el mérito del resurrecto. La apuesta es ahora,
ese ahora libertino cuando uno
todavía echa semen sagrado en las muchachas, y
no escarmienta, construye casas,
palafitos airosos construye para desafiar al esqueleto, viaja,
odia la televisión, vive solo
en su casa larga de Chillán de Chile, unos setenta
metros de nadie, cuida
las rosas, acepta las espinas, se
aparta al diálogo con su difunta, rema en el aire
a lo galeote, como antes, todo en él es antes, el
encantamiento es antes, el
sol es antes, el amanecer,
las galaxias son antes.
Así las cosas, ¿nos entonces vemos
el XXI? Los
verdaderos poetas son de repente: nacen
y desnacen en cuatro líneas, y
nada de obras completas,
otros
entreleen a su Homero por ahí en inglés entre el ruido
de los aeropuertos a falta de Ilion,
Hólderlin
fue el último que habló con los dioses,
yo
no puedo. El Hado
no da para más pero hablando en confianza ¿quién
da para más?, ¿el aquelarre
de los nuevos brujos de la Física?, ¿el amor?, pero
¿qué se ama cuando se ama?, ¿las estrellas?, pero ¿quiénes
son las estrellas profanadas como están por las
máquinas del villorrio?
Lo
irreparable es el hastío.

autógrafo
Gonzalo Rojas

 

 

Se han ido ya muchos muy grandes...

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#5006

Re: Versos sueltos

-

 

  LOS DÍAS VAN TAN RÁPIDOS

Los días van tan rápidos en la corriente oscura que toda salvación, 
se me reduce apenas a respirar profundo para que el aire dure en mis pulmones 
una semana más, los días van tan rápidos 
al invisible océano que ya no tengo sangre donde nadar seguro 
y me voy convirtiendo en un pescado más, con mis espinas.

Vuelvo a mi origen, voy hacia mi origen, no me espera 
nadie allá, voy corriendo a la materna hondura 
donde termina el hueso, me voy a mi semilla, 
porque está escrito que esto se cumpla en las estrellas 
y en el pobre gusano que soy, con mis semanas 
y los meses gozosos que espero todavía.

Uno está aquí y no sabe que ya no está, dan ganas de reírse 
de haber entrado en este juego delirante, 
pero el espejo cruel te lo descifra un día 
y palideces y haces como que no lo crees, 
como que no lo escuchas, m hermano, y es tu propio sollozo allá en el fondo.

Si eres mujer te pones la máscara más bella 
para engañarte, si eres varón pones más duro 
el esqueleto, pero por dentro es otra cosa, 
y no hay nada, no hay nadie, sino tú mismo en esto: 
así es que lo mejor es ver claro el peligro.

Estemos preparados. Quedémonos desnudos 
con lo que somos, pero quememos, no pudramos 
lo que somos. Ardamos. Respiremos 
sin miedo. Despertemos a la gran realidad 
de estar naciendo ahora, y en la última hora.

autógrafo

Gonzalo Rojas

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#5007

Re: Versos sueltos

Lo que pude escribir el otro día al respecto de uno similar...

 

 

 EL SEMINARISTA DE LOS OJOS NEGROS

Desde la ventana de un casucho viejo 
abierta en verano, cerrada en invierno 
por vidrios verdosos y plomos espesos, 
una salmantina de rubio cabello 
y ojos que parecen pedazos de cielo, 
mientas la costura mezcla con el rezo, 
ve todas las tardes pasar en silencio 
los seminaristas que van de paseo.

Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo, 
marchan en dos filas pausados y austeros, 
sin más nota alegre sobre el traje negro 
que la beca roja que ciñe su cuello, 
y que por la espalda casi roza el suelo.

Un seminarista, entre todos ellos, 
marcha siempre erguido, con aire resuelto. 
La negra sotana dibuja su cuerpo 
gallardo y airoso, flexible y esbelto. 
Él, solo a hurtadillas y con el recelo 
de que sus miradas observen los clérigos, 
desde que en la calle vislumbra a lo lejos 
a la salmantina de rubio cabello 
la mira muy fijo, con mirar intenso. 
Y siempre que pasa le deja el recuerdo 
de aquella mirada de sus ojos negros. 
Monótono y tardo va pasando el tiempo 
y muere el estío y el otoño luego, 
y vienen las tardes plomizas de invierno.

Desde la ventana del casucho viejo 
siempre sola y triste; rezando y cosiendo 
una salmantina de rubio cabello 
ve todas las tardes pasar en silencio 
los seminaristas que van de paseo.

Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos, 
su seminarista de los ojos negros; 
cada vez que pasa gallardo y esbelto, 
observa la niña que pide aquel cuerpo 
marciales arreos.

Cuando en ella fija sus ojos abiertos 
con vivas y audaces miradas de fuego, 
parece decirla:  —¡Te quiero!, ¡te quiero!, 
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo! 
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero! 
A la niña entonces se le oprime el pecho, 
la labor suspende y olvida los rezos, 
y ya vive sólo en su pensamiento 
el seminarista de los ojos negros.

En una lluviosa mañana de inverno 
la niña que alegre saltaba del lecho, 
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos; 
por la angosta calle pasaba un entierro.

Un seminarista sin duda era el muerto; 
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro, 
con la beca roja por cima cubierto, 
y sobre la beca, el bonete negro. 
Con sus voces roncas cantaban los clérigos 
los seminaristas iban en silencio 
siempre en dos filas hacia el cementerio 
como por las tardes al ir de paseo.

La niña angustiada miraba el cortejo 
los conoce a todos a fuerza de verlos... 
tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos... 
el seminarista de los ojos negros.

Corriendo los años, pasó mucho tiempo... 
y allá en la ventana del casucho viejo, 
una pobre anciana de blancos cabellos, 
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo, 
mientras la costura mezcla con el rezo, 
ve todas las tardes pasar en silencio 
los seminaristas que van de paseo.

La labor suspende, los mira, y al verlos 
sus ojos azules ya tristes y muertos 
vierten silenciosas lágrimas de hielo.

Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo 
del seminarista de los ojos negros...

autógrafo

Miguel Ramos Carrión

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#5008

Re: Versos sueltos

-

   A UN DESPOJO DEL VICIO

    Pábulo hasta entonces de la brutalidad, ignorante de la misericordia y del afecto, caíste en mis brazos amorosos tú, que habías caído y eras casta, reducida por la adversidad a lastimosa condición de ave cansada, de cordero querelloso y herido. Interrumpida por quejas fue la historia de tu vida, toda dolor o afrenta. Expósita sacrificada de algún apellido insigne, fuiste recogida por quien explotó más tarde tu belleza. Ahora pensabas que tu muerte sería pública, como tu aparición en el mundo; que algún día vendría ella a liberarte de tus enemigos, la miseria, el dolor y el vicio; que la crónica de los periódicos, registrando el suceso, no diría tu nombre de emperatriz o de heroína, sustituyéndolo por el apodo infamante.

    Agobiaba tu frente con estigma oprobioso la injusticia; doblegaba tus hombros el peso de una cruz. Cerca de mí, dolorosa y extenuada, hablabas con los ojos bajos que, muy rara vez levantados, dejaban descubrir, vergonzosos, ilusión de paraísos perdidos de amor.

    Tanto como por esos pensamientos, se elevaba tu queja por la belleza marchita casi al comienzo de la juventud, por la mustia energía de los músculos en los brazos anémicos, por los hombros y espaldas descarnados, propicios a la tisis, por la fealdad que acompañaba tu flaqueza... Era la tuya una queja intensa, como si estuviera aumentada por la de antepasados virtuosos que lamentaran tu ignominia. Era la primera vez que no la sofocabas en silencio, como hasta entonces, a los cielos demasiado lejanos, a los hombres demasiado indiferentes. Y prometías recordar y bendecirme a mí, a aquel hombre, decías, el único que te había compadecido, sin cuya caridad te habrías encontrado más aislada, que tenía los brazos abiertos a todas las desventuras, pues fijo como a una cruz estaba por los dolores propios y ajenos. Por no afligirte más, te dejé ignorar que yo, soñador de una imposible justicia, iba también quejumbroso y aislado por la vida, y que, más infeliz que tú, sin aquel afecto que moriría pronto contigo, estaría solo.

autógrafo
José Antonio Ramos Sucre

 

 

 

Demasiado despojo humano. A Dios gracias hay artistas que lo saben plasmar negro sobre blanco con la maestría que les caracteriza.

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.