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Versos sueltos

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Versos sueltos
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#4889

Re: Versos sueltos

.

  SONETO
DESISTE EL POETA DE HACER VERSOS DURANTE LA GUERRA

Cupido como niño se estremece
del temeroso son del bronce herido
y en las faldas de Venus escondido
mientras dura la guerra no parece.

Como el numen que el pecho me enardece
a sus blandos halagos le he debido,
con el bélico afán está abatido,
con el continuo susto se enflaquece.

Pues tiembla y huye de la lid el ciego,
pues sin él no hay ardor ¿por qué me afano?
¿por qué en pos de las musas no sosiego?

No más versos míos hasta que Jano
a la Discordia apague el mustio fuego
y la graciosa paz no dé la mano.

autógrafo
Gaspar María de la Nava Álvarez, Conde de Noroña

 

 

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#4890

Re: Versos sueltos

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A CALLARSE

Ahora contaremos doce
y nos quedamos todos quietos.

Por una vez sobre la tierra
no hablemos en ningún idioma,
por un segundo detengámonos,
no movamos tanto los brazos.

Sería un minuto fragante,
sin prisa, sin locomotoras,
todos estaríamos juntos
en un inquietud instantánea.

Los pescadores del mar frío
no harían daño a las ballenas
y el trabajador de la sal
miraría sus manos rotas.

Los que preparan guerras verdes,
guerras de gas, guerras de fuego,
victorias sin sobrevivientes,
se pondrían un traje puro
y andarían con sus hermanos
por la sombra, sin hacer nada.

No se confunda lo que quiero
con la inacción definitiva:
la vida es sólo lo que se hace,
no quiero nada con la muerte.

Si no pudimos ser unánimes
moviendo tanto nuestras vidas,
tal vez no hacer nada una vez,
tal vez un gran silencio pueda
interrumpir esta tristeza,
este no entendernos jamás
y amenazarnos con la muerte,
tal vez la tierra nos enseñe
cuando todo parece muerto
y luego todo estaba vivo.

Ahora contaré hasta doce
y tú te callas y me voy.

autógrafo

Pablo Neruda

 

 

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#4891

Re: Versos sueltos

Algún que otro paseo por Burgos...

 

 

 

ODA A UNA CASTAÑA EN EL SUELO

Del follaje erizado
caíste
completa,
de madera pulida,
de lúcida caoba,
lista
como un violín que acaba
de nacer en la altura,
y cae
ofreciendo sus dones encerrados,
su escondida dulzura,
terminada en secreto
entre pájaros y hojas,
escuela de la forma,
linaje de la leña y de la harina,
instrumento ovalado
que guarda en su estructura
delicia intacta y rosa comestible.
En lo alto abandonaste
el erizado erizo
que entreabrió sus espinas
en la luz del castaño,
por esa partidura
viste el mundo,
pájaros
llenos de sílabas,
rocío
con estrellas,
y abajo
cabezas de muchachos
y muchachas,
hierbas que tiemblan sin reposo,
humo que sube y sube.
Te decidiste,
castaña,
y saltaste a la tierra,
bruñida y preparada,
endurecida y suave
como un pequeño seno
de las islas de América.
Caíste
golpeando
el suelo
pero
nada pasó,
la hierba
siguió temblando, el viejo
castaño susurró como las bocas
de toda una arboleda,
cayó una hoja del otoño rojo,
firme siguieron trabajando
las horas en la tierra.
Porque eres
sólo
una semilla,
castaño, otoño, tierra,
agua, altura, silencio
prepararon el germen,
la harinosa espesura,
los párpados maternos
que abrirán, enterrados,
de nuevo hacia la altura
la magnitud sencilla
de un follaje,
la oscura trama húmeda
de unas nuevas raíces,
las antiguas y nuevas dimensiones
de otro castaño en la tierra.

autógrafo

Pablo Neruda

 

 

 

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#4892

Re: Versos sueltos

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 X. "BONSOIR..."

Donc, bonsoir, mignon, et à demain

(Palabras que Ana me dejó escritas una
noche en que tuvimos que separarnos).

¡Buenas noches, mi amor, y hasta mañana!
Hasta mañana, sí, cuando amanezca,
y yo, después de más de cuarenta años
de incoherente soñar, abra y estriegue
los ojos del espíritu,
como quien ha dormido mucho, mucho,
y vaya lentamente despertando,
y, en una progresiva lucidez,
ate los cabos del ayer de mi alma
(antes de que la carne la ligara)
y de hoy prodigioso
en que habré de encontrarme, en ese plano
en que ya nada es ilusión y todo
es verdad...

               ¡Buenas noches, amor mío,
buenas noches! Yo quedo en las tinieblas
y tú volaste hacia el amanecer...
¡Hasta mañana, amor, hasta mañana!
Porque, aun en cuando el destino
acumulara lustro sobre lustro
de mi prisión por vida, son fugaces
esos lustros; sucédense los días
como rosarios, cuyas cuentas magnas
son los domingos...
Son los domingos, en que, con mis flores,
voy invariablemente al cementerio
donde yacen tus formas adoradas.
¿Cuántos ramos de flores
he llevado a tu tumba? No lo sé.
¿Cuántos he de llevar? Tal vez ya pocos.
¡Tal vez ya pocos! ¡Oh, qué perspectiva
deliciosa!

                 ¡Quizá el carcelero
se acerca con sus llaves resonantes
a abrir mi calabozo para siempre!
¿Es por ventura el eco de sus pasos
el que se oye, a través de la ventana,
avanzar por los quietos corredores?
¡Buenas noches, amor de mis amores!
Hasta luego, tal vez..., o hasta mañana.

autógrafo

Junio 25, 1912
Amado Nervo

 

 

 

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#4893

Re: Versos sueltos

Grandísimos recuerdos en Baviera...

 

 

 

    UN PADRENUESTRO
POR EL ALMA DEL REY LUIS DE BAVIERA

En el lugar de su tránsito.
Schlossberg. Reino de Baviera.

Aquí fue donde el rey Luis Segundo
de Baviera, sintiendo el profundo
malestar de invencibles anhelos,
puso fin a su imperio en el mundo.

Padre nuestro que estás en los cielos...

Un fanal con un cristo, en un claro
del gran parque, al recuerdo da amparo,
y al caer sobre el lago los velos
de la noche, el recuerdo es un faro.

Padre nuestro que estás en los cielos...

En el lago tiritan las ondas,
en el parque se mueren las frondas
y ya muertas abaten sus vuelos:
Que tristezas tan hondas... tan hondas...

Padre nuestro que estás en los cielos...

¡Pobre rey de los raros amores!
Como nadie sintió sus dolores,
como nadie sufrió sus desvelos.
Le inventaron un mal los doctores.

Padre nuestro que estás en los cielos...

Su cerebro de luz era un foco;
mas un nimbo surgió poco a poco
de esa luz, y la turba, con celos
murmuró: «Wittelsbach está loco».

Padre nuestro que estás en los cielos...

Sólo Wagner le amó como hermano,
sólo Wagner, cuya alma-oceano
su conciencia inundó de consuelos,
y su vida fue un lied wagneriano.

Padre nuestro que estás en los cielos...
santificado sea el tu nombre,
venga a nos el tu reino...

autógrafo

Amado Nervo, 1898

 

 

 

 

 

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#4894

Re: Versos sueltos

Interesante

 

 

 

A LA MUERTE DEL CORONEL DON JOSEF CADALSO, COMANDANTE DE ESCUADRÓN DEL REGIMIENTO DE CABALLERÍA DE BORBÓN 1

¡Qué triste llanto hiere mis oídos!
¡Qué rumor tan confuso! ¡Qué lamento!
¡Oh noticia cuel! ¿Con qué gemidos

Demostraré mi angustia? No hay aliento
Que pueda explicar penas tan furiosas,
Ni cosa que se iguale a mi tormento.

¿Pero qué Hijos de peñas escabrosas,
Por carniceros tigres engendrados,
Y arrullados por sierpes venenosas,

Y qué pechos serán los que obstinados
No padezcan ahora la amargura,
Que acibara los nuestros desdichados?

¡Oh Muerte inexorable, oh Muerte dura!
¿Por qué cortas la planta más florida,
Privándonos así de su hermosura?

¿Por qué tan a menudo enfurecida
Empleas en los buenos tu guadaña,
Que debieran gozar eterna vida?

¿No sería mejor, no fuera hazaña
Segar aquellos monstruos venenosos,
Que la inocencia ahogan con su saña?

Entonces, si, serían más famosos
Tus hechos, Muerte; entonces los mortales
Con tu vista serían virtuosos.

Más ahora, que traes tantos males
Al que tributa a la virtud honores,
Que conviertes sus ojos en raudales,

Pues que solo descargas tus rigores
En los que cultivando su talento,
Procuran ser más sabios, o mejores;

Maldecimos tu mano, tu ardimiento,
Suplicando al que reina en las alturas
Que para compensar tanto tormento,

Y acabar de una vez con tus locuras,
Te arrojen al Averno, y con cadenas
Te hagan tan formidables ataduras,

Que se revienten de hinchazón las venas,
Y sea disipado enteramente
El humor infernal de que están llenas.

¡Ay Dios! El sentimiento, que al presente,
Con, furor me devora, lo ha causado
Esa tu ansia de aniquilar ardiente.

Sí, Muerte, si la vida has destrozado
De Cadalso, Cadalso esclarecido,
Cuya frente en los Cielos ha tocado;

De aquel que en el ingenio ha competido
Con el dulce Anacréon, alabando
Como el anciano a Baco, y a Cupido;

Y con la diestra a veces empuñando
La sonora trompeta, celebraba
De los guerreros el glorioso bando;

El cothurno otras veces se calzaba,
O pintando los hechos lastimosos
Lágrimas compasivas arrancaba;

Otras, bajo los mirtos más frondosos
Sentado con su Fili en las riberas
De los mansos arroyos sonorosos,

Con quejas, y canciones lastimeras,
En que el fuego brillaba, y la dulzura,
Mostraba sus heridas verdaderas;

Verías conmoverse la espesura,
Ablandarse las piedras, y el contento
Dibujado en las flores, y verdura.

¡Cuántas atacó el vicio macilento!
Pero con gracia tal que parecía
Ser de Persio, o Marcial su activo acento.

Ya no puede crecer, oh Muerte impía,
Esta planta feraz, pues la cortaste
Cuando sus frescas ramas extendía.

Tú el saber, y la risa nos quitaste;
Y a la España aquel Hijo, en quien fundada
Tenia su esperanza, la robaste.

Esta matrona, que antes penetrada
Se vio de humanidad para cualquiera,
Ahora, de agonía traspasada,

Se abandona a su llanto de manera,
Que, la frente en sus manos apoyando,
Inmóvil muchas horas persevera.

Está allá en su memoria repasando
Los Hijos más famosos, que ha perdido,
Y los va unos con otros comparando;

Apolo del suceso enternecido,
A sus plantas se postra, y con dolientes
Ayes su flaco aliento interrumpido,

La acuerda los pasados y presentes,
Que compusieron obras delicadas;.
Y aunque en Pindo bebieron de sus fuentes,

Eran las de este tan aventajadas,
Que encima descollaban cual robusto
Quejigo sobre yerbas desmedradas:

Y al mirar la cabeza, que con gusto
Orló mil veces, ya deshecha, llora,
Llamando con furor al Cielo injusto.

Hasta el terrible Marte, que colora
Con sangre los arroyos; y los prados,
Y gusta de la muerte, gime ahora;

De sus ojos, de saña encarnizados,
Lágrimas compasivas han corrido,
Maldiciendo mil veces a los hados,

Y a la funesta mano, que ha prendido
Fuego al robusto Obús 2, de do la muerte
Salió para un soldado tan cumplido;

Llora de rabia el Dios su infausta suerte,
Llora el haber perdido en este solo
Un sabio César, un Aníbal fuerte;

Y que hubiera del uno al otro polo
Su nombre cual guerrero dilatado,
Que hoy solo se repite por Apolo.

En su mente renueva que, ya armado
Muy joven con insignias militares,
Bajo sus estandartes fue alistado;

Y, atrevido pisando los lugares,
Por donde el Duero lleva su corriente 3
Se labraba laureles a millares,

Que hubieran coronado aquella frente,
Que esta noche el Britano valeroso
Sin querer destrozó bárbaramente 4.

Sí: el mismo Inglés intrépido dudoso
Estuvo al prender fuego en el terrible
Obús, de tanto daño receloso.

Quería que el destrozo fuera horrible;
Que la sangre del Íbero vertiera;
Que fuera su furor irresistible:

Mas no quería, no, que destruyera
De un varón altamente respetado
La vida, que apreció sobremanera 5

Ese ímpetu detén arrebatado
Hierro destruidor; mira su ciencia;.
Venera su talento delicado.

¿Mas quién halló a la guerra resistencia?
¿Quién dudó que es origen de mil males,
Y en quién la Muerte funda su potencia?

¿Quién se encontrará ya de los mortales
Que no se canse, y sienta los excesos,
Que suelen cometerse en tiempos tales?

¿Quién no verá que de entre los progresos
De las armas, que en medio de las glorias
Nacen infelicísimos sucesos?

¿Quién no mira que ocultan las historias
Las desgracias, que manan de la guerra,
Contando las hazañas y victorias?

¿Y quién de los que habitan esta tierra
Habrá llorado tanto cual nosotros,
Donde el compendio del dolor se encierra?

¡Felices muchas veces, oh vosotros,
Que alegres con la suerte, que os dio el Cielo,
No envidiáis las fortunas de los otros!

¡No queréis tener mando sobre el suelo,
Ni después de la muerte lograr fama:
Pero no conocéis el desconsuelo!

Esto fortuna con verdad se llama;
Estos son los placeres más sabrosos,
Donde nunca la pena se derrama.

Pero tú, que allá en campes luminosos
Gozas bienes eternos, tú, que habitas
Lugares dó no moran los viciosos,

Do no hay cizañas, donde no hay malditas
Discordias, donde todo es paz, contento,
Y do reinan dulzuras infinitas;

Escucha compasivo mi lamento;
Y pide.que te siga prestamente
Al que manda en la tierra, y firmamento.

Y un altar rico, hermoso, y eminente
Formaré mientras tanto en tu memoria,
Que humeando estará continuamente.

Pintaré al rededor la triste historia,
En que acabó tu vida, señalando
Tus acciones de más renombre, y gloria.

En ella expresaré por menor cuando
Saliste a ver las obras avanzadas,
Tu espíritu guerrero demostrando.

Que ni las duras balas disparadas
Por el altivo Inglés, ni el estallido
De las pesadas bombas, y granadas,

Ni la sangre del muerto, ni el gemido
Del herido pudieron conmoverte,
Como un peñasco de olas combatido.

Pues más sereno cada vez, y fuerte
Por medio del peligro discurrías
Sin el temor más leve de la muerte.

Con prolija atención, y arte medías
El trabajo tenaz de la trinchera;
Todo lo andabas; todo lo veías.

Atropos mientras tanto altiva, y fiera 
Sobre tu frente con vigor sonaba
Para cortar tu aliento la tijera;

Clotho la rueca de pesar soltaba;
Y a Lachesis el hilo, que torcía;
En los trémulos dedos se enredaba.

Mas tu pecho guerrero, que gemía
Por llegar de la Fama al alto templo,
Del furor del contrario se reía,

Dando de tu valor heroico ejemplo
Al soldado feroz, que desmayado,
Y triste por tu muerte le contemplo.

Pintaré al General al otro lado
Lleno de agitación, porque ha perdido
El oficial que había más amado;

Y a todos los mejores preferido 6,
Por ser en lo político excelente,
Y en diferentes lenguas instruido 7,

Pondré la alteración, que justamente
Tuvo todo: el Ejército, sabiendo
La muerte de un varón tan eminente.

Pondré tu cuerpo... Pero no: ese horrendo
Espectáculo lejos de mis ojos,
Que se están con el llanto deshaciendo.

No quiero que los lúgubres despojos,
Que consiguió la Muerte, a tus amigos
Produzcan con su vista mil enojos.

Únicamente aspiro a que testigos
Sean de tu valor, y tu talento,
Que apreciaron tus mismos enemigos.

También para un eterno monumento
Del honor, que tus méritos lograron,
Poner esta inscripción en él intento:

«Aquí yace Cadalso, a quien amaron
Marte, Palas y Apolo; cuya muerte
Amigos y enemigos lamentaron».

Tu altar formarle quiero de esta suerte;
Ya que los siempre inexorables hados
Hoy me privaron del placer de verte.

Y de leche reciente bien colmados
Dos vasos, dos de aceite mantecoso
Serán en él cada año derramados.

Tu nombre invocaré con son lloroso;
Y, de tamariz verde coronado,
Le cercaré cien veces presuroso.

En este sacrificio acompañado
Seré del dulce Tirso, del fluido
Elfino, y de Batilo delicado.

Cuando vean los tres el conocido,
Y funesto lugar, donde expiraste,
Sacando un profundísimo gemido,

Dirán: «Suelo dichoso, que abrigaste
La sangre de un varón, que merecía
Un más eterno, y más precioso engaste;

»Tú, que fuiste testigo de aquel día,
Que despreciando la granada fiera,
Que el término a su aliento conducía 8,

»Se mantuvo sereno en la trinchera;
Hasta que al rebentar con rabia ardiente
La frente destrozó que no debiera;

»Tú, que viste su espíritu eminente,
Y que ves nuestro llanto, allá en tu seno
A los tres nos esconde juntamente».

En cuanto el ponto de agua exista lleno;
Los troncos con raíces se sostengan;
La serpiente conserve su veneno;

¿Los ganados de yerba se mantengan;
Habiten los delfines en los mares;
Y las desdichas tras los bienes vengan;

Crecerán en nosotros los pesares,
Y crecerá tu nombre, que merece
Otros loores aún más singulares.

Y mientras que tu fama se alza, y crece;
Penetrado de amargo sentimiento,
Mi fatigado aliento desfallece:

Y así colgado dejo mi instrumento
De un fúnebre ciprés, no por el canto;
Sino porque con él mi triste acento
Ha expresado del pecho el justo llanto.

autógrafo
Gaspar María de la Nava Álvarez, Conde de Noroña

1 Ésta fue a las nueve, y media de la noche del 16 de febrero de 1782 en la batalla avanzada de cañones, llamada San Martín, frente de Gibraltar.

2 Murió del casco de una granada, que tiró una batería del monte, llamada de Ulises.

3 Siendo aún muy joven estuvo en la campaña de Portugal de Cadete del regimiento de Caballería de Borbón.

4 El casco le dio en la sien derecha y le llevó parte de la frente.

5 Le estimaban mucho los Ingleses; y el Gobernador de la plaza de Gibraltar Mr. Jorge Augusto Elliot hacía particular aprecio de él.

6 Don Martin Albarez de Sotomayor (hoy el Conde de Colomera) que mandaba entonces el bloqueo de Gibraltar, lo estimaba mucho, y lo escogió por su Ayudante de Campo.

7 Poseía los idiomas Latino, Francés, Italiano e Inglés; entendía el Griego; y estaba versado a fondo en el castellano. 

8 Aunque le dijeron que se dirigía una granada al puesto donde estaba, desprecia el aviso con ánimo sereno

 

 

 

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#4895

Re: Versos sueltos

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  SONETO
AMANTE FELIZ AL TIEMPO DE AUSENTARSE

Clara noche en que vi confusamente
mezclarse mi desdicha y mi ventura,
noche de amor y noche de amargura
siempre en mis ojos estarás presente.

Veré continuar el oro refulgente
que de orla sirve a la celeste altura,
el vivo resplandor la nieve pura,
la dulce majestad y el fuego ardiente.

Veré la copa del placer unida
al vaso del dolor y en un instante
empezar y acabar mi triste vida,

mas no veré sereno mi semblante
hasta serme otra noche concedida
de tanto gusto pero más constante.

autógrafo
Gaspar María de la Nava Álvarez, Conde de Noroña

 

 

 

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#4896

Re: Versos sueltos

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 MEA CULPA

Desde su gestación en la grávida tierra
yo pude contemplar, maravillado,
iniciar, reanudarse una vida a la mía confiada,
el milagroso germinar de la semilla,
la nueva luz en ojos que en mi se abrieron
a absorber el mundo oscurecido mil veces antes,
sobre los que cerró una muerte siempre vencida.

Pude después paliar el primer llanto,
acariciar el fruto,
adivinar el sueño plácido de la cuna,
mecida por los siglos del mar que la sustenta,
que le infunde y tributa coral inmóvil
y ágiles peces de plata,
bautismo de la sal en su sonrisa,
caracolas de nácar a su oído.

Pude en él renacer, alba y rocío,
contemplarme a mí mismo,
Narciso y Dios frente a su propio barro ennoblecido,
asomar a la vida curiosidad, asombro y esperanza,
mi timidez trocada en su audacia sin anclas,
mis manos en las suyas
cortar la flor del mundo y aspirar su perfume,
envejecer a tiempo de ser de nuevo joven, ser a la vez capullo y mariposa.

Yo recibí legado, eslabón y simiente
a eternizar la vida destinado,
pasos que proseguir sin detenerse
por los montes del tiempo delegado,
tesoros que entregar,
antorcha con que alumbrar la tierra,
el mar, el aire,
llama para incendiar crepúsculos y auroras.

Pero, héme aquí, ya al borde,
a la orilla del tiempo y la ceniza,
eco sin voz, con ella desgarrada,
depósito de siglos en derrota,
Muerte triunfal en árido balance, consumada traición,
desistimiento del Divino Mandato
que urdió en Amor el río de mis venas
secas hoy, por mi culpa, para siempre...

autógrafo

Salvador Novo

 

 

 

 

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