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Versos sueltos

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Versos sueltos
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560 / 638
#4473

Re: Versos sueltos

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    A UNA MADRE ADORMECIENDO A SU HIJO

¿Por qué, madre donosa,
Quieres, con duro ceño,
Del blando niño, que en tus aldas posa,
Los dulces ojos entregar al sueño?

Deja, deja que abrigue
La ternezuela mano
En tu albo seno, y tus cabellos ligue,
Y al hombro luego los extienda ufano.

Deja que al rostro llegue
Con su rosada boca,
Y un beso ponga en el hoyuelo breve
De tu mejilla, que su amor provoca.

Deja, deja que ría
Y entone alegre canto
Que el mundo ingrato arrancará algún día:
¡Ay! a sus ojos doloroso llanto.

Como tras largo vuelo
Por la pradera hojosa
Duerme en purpúrea rosa
Inquieto picaflor.

Tu niño así, del juego
Rendido a la fatiga.
Halle en el halda amiga
Benéfico sopor.

Agiten, si le arrullas
Con plácidas canciones,
Mil gratas emociones
Tu seno maternal.

Goza, mujer querida.
En su dormir, exento
Del roedor tormento
De una pasión tenaz:

Goza, pues rauda llega
La adolescencia impura
Trocando en amargura
Los días de placer.

Madre amorosa entonces,
Con lacrimoso ruego,
Apagarás el fuego
En que se sienta arder.

Y, con halago blando,
Volver harás al alma
La apetecida calma
Que por su mal perdió.

Y de tu labio ansioso,
Por la razón movido,
Escuchará su oído
Materna reprensión.

                        *

Dile, dile que a la mente
No dio el Cielo vanamente
Esa llama divinal.

Que ella rija sus acciones
Y combata las pasiones
Del espiritu del mal.

Que, cual río cristalino
Que siguiendo su camino
Da en el lago encantador.

Van las almas virtuosas
Por senderos de mimosas
Donde mora el creador.

Mas si bebe enagenado
En la copa del malvado
Beberá su perdición.

Y hallará siguiendo el vicio
Un tremendo precipicio
Do está escrito «maldición».

Dile ¡oh madre! que en la vida
Siempre estamos de partida
Para un mundo misterial.

Y es terrible aquel momento
Si de crímenes exento
No está el pecho del mortal.

Julio 1º de 1840.

Adolfo Berro

 

 

 

 

 

Buf...

 

 

Sensibilidad a flor de piel, 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4474

Re: Versos sueltos

Tiene varios coloquios, porque me gusta el árbol, leamos éste:

 

 COLOQUIO BAJO EL OLIVO

Por mí, la flor en las bardas
y la rosa de Martí,
por mí el combate en la altura
y en la palabra civil;
para mí no hay negro esclavo,
para mí no hay indio vil,
para mí no hay perro judío
ni hay español gachupín,
el bravo ataca el sistema
y respeta al paladín,
el Cid abre herida nueva,
no pega en la cicatriz
y es pura la niña mora
como las hijas del Cid.

Por mí, ni un odio, hijo mío,
ni un solo rencor por mí,
no derramar ni la sangre
que cabe en un colibrí,
ni andar cobrándole al hijo
la cuenta del padre ruin
y no olvidar que las hijas
del que me hiciera sufrir
para ti han de ser sagradas
como las hijas del Cid.



Andrés Eloy Blanco

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

 

Si un amigo es de verdad, su amistad perdura en el tiempo y con la distancia.

#4475

Re: Versos sueltos

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    SEMBRANDO

De aquel rincón bañado por los fulgores 
del sol que nuestro cielo triunfante llena; 
de la florida tierra donde entre flores 
se deslizó mi infancia dulce y serena; 
envuelto en los recuerdos de mi pasado, 
borroso cual lo lejos del horizonte, 
guardo el extraño ejemplo, nunca olvidado, 
del sembrador más raro que hubo en el monte.

Aún no se si era sabio, loco o prudente 
aquel hombre que humilde traje vestía; 
sólo sé que al mirarle toda la gente 
con profundo respeto se descubría. 
Y es que acaso su gesto severo y noble 
a todos asombraba por lo arrogante: 
¡hasta los leñadores mirando al roble 
sienten las majestades de lo gigante!

Una tarde de otoño subí a la sierra 
y al sembrador, sembrando, miré risueño; 
¡desde que existen hombres sobre la tierra 
nunca se ha trabajado con tanto empeño! 
Quise saber, curioso, lo que el demente 
sembraba en la montaña sola y bravía; 
el infeliz oyóme benignamente 
y me dijo con honda melancolía: 
—Siembro robles y pinos y sicomoros; 
quiero llenar de frondas esta ladera, 
quiero que otros disfruten de los tesoros 
que darán estas plantas cuando yo muera.

—¿Por qué tantos afanes en la jornada 
sin buscar recompensa?— dije. Y el loco 
murmuró, con las manos sobre la azada: 
—«Acaso tú imagines que me equivoco; 
acaso, por ser niño, te asombre mucho 
el soberano impulso que mi alma enciende; 
por los que no trabajan, trabajo y lucho; 
si el mundo no lo sabe, ¡Dios me comprende!

»Hoy es el egoísmo torpe maestro 
a quien rendimos culto de varios modos: 
si rezamos, pedimos sólo el pan nuestro. 
¡Nunca al cielo pedimos pan para todos! 
En la propia miseria los ojos fijos, 
buscamos las riquezas que nos convienen 
y todo lo arrostramos por nuestros hijos. 
¿Es que los demás padres hijos no tienen?... 
Vivimos siendo hermanos sólo en el nombre 
y, en las guerras brutales con sed de robo, 
hay siempre un fratricida dentro del hombre, 
y el hombre para el hombre siempre es un lobo.

»Por eso cuando al mundo, triste, contemplo, 
yo me afano y me impongo ruda tarea 
y sé que vale mucho mi pobre ejemplo 
aunque pobre y humilde parezca y sea. 
¡Hay que luchar por todos los que no luchan! 
¡Hay que pedir por todos los que no imploran! 
¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan! 
¡Hay que llorar por todos los que no lloran! 
Hay que ser cual abejas que en la colmena 
fabrican para todos dulces panales. 
Hay que ser como el agua que va serena 
brindando al mundo entero frescos raudales. 
Hay que imitar al viento, que siembra flores 
lo mismo en la montaña que en la llanura, 
y hay que vivir la vida sembrando amores, 
con la vista y el alma siempre en la altura».

Dijo el loco, y con noble melancolía 
por las breñas del monte siguió trepando, 
y al perderse en las sombras, aún repetía: 
—«¡Hay que vivir sembrando! ¡Siempre sembrando!...»

Marcos Rafael Blanco Belmonte

 

 

 

Y esa poesía que te induce a pensar, a filosofar, se agradece

 

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

 

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#4476

Re: Versos sueltos

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LA BAJADA DEL CALVARIO

Por los caminos de la Amargura
(piedras de sangre, polvo de llanto)
por el sendero de los
dolores largos, muy largos...,
sin un gemido, sin un sollozo
vuelve la Madre desde el Calvario.
Toda silencio. Mortal silencio
sella sus labios;
la frente inclina con el agobio
de su quebranto,
y en lo más hondo del alma-cielo
lleva la imagen del Hijo amado.
Y ella lo ha visto sufrir la befa
del populacho...
y era la carne de sus entrañas
la que en el leño miró sangrando...
Y así le duelen en las entrañas
los martillazos...
Y así agoniza... Que su Hijo ha muerto
crucificado.

La Madre avanza por el camino
(piedras de sangre, polvo de llanto),
y temblorosa baja el sendero
por Jesucristo santificado...
Y entre las huellas busca la huella
de aquellos pasos
que abrieron surcos de luz divina
mientras el Mártir, agonizando
se desplomaba bajo el madero
y con la angustia del fin cercano,
llora la Madre cuando desciende
desde el Calvario...
Para su pena no existe olvido,
tregua ni bálsamo...
Y si remembra la dulce infancia
del Adorado,
y si memora su hogar dichoso,
y si recuerda los tiernos brazos
que de su cuello fueron caricia...
tiembla en congoja de fiero espanto.
Porque su Niño, siendo inocente,
sufrió el castigo de los malvados;
porque está rota su santa vida;
porque sus brazos
ya no se mueven, ya no bendicen,
y ya no siembran sin un descanso
el pan sublime de las verdades
que lo divino puso en lo humano.
Sin un sollozo, sin un gemido,
baja la Madre desde el Calvario...
En lo más puro de sus entrañas,
la cruz del Mártir se le ha clavado;
y en lo más hondo de sus pupilas
y en su recuerdo lleva sangrado
la cruz del Hijo,
del Bienamado,
que de la vida pasó a la muerte
con la sonrisa siempre en los labios.
Y cuando baja la Dolorosa
(mustia azucena, lirio tronchado),
cuando vacila por el sendero
largo, muy largo...,
pobres mujeres la compadecen,
santas mujeres siguen sus pasos,
y alguien murmura:
-Ved a la Madre
del suplicado;
esa es la Madre del Nazareno,
que hoy ha sufrido muerte y escarnio.
Siempre en silencio llora la Madre,
y hay en su llanto
misericordia por los que sufren,
por los que viven siempre llorando,
por cuantas madres haya en el mundo
que a un hijo miren sacrificado
sobre la cumbre de su Calvario...
¡Y por la Madre del Nazareno
qué pocas madres derraman llanto!

                . . . . . . . . . . .

Sin un sollozo, sin un gemido,
mustia la frente, mudos los labios,
como una imagen de eterna angustia
vuelve la Madre desde el Calvario.

Marcos Rafael Blanco Belmonte

 

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#4477

Re: Versos sueltos

Según voy repasando, voy constatando que puse de muchos, bastante, no todo porque todo es imposible... y existen librerías.

 

 

De Blanco White, no sé si puse esto:

 

 

 

LA REVELACIÓN INTERNA

¿Adónde te hallaré, Ser Infinito? 
¿En la más alta esfera? ¿En el profundo 
abismo de la mar? ¿Llenas el mundo 
o en especial un cielo favorito?

«¿Quieres saber, mortal, en dónde habito?», 
dice una voz interna. «Aunque difundo 
mi ser y en vida el universo inundo, 
mi sagrario es un pecho sin delito.

»Cesa, mortal, de fatigarte en vano 
tras rumores de error y de impostura, 
ni pongas tu virtud en rito externo;

»no abuses de los dones de mi mano, 
no esperes cielo para un alma impura 
ni para el pensar libre fuego eterno».

autógrafo

José María Blanco-White

 

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

No. creo que en aquel momento, pusimos otra...

 

 

 

 

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#4478

Re: Versos sueltos

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  EL BRILLO DE LA NAVAJA

En un poema, «Imágenes detenidas», ¿por qué el chileno es el único turista a esa hora? Supongo que en realidad no es una hora nocturna, como se podría colegir al ser el chileno asaltado por el pandillero, sino un atardecer debajo de los arcos de la plaza Vicente Martorell. ¿El chileno, asaltad? No. El chileno encuentra al pandillero, eso es todo. Y el resto obedece a reflejos naturales de ambos personajes; uno ataca, el otro mira. El otro, el chileno, consiente, y mediante ese sacrificio transforma. Rostro mojado que esboza una sonrisa. Brillo de navaja a lo lejos, entre los arcos y las sombras adolescentes. Ojos curiosos que una gasa líquida va velando paulatinamente. La cabeza no llega a golpearse contra el suelo. Mierda dijo el chileno antes de fijar su pensamiento en una sonrisa. Gángsters pequeñitos, sus siluetas se pierden en el interior de la plaza. No hay dinero. Rostro mojado en transpiración, por fin posa la mejilla izquierda en el suelo.

autógrafo
Roberto Bolaño

 

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#4479

Re: Versos sueltos

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EL BURRO

A veces sueño que Mario Santiago
viene a buscarme con su moto negra.
Y dejamos atrás la ciudad y a medida
que las luces van desapareciendo
Mario Santiago me dice que se trata
de una moto robada, la última moto
robada para viajar por las pobres tierras
del norte, en dirección a Texas,
persiguiendo un sueño innombrable,
inclasificable, el sueño de nuestra juventud,
es decir el sueño más valiente de todos
nuestros sueños. Y de tal manera
cómo negarme a montar la veloz moto negra
del norte y salir rajados por aquellos caminos
que antaño recorrieran los santos de México,
los poetas mendicantes de México,
las sanguijuelas taciturnas de Tepito
o la colonia Guerrero, todos en la misma senda,
donde se confunden y mezclan los tiempos:
verbales y físicos, el ayer y la afasia.

Y a veces sueño que Mario Santiago
viene a buscarme, o es un poeta sin rostro,
una cabeza sin ojos, ni boca, ni nariz,
sólo piel y voluntad, y yo sin preguntar nada
me subo a la moto y partimos
por los caminos del norte, la cabeza y yo,
extraños tripulantes embarcados en una ruta
miserable, caminos borrados por el polvo y la lluvia,
tierra de moscas y lagartijas, matorrales resecos
y ventiscas de arena, el único teatro concebible
para nuestra poesía

Y a veces sueño que el camino
que nuestra moto o nuestro anhelo recorre
no empieza en mi sueño sino en el sueño
de otros: los inocentes, los bienaventurados,
los mansos, los que para nuestra desgracia
ya no están aquí. Y así Mario Santiago y yo
salimos de la ciudad de México que es la prolongación
de tantos sueños, la materialización de tantas
pesadillas, y remontamos los estados
siempre hacia el norte, siempre por el camino
de los coyotes, y nuestra moto entonces
es del color de la noche. Nuestra moto
es un burro negro que viaja sin prisa
por las tierras de la Curiosidad. Un burro negro
que se desplaza por la humanidad y la geometría
de estos pobres paisajes desolados.
Y la risa de Mario o de la cabeza
saluda a los fantasmas de nuestra juventud,
el sueño innombrable e inútil
de la valentía.

Y a veces creo ver una moto negra
como un burro alejándose por los caminos
de tierra de Zacatecas y Coahuila, en los límites
del sueño, y sin alcanzar a comprender
su sentido, su significado último,
comprendo no obstante su música:
una alegre canción de despedida.

Y acaso son los gestos de valor los que
nos dicen adiós, sin resentimiento ni amargura,
en paz con su gratuidad absoluta y con nosotros mismos.


Son los pequeños desafíos inútiles —o que
los años y la costumbre consintieron
que creyéramos inútiles— los que nos saludan,
los que nos hacen señales enigmáticas con las manos,
en medio de la noche, a un lado de la carretera,
como nuestros hijos queridos y abandonados,
criados solos en estos desiertos calcáreos,
como el resplandor que un día nos atravesó
y que habíamos olvidado.

Y a veces sueño que Mario llega
con su moto negra en medio de la pesadilla
y partimos rumbo al norte,
rumbo a los pueblos fantasmas donde moran
las lagartijas y las moscas.
y mientras el sueño me transporta
de un continente a otro
a través de una ducha de estrellas frías e indoloras,
veo la moto negra, como un burro de otra planeta,
partir en dos las tierras de Coahuila.
un burro de otro planeta
que es el anhelo desbocado de nuestra ignorancia,
pero que también es nuestra esperanza
y nuestro valor.

Un valor innombrable e inútil, bien cierto,
pero reencontrado en los márgenes
del sueño más remoto,
en las particiones del sueño final,
en la senda confusa y magnética
de los burros y de los poetas.

autógrafo
Roberto Bolaño

 

 

También el de Platero, hay tantos que no salen en el listado...

 

 

 

¡¡Sed muy felices!!

 

 

 

 

 

 

 

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#4480

Re: Versos sueltos

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Crece la torre nueva en el naufragio
del muro combatido;
del alveolo de la sal, el rumbo
celeste de la espiga, el transparente
olor de la manzana, y surgen
el olivo y su perla amarillenta
y los suntuosos pórticos del vino.

Canto que no aprendí, silencio
en que instituye el canto las raíces.
Y establecida sobre el alma, sube
la lengua: cera y pábilo
bajo voraz corona encandecida.

Ámbito de la casa es, y casa del traje,
y traje para el cuerpo,
y cuerpo de la voz.

Esfuerzo mío,
tribu de sílabas concordes,
ábreme campo afuera. Tú, que puedes,
introdúceme al coro; así, al oficio
de fundar la ciudad sobre cenizas
de vencidas ciudades. Buen oficio.

Derrame el canto sus caminos
como una primavera de cimientos.

Cirio sonoro, fundación, arroyo
de abejas parcas, arribando
al seno acelerado de la llama.

No solamente mínimo
brasero, engarce de la ofrenda
en aroma desnudo que desgarra
sus ropajes de humo;

sí manantial de macizas paredes,
de azules templos para bordadoras
calladas, de albañiles coronados,
de dulces padres carpinteros,
de manos como príncipes que rijan
el sabor unitivo de la espada.

Oh, si me fuera dado el alegrarme
con mi fuerza de hombre, si mi orgullo
(¿a quién volver los ojos?),
como el amor, clarísimo al mirarte,
para siempre naciera,
y en torno, y habitada y ofrecida,
la ciudad y la gente suscitada
por el orden del canto.

                                  En esta hora
y mientras en la plaza, el más valiente
cumple el parto viril de la futura
gloria de su bandera. Golpe
de sol, racimo grave de linajes.

Y estar herido y pobre, y estar vivo
y vencedor, y redimido,
y para siempre ya desenterrado.

Rubén Bonifaz Nuño

 

 

Apasionante.

 

 

 

 

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