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Historia de miedo en entidad bancaria. Cliente estafado que se niega a ver la realidad.
Hola. Vengo a contaros una historia que ocurrió mientras trabajaba en una entidad bancaria. He trabajado en varias entidades. Por irrelevancia y por cualquier posible repercusión legal, no mencionaré dónde ocurrieron los hechos. Además, como con mi cuenta principal alguna vez he mencionado mi provincia y un breve listado de las entidades donde he trabajado, para evitar cualquier mínima identificación, pese a que no doy ningún dato personal, utilizaré una nueva cuenta para contar este tipo de historias.
A veces nos sorprendemos de que alguien pique en un intento de estafa por muy logrado que esté estéticamente o incluso por el medio en el que intenta perpetrarse, como un falso SMS desde nuestro supuesto banco. Y digo que pese a todo ello puede parecer raro, porque una máxima es no dar tu clave a nadie. Ni al empleado. A nadie. Punto. Ninguna empresa va a llamarte o a enviarte un SMS y a pedirte tu clave. No necesitan confirmar que eres tú si ellos te llaman a ti. Esto es algo que todo el mundo debería tener grabado con fuego. Ante un SMS diciendo “hemos bloqueado tu cuenta por seguridad, si nos das tu clave, la desbloqueamos”, la única respuesta debe ser “marcar como SPAM y bloquear”.
No obstante, hay quienes caen en las trampas. Y vengo a contar cómo viví una de ellas como empleado de una sucursal de barrio.
En la oficina donde ocurrieron los hechos, yo era un gestor. El director (gran persona, además) tenía su despachito a mi izquierda. Pude escuchar toda la conversación que mantuvieron por el alto volumen en el que hablaban.
Todo ocurrió cuando un señor de unos 50 o 55 años entró a la oficina y solicitó reunirse con el director. Tras preguntarle, éste accedió y le ofreció pasar. Parece que el cliente estaba solicitando al director que éste realizase una transferencia de gran volumen, unos 15.000 € a una empresa de inversiones, cuando éste, sospechando, le hizo alguna pregunta que el cliente no pudo responder. El cliente, no obstante, se mantenía firme, a lo que el director le dijo que no iba a realizarle dicha operación, ya que era sospechosa.
El cliente entonces comenzó a explicar al director que ya había enviado unos 50.000 € con anterioridad, y que si bien es cierto que sus inversiones habían caído mucho con la pandemia, que la empresa de inversión le “había apoyado con un crédito” para “incrementar sus beneficios en plena crisis”, y que por tanto ahora debía ingresar 15.000 € para poder recibir unos 90.000 €. Wow.
Me sorprendió que al cliente no le pareciese extraña la situación. Imaginad que alguien fuese a ventanilla y dijese “buenos días, me gustaría retirar 300 €”, a lo que el empleado le respondiese “claro, pero para ello, primero ha de depositar 1.000 €, para que posteriormente yo pueda darle 1.300 €”. Suena raro, ¿no? Y lo de que le apoyaron con un crédito, para mear y no echar gota.
El director de la oficina le pidió al cliente que llamara delante de él a la empresa, todo esto intentando hacer un favor al cliente y evitar que incurriera en mayores pérdidas (o en un robo mayor). Cuando éste llamó, preguntó si podía pasarle el teléfono al director, a lo que parece que la persona al otro lado se negó. Y por si fuera poco, dicha persona le comentó al cliente que debía transferir antes de las 12:00 de la mañana de ese mismo día la cantidad acordada para que posteriormente éste pudiera dar orden de retirar los fondos.
El director le preguntó al cliente si tampoco sospechaba de que le urgiese a realizar la operación, a lo que el cliente le respondió que desde la empresa de inversión le habían dicho que quien le llevaba las inversiones en dicha “empresa” cogía vacaciones ese mismo día a las 12:00 del mediodía. El director le preguntó si tampoco sospechara de que alguien cogiese vacaciones un, digamos martes o miércoles, no recuerdo el día, pero era entre semana, y encima a las 12:00 del mediodía, a media mañana, vaya. El cliente dijo “¿y por qué no?”.
Como última medida, el director intentó hacer ver al cliente que todo ello era una estafa instándole a que le enseñase algún documento firmado, a fin de detectar incoherencias. Bien, pues el cliente sí que tenía lo que parecía ser una documentación firmada, que realmente eran unos papeles “ilegibles” enviados por Whatsapp a la empresa de inversiones.
El director, en estas circunstancias, dijo que fuese a la policía, que les contara lo mismo, y que desistiera de realizar ninguna operación más.
Lo último que sabemos del cliente, es que tras poner los hechos en conocimiento de la policía (después de 2 días y volver a hablar en 2 ocasiones con el director), después de acudir a comisaría, realizó la transferencia de los 15.000 €.