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                                                                          FERNANDO ESTEVE MORA

No hay día en que no se nos solicite desde numerosas instancias y grupos  que "exijamos" al gobierno de la nación medidas presupuestarias y legislativas en pro de la Ciencia, o sea, que se traduzcan o conlleven el aumento  de la cantidad de recursos públicos que vaya a financiar a la Ciencia Española.

Pues bien. Mi consejo es no hacerles el más mínimo caso a estos buenistas. Ni en esto, ni en ninguna otra cosa, como criterio general. Eso sí, si ellos quieren, de modo  particular, dar unas migajas de sus ingresos  a los científicos españoles, allá ellos, pues nada hay que objetar. En una economía de mercado, cada cual se gasta su particular dinero como quiere y legalmente puede. Y es bien sabido desde siempre, que las visibles "donaciones" filantrópicas son una forma muy conocida de "compra" de bienes como el "prestigio social"  para así satisfacer ésa necesidad primaria, la más imperiosa de todas una vez satisfechas las más urgentes necesidades básicas: la propia vanidad.

Pero, claro, cosa muy diferente es pretender que sean los demás los que "apoquinen" para "la Ciencia Española" ya sea directamente, vía "donaciones" anónimas (no como las suyas), ya indirectamente, vía impuestos, ese dinero, esos recursos,  a la vez que ellos se envuelven en el cálido "halo moral" de la bondad y de la responsabilidad social.

Y no. No es que yo considere que la Ciencia no importa. Todo lo contrario. Admiro y respeto sobremanera a los científicos y a sus trabajos y resultados. Más, por cierto, mucho más, que todas esas "gentes de la Cultura" tan defensoras hoy de la Ciencia;  a las que nada mal les vendría que dedicasen un poquito  de su tiempo más a adquirir un mínimo de  cultura científica que al postureo. Y es que, por poner un ejemplo, ha sido y es indignante comprobar a lo largo de esta pandemia la increíble incultura científica de la mayoría de periodistas, "artistas" y gentes de la "cultureta". Ninguno  entiende de números, y -lo que es peor- ¡lo llevan a gala! .

Pero volvamos al tema de los recursos que habría que dedicar a la investigación científica. Hace ya muchos años que el gran Don Miguel de Unamuno, para gran escándalo de los bienpensantes de entonces, se atrevió a proclamar repetidamente de modo para ellos blasfemo  un "¡Que inventen ellos!", o sea, los extranjeros. Su argumento en contra de que aquí en España dedicáramos demasiados recursos a la investigación científica era de índole espiritual o idealista, para  don Miguel el problema de la sociedad española era sustancial o esencialmente moral o espiritual, antes que de índole social/cultural (como pensaba Don José Ortega y Gasset), de modo que la "solución para España" estaba en la regeneración moral antes que de la modernización científico-técnica y la europeización. El enfrentamiento entre estos dos grandes de la inteligencia respecto al papel de la Ciencia y de la Técnica anticipaba el que luego seguirá durante todo el siglo XX con figuras tales como Heidegger, Theodor W. Adorno, Max Horkheimer, Herbert Marcuse, Lewis Mumford, Bertrand Russell, Jacques Ellul, Ivan Illich, etc.

Pero tuviera o no razón Don Miguel  en su debate con Ortega   desde su particular punto de vista, lo que está claro es que era perfectamente defendible su posición  entonces y lo sigue siendo también hoy  desde el  punto de vista de la eficiencia económica. Y es que si se parte de que  la actividad investigadora en ciencia es una actividad productiva más, cuyo desarrollo  exige una enorme cantidad de recursos económicos tanto en capital físico ("laboratorios") como en capital humano ("personal investigador"), se sigue  -por tanto- que pu puede ser y debe ser analizable y evaluable usando como criterio el de eficiencia económica, pues usa de recursos escasos y valiosos que pueden ser dedicados a otros usos. Es decir, que al igual que  es debatible el porcentaje de recursos económicos que desde el punto de vista de la eficiencia económica  una economía como la española debe dedicar a carreteras, hospitales, el fomento de la opera y demás artes escénicas o las procesiones y demás fiestas patronales es igualmente debatible la cantidad de recursos que deba dedicar a la investigación científica. Y el criterio debe ser el mismo: una actividad es eficiente si los beneficios de llevarla a cabo superan a sus costes.

Pues bien, en tanto que los costes asociados a la actividad investigadora en ciencia son explícitos y evidentes, sus resultados/beneficios no lo son tanto pues, desde un punto de vista económico, la actividad investigadora tiene las siguientes peculiaridades que ponen límites a las posibilidades de que cualesquiera inversiones en ciencia obtengan retornos económicamente valiosos. Y es que la actividad investigadora:

1º) Es extraordinariamente arriesgada, en la medida que el éxito de cualquier línea de investigación científica nunca está garantizado de antemano.
2º) Es  uno de los más típicos ejemplos de actividades en las que se da el fenómeno conocido como  "winner's -take-all" , o sea, situaciones  de ganador único, en que el retorno o la remuneración de participar en esa actividad recae de modo desproporcionado en aquellos participantes o contendientes que son  los relativa o comparativamente mejores. Al igual que pasa en las competiciones deportivas, paradigma de este tipo de actvidades, también en las actividades de investigación científica, el "mérito" y la remuneración asociada a los descubrimientos (el "retorno" de la inversión en ciencia en forma de patentes o rendimientos de la propiedad intelectual)  se los llevan los que primero "dan" con el descubrimiento o innovación buscados. Los "segundones", los que se quedan detrás en esas "carreras de descubrimiento" en que se articula la competencia entre grupos de investigación en ciencia  sencillamente se quedan sin nada, es decir, que al igual que el cuarto que llega a la meta en una carrera no se lleva ninguna medalla y su esfuerzo hasta la extenuación fue baldío, en ciencia pasa lo mismo y todos los recursos que se invirtieron en esa carrera de patentes se convierte en un gasto inútil, en un coste irrecuperable para quienes llegaron después a la meta de la innovación o del descubrimiento.
3º) En las actividades científicas operan  lo que los economistas conocen como economías de escala, de gama y de red, lo que se traduce en que el éxito en forma de nuevos descubrimientos "premia" claramente a los "grupos investigadores" más numerosos, que cuentan con más medios físicos y humanos, que tienen más conexiones entre ellos e investigan en líneas de investigación paralelas. Por decirlo en una palabra, en la actividad investigadora el tamaño y la variedad importa, y mucho. Lo son todo.
4º) En las actividades científicas se observa de modo fundamental lo qe se conoce como "curva de aprendizaje", es decir, que siempre llevan ventaja en la carrera de descubrimientos los grupos de investigación que tienen tras de sí una larga historia. Tienen, pues, ventaja quienes empezaron antes, pues no es fácil empezar desde cero.

Pues bien, dadas estas características económicas de la actividad investigadora, la conclusión obvia es que, de salida, o sea, en principio, no parece eficiente que la economía española dedique demasiados recursos a la misma, pues en la mayor parte de los casos será un claro despilfarro  para un país del tamaño económico de España el participar en ese tipo de carreras por la sencilla y llana razón de que las va a perder. Dicho con otras palabras,  el dedicar más recursos a la actividad investigadora tiene un coste de oportunidad demasiado elevado. Y, por supuesto, el acudir al porcentaje de recursos que los países de "nuestro entorno" dedican a la ciencia es, como siempre, una auténtica manipulación. ¿Son Marruecos, Portugal y Argelia países de nuestro entorno? ¿Por qué siempre que se habla de nuestro entorno sólo se incluyen Alemania, Francia, Gran Bretaña u Holanda? Y, aún en este caso, ¿por qué el porcentaje que estos países dedican ha de ser el criterio de comparación? 

Reconocer que la investigación en ciencias es muy cara es normal. Pero  lo que importa o debiera importar no es quién hace los descubrimientos, sino si uno puede permitirse/pagarse  el uso de esos descubrimientos. De modo que  si, dado su nivel de desarrollo económico, su pasado investigador, las economías de escala y de gama así como las externalidades de red, la investigación científica tiene un retorno superior en EE.UU., Gran Bretaña, China y Alemania, quizás lo económicamente sensato es que se deje que sea allí donde mayoritariamente  se haga, pues esos países tienen una ventaja comparativa en ella.

Y si digo "quizás" es porque quiero permitir la posibilidad de que "España" de modo voluntarista pudiera decidir imitar a Japón, Corea y China y tratar de generar planificadamente una ventaja comparativa en algunas , pocas, bien seleccionadas líneas de investigación en donde su desventaja comparativa de salida no fuese abusiva..

Pero, por supuesto, el que nuestro país no invierta en ciencia en la medida y cuantía que piden los investigadores y las "gentes de la cultureta" no significa que  no pueda beneficiarse de ella. Como Unamuno señaló en su día en un artículo en forma de diálogo entre dos personajes:
ROMÁN.- Inventen, pues, ellos y nosotros nos aprovecharemos de sus invenciones. Pues confío y espero en que estarás convencido, como yo lo estoy, de que la luz eléctrica alumbra aquí tan bien como allí donde se inventó.
SABINO.-  Acaso mejor"
(El pórtico del templo, 1906) . 

Obviamente, pagando por el uso de esas innovaciones. Pero, desde un punto de vista económico, lo que importa es el coste de ese disfrute. Si ese coste es menor cuando son "otros"  quienes hacen la inversión en innovación, pues es más eficiente dejar que esos "otros" la hagan. 

El ejemplo de la patética participación de la ciencia española en la carrera de las vacunas contra la COVID-19 es un ejemplo evidente de lo que estoy diciendo. Recuérdese lo que decía el Ministro del ramo hace unos meses acerca de las posibilidades de que hubiera una vacuna española, lo entusiasmado y orgulloso que estaba. No sé si todavía le queda algo de ese orgullo, de ese entusiasmo. Y no es porque no vaya a haber una vacuna española. La habrá. No lo dudo. Pero me pregunto sobre la eficiencia económica de entrar en una carrera perdida de antemano, de dedicar unos cuantos millones de euros, los pocos que nuestro país puede permitirse, a encontrar una vacuna que probablemente llegará al mercado cuando  ya el 100% de la población mundial esté vacunada. Y risible es el "orgullo" mediático que corre estos días por ahí porque la vacuna de AstraZeneca se vaya a envasar en una planta de Guadalajara.Y, para un economista, la repetida frasecita ésa de que "lo importante es participar"  carece -en principio- del más mínimo  sentido, pues nada hay más absurdo que asimilar este tipo de carreras en la investigación científica a carreras deportivas en las que lo que cuenta es el "orgullo nacionalista" de vencer (aunque, a veces oyendo a algunos comentaristas da la impresión de que lo que se trata de "demostrar" lo inteligente como "pueblo" o "nación" que se es. Un completo delirio).

Lo que decididamente no tiene el menor sentido económico es NO tratar de competir con esas potencias en la investigación científica no invirtiendo en laboratorios y demás capital físico usado en las actividades de investigación pero, sin embargo,  invertir en capital humano formando científicos. En efecto,  la estupidez y la ineficiencia económica llega a su extremo cuando se financia públicamente la formación de investigadores que, luego, no les queda otra opción que  marcharse a trabajar a esos países y desarrollar allí sus personales carreras profesionales.

Como se está viendo en estos pandémicos tiempos,  es un  completo absurdo el que un país de rango económico medio como es España  "regale" capital humano en forma de médicos y enfermeras (se podría hablar también de  ingenieros, arquitectos, etc.)  formados en universidades públicas a Alemania, Gran Bretaña o Francia, pues no de otra manera se puede juzgar esa "contribución" de los contribuyentes españoles al crecimeinto del Producto Interior Bruto de esos países.  Es algo tan absurdo en el fondo como "regalar" a las empresas de esos países camiones, ordenadores o tractores,  pues ningún rendimiento obtienen quienes mediante impuestos financiaron ese capital humano. (Y, por supuesto, la "justificación" de esa emigración en términos de que los salarios son "allí" muy superiores mal se congracia con el hecho de que los impuestos sobre la renta con las que se financió esa acumulación privada de capital humano recayeron sobre los ingresos más bajos de las gentes de "aquí")
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Pues si esto es absurdo,  lo es todavía más el que forme a excelentes investigadores que no pueden investigar. Y es que, a diferencia de los médicos, ingenieros o enfermeras que quizás algún día pudiera ser que vuelvan al país que les financió su formación y éste pueda así sacar algún partido o rendimiento del esfuerzo que sus gentes hicieron colectivamente en la formación de esos profesionales, no pasa lo mismo con los investigadores pues   no solo se van igualmente a los laboratorios de otros países sino que NUNCA  volverán, dado que aquí no hay laboratorios o centros de investigación semejantes, y si lo hacen, será cuando por edad sean ya inservibles como tales investigadores, pues el capital humano de los investigadores tiene una elevadísima tasa de obsolescencia  (recuérdese que los propios científicos estiman que la "ventana" de edad para la innovación en investigación científica no se extiende más allá de los 40-45 años). 

En suma, que si bien es comprensible desde el punto de vista de su economía personal que los científicos pidan más dinero público  para "la ciencia", tan comprensible como que lo pidan los artistas para ayudar a su sector, el que el común juicio de valor de que el sector "ciencia" sea más importante socialmente que el sector "estética"   no debe llevar de modo inmediato a firmar  cheques en blanco ni a unos ni a otros.

 
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  1. en respuesta a Fernando esteve
    -
    #7
    22/01/21 10:29
    Buenos días, me va usted a perdonar, pero creo que en Economía es en donde probablemente se deba investigar más, eso sí, poniendo todo lo conocido en cuestión e intentando poner las bases en un nuevo sistema que ponga en el centro al ser humano y el medio ambiente.

    Gracias.
  2. en respuesta a Javi Moya
    -
    #6
    22/01/21 09:54
    Tienes razón en que, desde arriba, se puede crear una base científico-técnica en un país de tipo medio, como España, si hay voluntad política para ello. Corea, Japón, y hasta China pueden ser ejemplos. Pero eso implica el elegir con mucho cuidado dónde crearla, o sea, dńde apostar. No vale el despilfarrar recursos y tratar de tener éxito en muchos campos, como la delirante propuesta de los periodistas buenistas de atresmedia de aumentar a un 2% los recursos públicos que van a la Ciencia, así como suena, implica . Yo, por lo que me toca, y para dar un ejemplo, suprimiría toda ayuda por parte del estado que va a la investigación en ciencias humanas y sociales, como la "investigación" en Economía. Y centraría la que hubiese en algún campo de interés claro para eñl conjunto de la población española: ¿el cańcer o el alzheimer, quizás? ¿la producción agricola en situación de sequía con el cambio climático? No lo sé. Pero hoy, acabo de leer, el artículo en El País en que narra las dificultades de la vacuna española contra el COVID-19 que, de momento, ha tenido un éxito del 100% en 22 ratones. Da pena leerlo. 
  3. en respuesta a Fernando Labaig
    -
    #5
    22/01/21 09:43
    Todo, absolutamente todo lo contrario  de lo que dices. Lo que se enseña a un alumnos desde que pone los pies en una facultada es que la eficiencia económica (el sacar el máximo partido a los recursoso escasos) se consigue si se organiza la economía como una economía de libre mercado. A esto se conoce como Primer Teorema de la Economía del Bienestar. Más adelanre se le cuenta en qué situaciones (muy abundantes, por cierto) ha de restringirse desde los poderes públicos a la "iniciativa privada"
  4. #4
    20/01/21 13:01
    Por incordiar un poco. SI la sociedad se atuviera exclusivamente al criterio de eficiencia económica nos encontraríamos con el caso de las sociedades totalmente dirigidas en la que el Estado decidiría cuantos médicos, cantantes de opera o fontaneros serían necesarios, ni más ni menos, En el momento en que se permita que cada uno se dedique a la profesión que desee esa eficiencia estará puesta en jaque. Por supuesto, una cosa es permitir y otra invertir dinero en ello. Por otra parte, el problema de escala en muchos casos se está soslayando con la colaboración internacional especialmente dentro de Europa. Respecto al futuro, vaya usted a saber, puede que en poco tiempo EE.UU: no sea ni sombra de lo que fue. 
  5. #3
    19/01/21 20:16
    Puede usted tener razón en parte, pero tenga en cuenta que, si en algún momento queremos cambiar lo incambiable, tiene que ser en un proceso constante y tenaz, quiero decir, si realmente se implica la administración en cambiar nuestro modelo productivo, creo que solo puede ser a través de la ciencia (entre otras cosas).

    El trato no debe ser partidario, esté quien esté al frente del gobierno se debe respetar esta inversión, entonces ¿Cuál es el problema?

    A principio de siglo hubo fuertes inversiones en investigación sobre la fotovoltaica, se aliaron universidades y se llegó a crear varias plantas de investigación y producción por España, éramos pioneros en el mundo, pero había mucho recelo, por lo pronto por los oligopolios suministradores de energía, y también por otros países como China, Alemania, etc. Se intuía como luego se demostró que era un filón económico (1).

    Bueno, de la misma manera que a partir del siglo XVIII y XIX, el parlamento inglés, empezó a legislar para crear el marco más conveniente para esta lacra llamada libre mercado (capitalismo), pues aquí en España los legisladores empezaron a poner trabas legales y fiscales al desarrollo de la energía limpia.

    Conclusión, con el debido cambio de mentalidad (cosa que no interesa a nuestras elites, ni vecinos), seria deseable un cambio, que creo seria beneficioso para la inmensa mayoría de ciudadanos de este país, eso creo yo.

    Un saludo, cuídese.

  6. #2
    18/01/21 21:16
    Extraordinario artículo.
    Ciencia dispersa y fragmentada. Siempre al servicio del capital. 
    Tengo un familiar con lesión medular y por supuesto nunca hemos tenido la esperanza de que la ciencia encuentre la solución o que exista algún proyecto de investigación. 
    Gracias por sus artículos. 
    Un abrazo. 
  7. #1
    Estanflación
    17/01/21 00:21
    Me sangran las manos de aplaudir.