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                                                         FERNANDO ESTEVE MORA

El día 4 de octubre de 1582, en España y otros países católicos como Italia Y Portugal, fue un día muy especial. Y es que el día siguiente no fue el 5 de octubre. Ni el otro fue el 6 de octubre. Ni así sucesivamente.No, el día siguiente al 4 de octubre de 1582 fue el 15 de octubre de 1582. Sencillamente desaparecieron 11 días en el calendario de ese año, que tuvo en consecuencia sólo 355 días.

 

Es esta una historia sobradamente conocida y responde a las dificultades aritméticas que supone insertar el calendario astronómico, según el cual la Tierra tarda 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,1 segundos (o sea, 365,242190402 días) en completar su órbita en torno al Sol, en un calendario conformado por un número entero de días de 24 horas.

 

La solución que regía hasta entonces, el llamado calendario juliano, pues lo impuso Julio Cesar, establecía un año medio de 365,25 días, o sea, que el año juliano era más largo que el año astronómico, de modo que la gente celebraba el año nuevo de cada año, se "tomaba las uvas" a destiempo, y no porque los que contaban los cuartos en el reloj de la Puerta del sol de entonces se equivocasen, sino porque las "campanadas" sonaban  después de que realmente se hubiera producido el paso astronómico de un año a otro. O sea, que el cambio de año oficial se retrasaba respecto al real. Con el paso de los años, este retraso en el calendario, esa inconsistencia,  se fue ampliando de modo que en 1581, la gente celebró la llegada de 1582, 11 días después de que realmente se hubiese producido. Pues bien, el papa Gregorio XIII, siguiendo los consejos de los sabios de la Universidad de Salamanca, decidió acabar con ese retraso e impuso un nuevo calendario, por el que todavía nos regimos, que aun siendo todavía matemáticamente imperfecto (el año medio gregoriano dura 365,2425 días, o sea sigue siendo un poquito más largo que el real), nos sirve. 

 

El cambio al calendario gregoriano se fue extendiendo en años posteriores al de 1582 por los países católicos, y más adelante también entre los protestantes. Su aceptación entre los de religión ortodoxa no se llevó a cabo hasta el siglo XX. Es por ello que, por ejemplo, la Revolución soviética de 1917, aunque es conocida como "Revolución de Octubre", no ocurrió para los países occidentales en ese mes sino en noviembre.

 

Y bien, ¿tiene esto algún interés económico? Pues creo que a efectos ilustrativos, sí. Que lo tiene en estos tiempos de la mal llamada "crisis del coronavirus".

 

Veamos. Volvamos al siglo XVI. Desde un punto de vista económico nada debería haber sucedido cuando los distintos países fueron cambiando de calendario, pues era un cambio meramente "artificial" o "contable" (simplemente se cambiaba de golpe el modo de contar los días del año 1582). Está claro que en ninguna parte, del 4 de octubre al día siguiente 15 de octubre, pasó nada real a efectos económicos. No disminuyó el número de trabajadores, ni el de telares ni el de ovejas ni el de barcos...Pero, sin embargo, sí que  pasaron cosas de importancia económica dadas las reacciones sociales que esos cambios de calendario trajeron tras de sí.

 

No soy historiador y no sé qué pasó en ese mes de octubre de 1582 en España. Pero sí que tengo noticia  de que  cuando el 2 de septiembre (juliano) de  1752 la anglicana Gran Bretaña decidió adoptar el más sensato pero papista calendario gregoriano, a los pocos días,  hubo disturbios callejeros ya que  los trabajadores pedían recibir el entero salario del mes  de trabajo y no sólo la pago  de los 21 días efectivos de trabajo que habían realizado, argumentando que puesto que  no se había establecido ninguna compensación que hiciese disminuir los servicios de las deudas que ya tenían contraídas,  los intereses de las deudas y la devolución del principal de las mismas les siguieron exigiéndose como si esos 11 días hubiesen existido  realmente.

 

Es decir, que si bien el cambio de calendario no tenía porqué tener ningún impacto "real" en la esfera económica, acabó teniéndolo porque lo que sí tenía era un impacto en la esfera financiera, en el esquema de relaciones financieras entre acreedores y deudores.

 

No sé si verá la analogía. Pero, para mí, el confinamiento y la hibernación económica que el gobierno instrumentó como medio esencial para la contención de la epidemia de coronavirus, guarda a efectos económicos claras semejanzas con un cambio de calendario. Tras la declaración del estado de alarma, "desapareció" a efectos económicos "reales", o sea, de capacidad de producción y generación de ingresos y rentas, un "montón" de tiempo sin que haya desaparecido ni el capital físico ni el humano de la economía española. O sea, que desde una perspectiva económica, y como ya he sostenido previamente en otros posts, nada ha pasado: no hay menos fábricas, ni menos tractores, ni menos ordenadores, ni menos tierras de cultivo; tampoco hay menos trabajadores dado que el impacto demográficos sobre la población activa es escaso. Siempre y cuando, eso sí, "esto" ya no se prolongue "mucho" más  ni en España ni fuera de ella.

 

El problema entonces es causado por una suerte de desajuste de calendario similar al que trajo consigo  la transición del calendario juliano al gregoriano. Y es que a quienes tenían deudas, los días que se les impedía trabajar, les dificultaban la obtención de ingresos para afrontarlas. Las empresas, por su parte, tampoco podían producir y vender a la vez que tenían que hacer frente a sus costes fijos (alquileres, hipotecas,  gastos financieros, pagos salariales comprometidos). 

 

Es decir, que el impacto de la "crisis del coronavirus" se debe a ese desajuste exclusivamente de tipo financiero. Y sin duda, los mecanismos establecidos por el Gobierno para suavizar esos  desajustes "contables" han sido los oportunos (ERTES, ayudas para el pago de alquileres, liquidez para las empresas, etc.), aunque podrá discutirse si lo han sido en la medida apropiada. Para muchos son insuficientes, pero para otros -hay mucho empresario y "autónomo" listillo que se está beneficiando tanto tanto de esas "ayudas" del estado que no tienen el menor incentivo a "abrir" sus establecimientos como de las "ventajas" que supone la paralización de las inspecciones de trabajo o su imposibilidad para controlar el "teletrabajo"-.

 

Ahora bien, y como era de esperar, todas esas ayudas se han traducido en un incremento del déficit público y de la deuda pública, pues de algún sitio han de "salir" esas ayudas (cosa que parecen olvidar tantos empresarios, políticos y periodistas).

 

El problema, ahora, es el de cómo se financia ese "exceso" de gasto público. Y aquí no hay muchas fuentes de financiación a dónde acudir. Poco le queda al estado por vender o privatizar, y propuestas como la rebaja en los sueldos de los empleados públicos, la disminución en los gastos sociales (incluidas pensiones) o las subidas de impuestos que -como siempre- se harían sobre las clases medias, o sea, las suicidas políticas de austeridad, son económicamente contractivas y convertirían una crisis "artificial" o "contable" en una crisis económica real.

 

Por contra, afrontar esos déficits (dentro del contexto europeo) acudiendo a la emisión de alguna forma  deuda perpetua a tipo de interés cero resolvería  de modo "contable" y "artificial" lo que en su origen es un problema "artificial", "contable" o de calendario, a la vez que, obviamente, tendría efectos expansivos. Y, por supuesto, estamos en una situación en la que las gentes, aunque fuera por una vez, debieran dejar de una vez de dar crédito a esos auténticos "terraplanistas" de la economía, los sempiternos predicadores  que amenazan con el "mayor" de los males económicos:la hiperinflación, caso de que se caiga en el nefando pecado de cualquier medida que "huela" a monetización de la deuda pública.

                      FERNANDO ESTEVE MORA 

 

Nota: Tras "subir" esta entrada me he dado cuenta de que, quizás debido al confinamiento y a la ausencia presencial de alumnos  que por obligación han de soportar mi  verborrea, la deformación profesional me ha llevado al exceso, a  comportarme como uno de esos opinadores y tertulianos a los que tanto desprecio. Así que, aun quedándome cosas que decir, voy a dejar este blog unos días, que no atosigar  al personal siempre es una virtud.

 

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  • Crisis
  • Coronavirus (COVID-19)
  1. en respuesta a Isidrator
    -
    #5
    06/05/20 12:01
    En primer lugar agradecer su obsequio, y decirle que desgraciadamente solo he podido ver el primer vídeo, en el cual lamentándolo mucho, me ha parecido mejor algunas de las preguntas, que la exposición de ideas y que las respuestas obtenidas.

    No soy religiosos, pero vamos, el amor y la devoción que sienten algunos por el becerro de oro, es increíble, no voy a valorar los argumentos de este señor, ya que dudo de su base científica y de como organiza su ponencia, es más, parece un mitin, más que un seminario universitario, con perdón.

    De lo bueno y lo malo, todo el mundo habla de Adam Smith, de su libro,”Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”, yo tengo la edición de la editorial techos, pero no es de ese libro del que me gustaría hablar,  “Teoría de los sentimientos morales”.

    En el libro habla de la simpatía, del miedo a la muerte, de como nos reconfortamos unos a otros, empatía, generosidad, etc. Este libro divido en cinco partes, hace un recorrido sobre la conducta, las normas éticas y morales humanas.

    El autor es un filósofo moral del siglo, XVIII, él se considera así , este filósofo debido a sus viajes a Europa continental y más concretamente a Francia, absorbió ideas sobre otra manera de hacer las cosas, unido a la observación de los acontecimientos que surgían en su país, yo creo que le proporcionó una teoría en la que creía que había posibilidades de una redistribución más equitativa , más eficiente, y un mayor abastecimiento a la población en general, venían de un modelo monárquico, prácticamente autárquico, y desigual.

    Si usted me pide mi opinión se la acabo de dar, dudo mucho de quien solo asimila lo que ideológicamente le beneficia, a la vez que manipula doctrinalmente, solo para su beneficio, puede que esté cometiendo sesgo en sus concepciones.

    Por último añadir, que en este blog, el profesor Esteve, nos brinda sus conocimientos y  nos aporta sus reflexiones, podemos estar de acuerdo o no, él es profesional de la enseñanza, profesional quiere decir que vive y cobra por ello, por tanto el leer sus aportaciones deberían tener un precio, en este caso sería lo indicado.

    Le vuelvo agradecer su obsequio, gracias.

    Cuídese, un saludo.

    Posdata. Soy una persona con muchas limitaciones, después de haberlo reflexionado no tengo tantos precios en mi cabeza, es más tengo muy poquitos.





  2. en respuesta a Javi Moya
    -
    #4
    06/05/20 11:30
    Gracias por todos tus comentarios, y no sólo los de esta entrada. No puedo por menos que encarecerte a que sigas leyendo. Y ya me doy cuenta de que estás "poseído" por la Economía. ¡Qué se le va a hacer! Yo también. Y así se me ha ido pasando la vida. Ahora, ya que voy entrando en la edad de riesgo por coronavirus, me pergunto si no me habré pasado, si no habré dedicado demasiado tiempo a la economía dejando todo lo demás. Y trato de encontrar placer en otras lecturas. Pero me está siendo difícil: el vicio económico tira mucho. Pero te recomiendo que lo "controles" (Ay!  ¡Consejos doy que para mí no tengo!)
    En cuanto a una de las cuestiones que me planteas, la de los emprendedores hispanos, su contestación no es fácil ni mucho menos. Los hay que opinan que la capacidad de emprendimiento, de romper las normas en último término (pues no hay diferencia comportamental -si ética-  entre delincuentes y emprendedores),  es algo genético, lo que llevaría a considerar que el patrimonio genético "español" falta de ese tipo de genes quizás porque los que los tenían se fueron en siglos pasados (su emprendimiento les llevó a otros lugares) o  fueron expulsados de España por la Intolerancia de la Iglesia y demás carcundia.  O bien, en el otro extremo, la falta de calidad en el emprendimeinto hispano sería debido al pésimo sistema de incentivos que ha favorecido y favorece lo que se conoce como "rent-seeking" activities (¿has visto la Escopeta Nacional?) que favorecía y favorece las actividades de riesgo no en el terreno del mercado sino en el de la política (p.ej., en los famosos palcos del Bernabeu o del Camp Nou). Elige cuál explicación te resulta más adecuada.
    Un cordial saludo 
  3. en respuesta a Isidrator
    -
    #3
    06/05/20 11:16
    Primero, yo distinguiría a tipos serios como Eugen Böhm-Bawerk de la pandilla de predicadores que le apuntan en sus filas. La teoría austriaca del valor adolece de muy serios problemas. Y más aún, su "explicación" de los movimientos cíclicos y las perturbaciones de las economías de mercado. Todo ello ha llevado a que, dentro de la Academía de los economistas, sean despreciadas intelectualmente por no cumplir los mínimos estándares científicos. En cuanto a hacer el experimento social de dejar al mercado manos libres para gestionar la entera sociedad, en un entorno poblado de seres humanos reales  y no extraterrestres, de esos guiados por los sentimientos morales de que hablaba Adam Smith, sólo te puedo decir lo que apuntó Diego Gambetta, el archiconocido estudios de la mafia, que en Sicilia ya  saben lo que pasa cuando desaparece el Estado. Asi que experimentos sociales de ese tipo, ni con gaseosa. En cuanto a los videos que me das, pues son demasiado largos y no los he visto enteros. Para mí es más de lo mismo, y peor. He leído a anarcocapitalistas serios como David Friedman o Leeson o Caplan en economía y Nozick en filosofía. Nada de lo que dice es demostrable científicamente hablando. Explicarte porqué no comparto su visión me llevaría demasiado espacio. Así que, lo mejor, es dejarlo en el terreno de las creencias religiosas. Tú,a lo que parece, tienes fe en el Dios Mercado y  te crees como verdad, porque así lo sientes, la religión revelada por los profetas  Von Mises y Hayek y hoy expuesta por todo el mundo gracias a incontables misioneros como de Soto y Rallo o el "profesor" de los videos. Yo, soy ateo. Pero del todo. O  sea, que tampoco creo en el Dios Estado ni en la chorrada esa de que nos estamos llevando por un camino de servidumbre (por cierto, un buen libro). Aquí como en todo, lo que dicen los curas de uno u otro tipo es enemigo de lo bueno. Yo ya me conformo con un estado del bienestar como el canadiense o el sueco. Ya lo dijo inmejorablemente Machado: "será el mejor de los buenos/aquel que sepa que en la vida/ todo es cuestión de medida/un poco más, algo menos". Mi recomendación, más por viejo que por profesor: pierde la fe. 
  4. #1
    05/05/20 20:44
    Suscribo lo.que como usted dice, seria una solución idónea. Un plan Marshall europeo, que riegue la economía, de liquidez e incremente el consumo. Particularmente ese riego debe de ir, “sin intermediación bancaria privada”, a las PYMES, y a los asalariados, aunque fuera por una vez, en más de 50 años.

    En la historia económica de España, asignatura que hice el año pasado, leí varios manuales, por que en economía de lo que leas la mitad creas, perdón es de cosecha propia, pero en mayor o menor medida saque en claro que la calidad  del emprendimiento hispano, dejaba mucho que desear, ahora su nivel de colusión y su capacidad de parasitar de la administración es sorprendente, aunque puede ser una opinión desacertada, mi impresión es, que si alguien ha gozado de innumerables prebendas, favores y perdones, han sido ellos, tampoco quiero generalizar, pero mi sensación es, que arriesgar lo que se dice arriesgar, poco.

    Sigo algunos blogs de economistas, para ir cogiendo acervo e intentar, interiorizar el mayor conocimiento posible, sin perder la equidad, siempre poniendo en el centro a las personas, que en mi visión, es a lo que me debo y es a quien está ciencia debe servir,. Por ello le agradezco sus opiniones y enseñanzas, de todos los blogs que sigo este es el único en el que participo. Algunos, de economistas muy mediáticos, hacedores de verdades, otros antisistema, yo entiendo como antisistema, todo lo que va implícitamente en contra del bien social. Leo ávidamente  pero sin menos preciar a nadie, y menos yo que tengo muchas limitaciones, casi todos, dicen lo mismo, cuatro datos, y cuatro “de lo que se debería de hacer” y así hasta pronosticar que si no se hace así, será el fin del mundo, él problemas es que las personas no son números, y algunas doctrinas no son economía, son una manera de intentar subyugar y obtener poder.

    Entiendo que como todo, usted se sature, nos tocará esperar, descanse.


    Cuídese, un abrazo.

    Posdata:  También agradecer a usted y a el profesor Julián Sánchez González, las subidas a su canal de YouTube, de esas clases magistrales, que me aportan mucho, una pena que en la UNED, no exista esta corriente de pensamiento económico, que en mi opinión es muy necesaria.