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Si nos damos cuenta las entidades ofrecen la información de una forma un poco curiosa; por un lado nos dan los beneficios que se han obtenido, aclarando inmediatamente que la caída de los beneficios se da porque se han dotado millonarias provisiones, bien por un criterio de prudencia, bien porque determinadas normativas les han obligado. La idea que subyace en todo esto es que las provisiones son un gasto “técnico” que no es real.

De hecho, enlazando con esta idea nos encontramos con el símil de la hucha; las provisiones son una especie de hucha, de tal forma que las entidades apartan una serie de recursos para cuando las cosas vengan mal.

Pero como siempre, las cosas no siempre son exactamente lo que se nos cuentan; se parte de una serie de verdades, se olvidan otras cosas y al final nos encontramos con una idea aceptada que no se parece en absoluto a la realidad. Este post por tanto debe servir para entender exactamente que son las provisiones, que idea subyace tras este concepto y que significa esto en la práctica.

Todo tipo de persona jurídica o física que tenga una actividad económica, (lo cual somos todos), tenemos una serie de gastos e ingresos cada año. Con una parte de los mismos no existe más problema; nos pagan un sueldo y por tanto nos encontramos con un ingreso; pagamos la electricidad y nos encontramos con un gasto. Nada que hablar. Si pregunto a una persona por lo que ha ocurrido en el año pasado, me podrá decir lo que ha ahorrado sin demasiados problemas, siempre que no entremos a valorar la situación final. Porque si la pregunta es ¿Cuál es la diferencia entre tu patrimonio?, la cosa se puede poner más peliaguda.

El tema es que hay gastos y(o) ingresos ocultos. Por ejemplo; si tengo un piso de 200.000 € que ha perdido el 10% de su valor, y he logrado ahorrar 500 euros al mes; es sencillo entender que en realidad soy 14.000 € más pobre, aunque tenga al final del año el mismo piso y 6.000 € más en la cuenta corriente que al inicio. Normalmente esta disquisición no tiene importancia; pero basta que nos imaginemos en la tesitura de ir a pedir un préstamo al banco, donde entre otras cosas valorarán la capacidad de ahorro y nuestra situación. Y esto es exactamente lo que ocurre cuando las entidades ofrecen sus cuentas: nos dicen sus resultados y su situación.

Aparte del ejemplo obvio, (las entidades tienen contabilizados inmuebles que están perdiendo valor por ejemplo), tenemos numerosos casos adicionales que pueden afectar y que no están a la vista. Si un cliente no paga un crédito, la entidad tiene mayores beneficios, (por los intereses de demora), que si paga pero sin embargo, este crédito tiene un valor muy inferior, debido a que es posible que al final no logre convertirlos en dinero; las entidades se encuentran con demandas que pueden suponer gastos, inspecciones de hacienda… Un sinfín de casuísticas que provocan que existan unas pérdidas, (que a veces serán reversibles y a veces no), que no se traducen inmediatamente.

Y aquí entramos con las verdades que presentadas de una determinada forma llevan a equívocos. Siguiendo con el ejemplo de la persona de antes y su negociación con el banco, podrá decir que ha ganado 6.000 euros, pero que “considera” que ha perdido 14.000 euros para cuando vengan mal dadas las cosas. Puede ser correcto, pero quizás mejor explicado puede ser decir que ha cobrado 30.000 €, se ha gastado en vivir 24.000 € y luego tiene una pérdida de 20.000 € derivado de que un activo que tiene se ha deteriorado.

Lo primero lleva a la idea de la hucha, de tal forma que la persona en cuestión tendrá una economía saneada (incluso mejor que el año pasado, porque tendría de acuerdo a esta previsión la casa, la hucha y la capacidad de ahorro), mientras que la segunda presentación nos muestra una persona que está peor que el año pasado porque lo que ahorró no compensa lo que perdió. Por supuesto la segunda es bastante más apropiada porque en realidad lo que se ha hecho es reconocer una pérdida.

Cierto es que se puede alegar que dicha pérdida no es real. Y en el fondo es cierto. ¿Cuánto ha sido la pérdida por el valor del piso?. Yo he partido de un dato que me he sacado de la manga, pero en la realidad las cosas son distintas y una de las características de estos gastos ocultos es que son muy difíciles de cuantificar, a diferencia del gasto de electricidad. El dato, o la provisión no son (ni lo pretenden ser)  más que una estimación para consignar una pérdida real. Por supuesto, la metodología y la forma de calcular las provisiones afecta al resultado de tal forma que la estimación es a nivel colectivo o incluso político. Es cuando menos paradójico que el número que supuestamente recoge las pérdidas en determinadas partidas se decida en despachos políticos con todo tipo de presiones y de acuerdo a todo tipo de intereses. Pensemos que en nuestro ejemplo, si estuviésemos en un banco, la pérdida de valor de nuestro piso sería determinada por el banco y, además de la realidad, entrarían en consideración muchas cosas; (si quieren darnos el préstamo, sobretasarán.., si lo quieren denegar o ponernos condiciones más duras minusvalorarán…).

En todo caso, debemos tener en cuenta que dudar de la estimación, no significa que la realidad sea irreal. Es decir, que unas provisiones de 100 sean dudosas, no nos debe hacernos olvidar que en realidad existe una pérdida latente, oculta y probable,  que aunque sea desconocida es completamente real. De hecho, y como en el ejemplo anterior; debemos tener en cuenta el sesgo anterior. Las provisiones ¿minusvalorarán las pérdidas o las sobrevalorarán? La pregunta es equivalente a esta: dado que las provisiones son un gasto; y dado que los gastos minusvaloran los beneficios; ¿se maximizarán los beneficios declarados o se minimizarán? ¿Se reconocerán más perdidas de las que existen o menos?. A poco que se conozca la dinámica, es sencillo contestarse, sobre todo si tenemos en cuenta que las provisiones son reconocer las pérdidas en los balances y creo que nadie en su sano juicio defiende que los balances de las entidades financieras están mejor de lo que nos lo presentan.

La otra vertiente de la irrealidad está en que no son gastos realizados. Es decir, aunque nuestro piso haya perdido un 10% de su valor, la realidad es que no lo notaremos hasta que lo vendamos, y en ese momento tendremos una pérdida real que puede ser superior o inferior al 10% que decimos ahora, bien porque esperemos, bien porque consigamos o no consigamos ofertas a lo que se supone que es el mercado. Esto viene a ser más o menos de lo mismo. Los pisos han caído de precios; ¿Qué en el futuro se revalorizan?. Pues habrá un beneficio en el futuro, de la misma forma que si el año que viene caen un 10% tendremos una pérdida adicional el año que viene.

Espero que por lo menos quede claro que las provisiones son una representación de un gasto que existe, que por esto cuando se habla de obligar a provisionar, se ha definido como “obligar a reconocer pérdidas” , y que esto difícilmente casa con la idea de una hucha. Que los gastos son reales, aunque indeterminados y que además todo hace suponer que las provisiones son inferiores a los gastos o pérdidas esperadas reales, y que en todo caso los beneficios antes de provisiones tienen la misma validez que los beneficios sin tener en cuenta pérdidas ocultas. O sea, ninguna.

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