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Más sobre solvencia y liquidez

Ante todo, agradezco la recomendación de mi apunte sobre los balances bancarios en El Blog de Echevarri, que forma parte de la comunidad financiera Rankia. Asumo sus dos precisiones: en primer lugar, el balance que os he explicado es el de la entidad bancaria tradicional (el negocio de la banca privada y el de la banca de inversión operan de una manera todavía más emocionante); en segundo lugar, reconozco que he utilizado el término quiebra en vano (el término correcto sería el de suspensión de pagos, o el actual concurso de acreedores). Me imagino que estas precisiones no consuelan a nadie. Pero hay que tener en cuenta que las entidades españolas (al menos, por los números de sus balances públicos) tienen un suculento apartado de fondos propios en el pasivo (capital social+beneficios), además de depósitos obligatorios en el Banco de España y cuentas de provisiones para todo tipo de contingencias.

Por otro lado, Caja Cantabria se ha marcado unas declaraciones esta semana para tranquilizar al personal: la montañesuca no sólo está bien apuntalada sino que encima es prestamista de otras entidades. Ello contribuye a su solvencia (capacidad de enfrentarse a las deudas a corto plazo) aunque no a su liquidez (capacidad para asumir los pagos a corto plazo). Y repito: ni falta que hace porque su negocio no se basa en tener el dinero en la caja fuerte sino en moverlo. El verdadero problema está en parar esa dinámica porque entonces la desconfianza y la crisis de liquidez se traslada a la economía real: si no hay crédito, las empresas no pueden pagar a sus proveedores ni a sus trabajadores y es cuando aparecen las cadenas de despidos y los concursos de acreedores. Esta es la situación actual. Si además cunde el pánico y todos vamos a sacar nuestro dinero del banco -y esto es economía ficción- vendría la quiebra técnica del banco (porque no puede enfrentarse a los pagos exigidos por los depositantes) y con ella el fin de la historia moderna. Nuestros 20.000 euros garantizados no valdrían nada en un sistema económico basado en el dinero a crédito.

Mientras se desarrollan sistemas alternativos como el dinero-tiempo (lo explicaré en próximos apuntes) las autoridades económicas no deben decantarse por inyecciones de salvamento bancario ni por subvenciones al circulante de las empresas, sino por descongestionar las arterias de la economía para que el ahorro vuelva a fluir hacia la inversión productiva. Y me temo que eso sólo se consigue con presupuestos contracíclicos: incentivos a favor de actividades con valor añadido y desincentivos a la demanda especulativa, optimizar cargas fiscales, gasto social, aunque sea a costa de un déficit público transitorio y, si esto no es suficiente, avales para aquellos que forman la base de la economía y tienen problemas financieros (familias, estudiantes, autónomos, pymes), nunca para los que los causan (constructoras, inmobiliarias, chiringuitos varios). Ya sabéis: deber 6.000 euros es un problema particular, deber el 5% del PIB nacional es un problema para la economía.

Junto con El Blog de Echevarri, incluyo en mi blogosfera personal Economy Weblog, del Instituto de Empresa. Imperdonable no haberme topado antes con estos dos espacios.
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