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Alfa, retornos esperados... ¿Qué es realmente importante?

Antes que nada, me gustaría presentarnos: somos Miquel Cantenys y Marc Baraut, dos jóvenes con mucha pasión para las finanzas que dedicamos nuestro tiempo libre a pensar estrategias de inversión y compartirlas con la comunidad, primero a través de nuestro blog y ahora en el mayor portal de habla hispana. Tenemos pensado publicar todo tipo de contenido en esta sección, especialmente análisis de empresas, sectores o de market timing. Por este motivo, hemos creído conveniente hacer un primer artículo dedicado a como evaluamos nuestras inversiones, para que así todos podamos hablar el mismo idioma en esta sección. Esperamos que os guste.

 

A la hora de hacer una inversión tenemos muchos parámetros y puntos a los que ceñirnos: buscar una Beta similar a la del índice, usar ratios de Sharpe, usar métricas IRR o ceñirnos al coste de capital.

Si tenemos intención de invertir a través de fondos u otros productos estructurados, la tarea se complica habiendo de introducir variables casi siempre negativas para el inversor minorista, como son las comisiones de custodia, de gestión o la distribución en cascada de los beneficios.

La cosa no acaba aquí pues gran parte de las métricas que tenemos son realmente difíciles de armonizar si las comparamos con los índices de referencia que serán distintos según el mercado en el que se opere.

Gran parte de los lectores, al llegar a este punto, se habrán percatado de que será mejor dejar el cuidado de sus ahorros a un tenedor “profesional” que de forma pasiva (replicando un índice) o activa se encargará de hacer todos estos cálculos que, en una hoja Excel, se nos hacen infinitos.

 

En términos generales hay métricas que son muy representativas y de fácil aplicación:

  • Cash on Cash (CoC): básicamente es un múltiplo que nos dice cuanto dinero extraemos del dinero invertido sin atender a impuestos, comisiones de transacción, ni el periodo de tiempo. Este último aspecto es el que le da una gran difusión entre firmas de Venture Capital que pasan un gran período de tiempo invertidos hasta que hay una OPV como sucederá con Uber.

  • Cash Return on Invested Capital (CROIC): más usado de forma interna en firmas de Private Equity, la relación entre el FCF y el capital invertido. Si alguna vez tienes que dominarlo, eres afortunado porque significa que tienes un gran capital y no sé qué haces leyendo este blog.

  • Compounded Annual Growth Rate (CAGR): de amplia difusión entre los fondos de inversión o ETFs. Calcula la tasa media de retorno anual de un valor al largo de un periodo de tiempo. Puede resultar engañosa para inversiones de un período menor al año. Ej: si compro un valor por valor de 100€ y lo vendo al cabo de un día por 101€, no tendré un CAGR del 3.678% al cabo de un año a no ser que sea capaz de repetir esta operación a diario y con el capital acumulado del día anterior.

Como vemos, aunque el CAGR es seguramente el de mayor aplicación pueden resultar engañosas de muchas otras formas. Hay inversores que optan por una gran exposición al riesgo; con lo que de “tener suerte” podrían obtener retornos más elevados que los del índice durante un período de tiempo limitado, sin que estos retornos estuvieran directamente relacionados a la habilidad del gestor. Y es que, según estudios, un mono invirtiendo aleatoriamente ha podido batir a más de un humano.

Es aquí donde aparece en tantas ocasiones el término Alfa o α, que a priori serviría de proxy para saber cuán bueno es el inversor a partir de su capacidad para escoger los valores que se revalorizarán en mayor medida que lo que supone de media su volatilidad. Un valor que se puede calcular para cualquier inversión que deberá relacionarse con el comportamiento de una cesta de valores (un índice) y la volatilidad relativa de los valores en posesión.
 


 

Por qué es importante el Alfa?

El Alfa toma un papel importantísimo aseñalándonos si realmente hubiera sido más eficiente seguir la cartera de mercado y variar nuestra exposición al riesgo (en función de este tendremos mayores o menores retornos esperados), o por lo contrario, nos está yendo bien por nuestra cuenta y el camino a seguir sigue siendo este.

El principal problema con la obtención de Alfa es que para conseguirla, significa que tenemos que “hacerlo mejor” que el resto de inversores de gestión activa (pues la gestión pasiva tiene un α=0, igual que la totalidad del mercado). Llegar a generar este valor de modo sostenido no parece ser algo fácil: si bien no considero que los mercados financieros sean totalmente eficientes, incluso los hedge funds encuentran problemas para mantenerse entre los mejores durante un largo período de tiempo, dando resultados a largo plazo que parecen “aleatorios”. La imagen de la parte inferior nos da prueba de ello.

Otras personalidades como Warren Buffett, han generado Alfa de un modo más o menos sostenido durante su track history aunque compararnos con el “mejor inversor” de todos los tiempos es tal vez no ser conscientes de nuestras limitaciones. De todos modos, tampoco es una garantía de nada: este último año, ha sido desastroso para el Oráculo de Omaha. 

En todo caso, hay que comprobar muy bien como calculamos el Alfa de nuestras inversiones o fondos, pues esta variará mucho según el índice de referencia, el periodo de tiempo aplicado a la Beta o del sostenimiento de la Alfa; sin olvidar que la Beta puede haber cambiado durante el período en cuestión. Todo esto, dificulta mucho la comparación entre distintas opciones o fondos puesto difícilmente van a estar totalmente armonizadas con los mismos parámetros.

A día de hoy no tenemos un solo parámetro que nos indique si una inversión es adecuada o no para nosotros, pero sí que la combinación de las métricas anteriores nos podrá proponer a la mejor opción aparente a la hora de diversificar.

  • Nos fijamos un horizonte temporal y un riesgo admitido (máximo drowdown histórico ponderado según nuestros criterios).

  • Seleccionamos las carteras que cumplen estos estándares entre las que tienen un mejor CAGR histórico.

  • Descartamos las que presentan Alfas negativas o inconsistentes.

Este sería una manera aceptable de aproximar una inversión en cestas de valores de gestión activa y retomando las dificultades que tiene un inversor para conseguir Alfa de un modo sostenido, recomiendo diversificar entre gestión activa y pasiva según nuestros objetivos.

 

Por qué no opto totalmente por la gestión pasiva?

De momento me defiendo diciendo que en términos brutos, he generado una Alfa (aunque mínima) durante estos últimos años y además la gestión activa me permite ajustar el riesgo y horizonte temporal exactamente a mis necesidades. En mi caso busco la libertad financiera y no me parece suficiente el retorno medio del mercado (cojo datos orientativos del S&P500), que descontando inflación se quedaría en un 6% anual. Si empezara a los 25 años haciendo aportaciones anuales de 2.500€, significaría que a los 60 “solo” tendría 280.945€, sin tener en cuenta impuestos. Una suma importante de dinero que no sería suficiente para estos objetivos. De este modo y teniendo en cuenta mi temprana edad, prefiero ponderar más el riesgo y darle libertad a la gestión activa, algo que reafirmo en estos tiempos en que espero una bajada general de los mercados financieros, como es en cada ciclo económico.

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  1. en respuesta a El Picoteador
    -
    #2
    24/04/19 11:01

    Gracias por la cálida acogida! En 10 días, nuevo artículo!

  2. #1
    24/04/19 10:08

    Interesante presentación del blog, ya me he suscrito porque preveo que me van a gustar los próximos posts... Espero con ganas el siguiente!