Hace algún tiempo en otro foro escribí lo siguiente al respecto de la bomba atómica y la rendición japonesa:
Los norteamericanos querían probar su arma (tenían dos, una bomba de plutonio y otra de uranio), hacer una advertencia a Stalin e impedir la participación rusa en el extremo oriente, y claro debido a este último punto les entraron las prisas, lanzar dos bombas atómicas en el lapso de tres días cuando sabían que los japoneses necesitarían algún tiempo para asimilar el lanzamiento de la primera, ya indica hasta que punto tenían prisa. Lo demás tengo para mi que son solo justificaciones de un acto injustificable.
Los datos aportados por, Liddell Hart "historia de la segunda guerra mundial" Ed. Luis de Caralt 1972, son bastante esclarecedores.
En julio de 1945 la campaña aérea sobre Japón había llevado a su economía de manera definitiva al fondo del abismo; ocho millones y medio de personas habían huido de la ciudad al campo con el correspondiente impacto en su industria de guerra, la producción de refino de petróleo quedó disminuida en un 83%, la de motores de aviación en un 75%, y la de equipo electrónico en un 70%; más de 600 importantes industrias de guerra habían sido destruidas o seriamente dañadas, el tráfico marítimo costero se hallaba prácticamente paralizado como consecuencia de miles de minas lanzadas desde el aire, la defensa aérea era casi nula y las importaciones marítimas de las que dependía no solo su industria sino la propia supervivencia para el pueblo japonés que hacía tiempo que eran insuficientes ahora era nulas. Para ambos bandos, con excepción de algunos japoneses fanáticos, era evidente que la guerra no podía continuar por más tiempo; aun así los norteamericanos lanzarían su bomba.
Churchill en sus memorias expresó sus dudas sobre los efectos de esta arma:
"Sería un error suponer que el destino del Japón quedó determinado por la bomba atómica. Su derrota tuvo lugar antes que cayera la primera bomba, acarreada por un abrumador poder marítimo. Sólo esto había hecho posible tomar las bases en el Océano y lanzar desde ellas el ataque final, para obligar a la capitulación del ejército metropolitano. Sus barcos habían sido hundidos".
También menciona que durante la conferencia de Postdam, Stalin le habló privadamente, de un mensaje del embajador del Japón en Moscú en el que expresaba el deseo de Japón de finalizar la guerra, cuando pasó esta información a Truman sugirió que la demanda de rendición incondicional podía ser suavizada en favor de facilitar el camino.
Pero los acercamientos japoneses habían comenzado mucho antes y los norteamericanos los conocían perfectamente; poco antes de la navidad de 1944 la inteligencia norteamericana en Washington recibió un informe de un agente diplomático en Japón, en el que se decía que los partidarios de la paz en Japón estaban ganando terreno y predecía que el gobierno del general Koiso, que en julio había sustituido al gobierno de Tojo que había llevado a Japón a la guerra, sería pronto sucedido por otro presidido por el almirante Suzuki que iniciaría las negociaciones con el respaldo del emperador. La predicción se cumplió el 5 de abril de 1945 motivada por la invasión de Okinawa y el anuncio de Rusia de que rompían su pacto de neutralidad.
La intención de los japoneses era clara pero no lo era tanto como debían proceder. En febrero a instancias de Hiro Hito se había pedido a Rusia como estado neutral actuara como intermediaria ante los aliados. Los contactos fueron hechos a nivel de embajador pero los rusos no habían filtrado nada a los aliados.
A finales de mayo Harry Hopkins, enviado especial del presidente, voló a Moscú para entrevistarse con Stalin. En su tercera reunión, Stalin que se había comprometido en febrero en la conferencia de Yalta a entrar en la guerra con la promesa de obtener las Kuriles, el Shakalin y un puesto de control en Manchuria, sacó el tema de Japón diciendo que si los aliados seguían aferrados a su demanda de rendición incondicional lucharían como animales hasta el final, sugirió que era mejor ceder puesto que los aliados posteriormente siempre podrían imponer su voluntad y obtener sustancialmente los mismos resultados. También manifestó su deseo de obtener una participación en la ocupación de Japón y reveló que ciertos elementos de Japón buscaban caminos para la paz sin aclarar que se trataba de acercamientos oficiales a través de embajadores.
La postura de Suzuki era clara más allá de cualquier margen para la duda, su antibelicismo le había hecho blanco de las iras de los militares extremistas con amenazas a su vida desde 1936, su nombramiento para presidir el gobierno era también un claro mensaje del propio emperador. Sin embargo tenía un complicado problema interno por resolver; si aceptaban una rendición incondicional o demasiado humillante sobre todo si afectaba la figura divina del emperador podía verse como una traición y los militares podían desobedecer cualquier orden de alto el fuego.
El 20 de junio el emperador convocó al gabinete interior, los seis miembros de consejo supremo de la dirección de la guerra, y les dijo: "Ustedes consideraran en seguida la cuestión de terminar la guerra lo antes posible". Todo los miembros del consejo se mostraron de acuerdo sobre este punto, pero mientras el primer ministro, el ministro de exteriores y el de defensa estaban dispuestos a la rendición incondicional, el ministro del ejército, y los jefes de estado mayor de la marina y el ejército abogaron por la continuación de la guerra hasta conseguir condiciones más favorables. Sin embargo hubo consenso para enviar al príncipe Konoye a Moscú para negociar la paz, el propio emperador en privado le dio instrucciones para conseguir la paz a cualquier precio. De forma preliminar el ministerio de exteriores notificó oficialmente a Moscú el 13 de julio que el emperador deseaba la paz, aunque fue acogido fríamente por Stalin diciendo que no era lo bastante concreta para que él adoptará ninguna resolución, este fue el mensaje que Stalin comunicó a Churchill en Postdam.
Quince días después el gobierno japonés envió otro mensaje a Stalin con el propósito de aclarar más las cosas recibiendo por parte de Stalin la misma respuesta negativa anterior; a pesar de esto el 28 de julio, cuando Churchill ya había sido sustituido por Attlee en la conferencia, Stalin comunicó el nuevo acercamiento japonés.
Los norteamericanos ya conocían los deseos japoneses puesto que su servicio de inteligencia había interceptado los mensajes cifrados entre las embajadas.
El problema era de otra índole, Truman y sus consejeros principales, en particular Stimson y el general Marshall, estaban ya tan atentos a usar la bomba atómica como Stalin lo estaba por entrar en la guerra para obtener lo que se le había prometido.
Churchill relata en sus memorias que la decisión de usar el arma no fue nunca una cuestión y que nunca oyó la menor sugerencia de que debían actuar de otro modo, sin embargo esto dista mucho de ser así. El almirante Leahy combatió la idea de usar el arma contra la población civil: "Mi sentimiento es, que al ser los primeros en usarla hemos adoptado un nivel ético común a los bárbaros de la edad media. A mi no me enseñaron a hacer la guerra en este estilo, y las guerras no se deben ganar destruyendo a mujeres y niños".
Los científicos también estaban divididos. El doctor Vannebar Bush había desempeñado un importante papel para ganar el apoyo de Roosevelt y Stimson sobre la bomba atómica, mientras que Lord Cherwell (anteriormente profesor Lindemann), consejero personal de Churchill en asuntos científicos también era un defensor de ella. Por ello no fue ninguna sorpresa que cuando Stimson nombró un comité presidido por Bush en la primavera de 1945 para considerar la cuestión, dicho comité recomendara su uso tan pronto como fuese posible y sin ningun aviso por temor a que pudiese fallar.
Otro grupo de científicos dirigidos por el profesor James Franck, presentó a Stimson un informe posterior en la segunda semana de junio, con conclusiones muy diferentes: "Las ventajas militares y la salvación de vidas americanas conseguidas con el súbito uso de armas atómicas contra el Japón tal vez sean rebasadas por la ola de horror y repulsa extendida por el resto del mundo".
Por supuesto los científicos que estaban más íntimamente relacionados con los estadistas son los que prevalecieron, ayudados por el entusiasmo de los estadistas en la bomba atómica como elemente rápido y fácil de acabar la guerra.
El 6 de agosto la noticia del lanzamiento exitoso sobre Hiroshima llegó al presidente Truman de regreso de la conferencia de Postdam, según los presentes, exclamó con júbilo: "Esta es la mayor noticia de la historia". Sin embargo, el efecto sobre el gobierno japonés fue mínimo y los tres miembros del consejo que se habían opuesto a la rendición incondicional siguieron haciéndolo. En cuanto al pueblo japonés, no se enteró hasta después de la guerra de lo sucedido en Hiroshima y Nagasaki por lo que su incidencia fue en ese sentido fue nula.
La declaración de guerra rusa el 8 de agosto y su inmediata marcha sobre Manchuria al día siguiente fue al menos tan eficaz en el proceso de acelerar la cuestión. El 9 de agosto en una reunión del consejo la intervención decidida del emperador en favor de una paz inmediata hizo que los tres miembros que se oponían se mostraran más dispuestos a aceptar la reunión del gozenkaigi o reunión de estadistas mayores en la que el propio emperador ostentara la decisión final. El gobierno anuncio por radio su disposición a rendirse siempre que se respetara la soberanía del emperador; después de algunas discusiones el presidente Truman aceptó, tardíamente, esta cláusula.
Aun entonces en la reunión del gozenkaigi el 14 de agosto hubo opiniones enfrentadas que finalmente resolvería el propio emperador: "Si nadie más tiene otra opinión que expresar, yo quiero expresar la mía propia, y os demando para que estéis de acuerdo con ella. Vemos que sólo queda una fórmula para salvar al Japón. Esa es la razón por la que hemos tomado esta decisión de soportar lo insoportable y de sufrir lo insufrible".
El uso de la bomba atómica no fue realmente necesario para producir este resultado, esto quedó de manifiesto en un informe de la inspección del bombardeo estratégico de los Estados Unidos que recalcaba: "El lapso de tiempo entre la impotencia militar y la aceptación política de lo inevitable podía haber sido más corto, si la estructura política del Japón hubiese permitido una determinación más rápida y decisiva de la política nacional. No obstante, parece claro que aun sin los ataques nucleares la supremacía aérea pudo haber ejercido suficiente presión para provocar la rendición incondicional y evitar la necesidad de invasión". El almirante King manifestó que: "sólo el bloqueo naval habría obligado a los japoneses a la sumisión, si nosotros hubiéramos querido esperar". Por su parte el almirante Leahy fue más categórico: "El uso de esta arma bárbara no prestó ninguna ayuda material en nuestra guerra con Japón. Los japoneses ya estaba derrotados y dispuestos para la rendición, debido al bloqueo efectivo por mar y el bombardeo acertado con armas convencionales".
En la búsqueda de otros motivos para el uso del arma atómica, puede resultar esclarecedor el relato de Churchill sobre los pensamientos de los líderes políticos ante el anuncio del éxito de la bomba atómica: "Nosotros no necesitaríamos a los rusos. El final de la guerra japonesa ya no dependía de la entrada de sus ejércitos allí. No tenemos ninguna necesidad de pedirles favores. Unos días después indiqué a Mr Eden: "Está claro que los Estados Unidos ya no desean la participación rusa en la guerra contra el Japón".
El almirante Leahy dio otra razón para el uso precipitado de tal arma: "los científicos y otras personas deseaban hacer esta prueba, debido a las enormes sumas de dinero gastadas en el proyecto".
En todo caso, si alguien no lo tiene claro, deberíamos preguntarnos porque se aceptó respetar la figura del emperador después de lanzar las bombas, y no antes.