Reflexiones de un opositor:
"Pero a lo que íbamos, en el primer mes, estás que te comes el mundo. Una plaza es tuya. Estás radiante. Madrugas, estudias con pocos descansos, pero eres feliz, muy feliz, crees que por fin haces lo que querías. Has encontrado una meta y nada va a detenerte hasta conseguirla.
Ay! Amigos, pero la mayoría sabemos que esta fase pasa. La felicidad histérica pasa a una felicidad tranquila, luego a una cierta melancolía, que en muchos casos, llega a tristeza. Cuantos lo decimos, ¡que dura es la vida del opositor!
A los meses, cuando el ritmo de estudio se mantiene, llega un poco la desesperación. Los avances son lentos y, aunque sabemos que la paciencia es la madre de las ciencias, nos abandonamos y comenzamos a pensar que no lo vamos a conseguir. ¿Cuántos habéis sentido esto? Me imagino que muchos, y el que no, pues es un afortunado, sigue así. La mayoría de los que opositan trabajando, suelen pasar esta etapa de forma más ligera que los opositores en exclusiva. Siguen teniendo contactos con el mundo y esto les hace seguir apreciando las maravillas de ser funcionario.
En esta fase empiezas a sentirte un poco solo, mientras los demás quedan y se divierten, tú sueles estar encerrado en un cuarto, como mucho de 10 m2, rodeado de papeles, libros, bolígrafos, vamos, compañía no muy animada. Luego, flojeas. Un día descansas más de lo debido, una tarde te vas a tomar unas cervezas, y, ¡OH! ¡No! ¡No es sábado! Pero lo peor, lo haces y no disfrutas. Empiezas a pensar, ¡Dios mío, debería estar estudiando! Te conviertes en un perro del hortelano, ni comes, ni dejas.
Además, te comienzan las reacciones físicas y psíquicas a una oposición: primero, pequeñas crisis de ansiedad, le das vuelta a todo lo que tienes que estudiar, cuanto tiempo falta para las oposiciones, lo incierto que es tu futuro…; segundo, suelen aparecer nervios que en determinadas dosis, incluso llegan a provocar insomnio; y, lo que más afecta a nuestra moral, nuestro cuerpo se resiente por fuera, se tiende a engordar o a adelgazar. Pueden darse ambas cosas, por muy raro que parezca, lo extraño de verdad es que un opositor se mantenga en el mismo peso de cuando empezó. Los que adelgazan es por una razón muy simple, se los han comido los nervios, y los que engordan, pues también es simple, su posición habitual es la sentada, el deporte (excepto los que preparan pruebas físicas en su oposición) ha desaparecido de sus vidas."
Y esto que tiene que ver con la bolsa? Digo yo