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Temblar al oír la palabra recesión

 

 

 

 

 

 

 

 

Ya está. Ha llegado para quedarse. La tan temida palabra recesión acaba de entrar por Alemania y, según los pronósticos más pesimistas, pronto se extenderá por el resto de países de la Unión Europea. Está claro que cuando uno oye la palabra se sobresalta, más aún cuando todos los medios de prensa no paran de confundir al lector/telespectador con la palabra crisis.

Si nos ceñimos a su definición, recesión es la variación negativa del PIB durante dos trimestres consecutivos. Alemania ha tenido una evolución negativa del PIB (-0,1 %) durante el segundo trimestre de 2019, que si en Septiembre confirma la misma evolución negativa en el tercer trimestre, tendremos técnicamente una recesión. De sobra sabemos la importancia de Alemania dentro de la UE y el efecto contagio que tendría en el resto de países vecinos, pero no por ello debemos confundir el conceptos de recesión con el concepto de crisis. La recesión es muy posible que se confirme, pero de ahí a deducir que vamos a tener una nueva crisis sería aventurarnos demasiado a pronosticar.

Es cierto que la inversión de la curva de tipos en EEUU y Reino Unido no ayuda a mirar el futuro más cercano con optimismo, pues la historia está ahí para mostrarnos lo que suele pasar, pero eso no es síntoma inequívoco de que una nueva crisis nos está esperando de forma inminente. Sin embargo, cualquiera que vea informativos o lea la prensa a diario, se habrá dado cuenta de que el mensaje que se transmite es que estamos a las puertas de una nueva crisis económica similar a la de 2008. Es cierto que existen tensiones internacionales que invitan a la incertidumbre, como la guerra comercial entre EEUU y China o el Brexit, pero no son suficientes para afirmar tan alegremente que van a volver las tinieblas financieras.

De sobra se sabía que algún día dejaríamos de crecer. No es algo nuevo. Desde que existe el mundo, los ciclos económicos empiezan donde termina la crisis anterior, y alcanzan un punto máximo desde el cual comienza la caída. Si estamos en un momento de consolidación o en el pico máximo no lo vamos a saber hasta que no podamos echar la vista atrás hacia el pasado. Pero nadie debería haber dudado de que un momento como el actual llegaría, después de varios años de crecimiento ininterrumpido (si bien es cierto que España no ha podido disfrutar de muchos años de crecimiento por nuestra salida tardía de la crisis). Ni porque Alemania entre en recesión debemos pensar que la crisis va a llegar, ni tampoco debemos dejar de pensarlo. Una nueva crisis llegará en algún momento, de eso podemos estar seguros, sea ahora o sea dentro de unos años. Lo que está claro es que el crecimiento económico nunca es infinito.

Ahora, como siempre cuando parece que llegan las dificultades, veremos quién ha hecho los deberes cuando las cosas han sido (razonablemente) favorables y quién no lo ha hecho. La mayoría de Estados seguro que no, pues se encuentran más endeudados que antes de la pasada crisis a pesar de haber tenido unas condiciones bastante ventajosas para devolver el crédito. También veremos quién ha aprovechado estos años para hacer de hormiga y quién para hacer de cigarra.

 

Por resumir:

- Si hay recesión o no aún está por ver.

- En caso de que así sea, no deja de ser algo inherente al funcionamiento habitual de los ciclos económicos.

- Una recesión no implica automáticamente que entremos en crisis, a pesar de que los medios de comunicación lo utilicen para infundir un miedo que tan buenos resultados les da.

- Algún día llegará una crisis, de eso podemos estar seguros, pero es imposible pronosticar cuándo va a ser. Además, es muy probable que la causa que la provoque sea algún desequilibrio ignorado por la mayoría. De ahí que cuando llegan nadie lo espera ni está preparado para ello.

- Los mayores desequilibrios que se puede observar a nivel mundial son la excesiva deuda de los Estados, la sobrevaloración de muchos activos de renta fija y de bolsa (sobretodo de corte tecnológico, con más expectativas que rentabilidades), y los tipos de interés negativos, entre otros que seguro algún lector podrá aportar.

- Los Estados están peor preparados hoy para afrontar una crisis de lo que lo estaban al principio de la crisis de 2008, ya que su endeudamiento se ha disparado. Lo mismo se podría decir de los bancos centrales, que aún siguen aplicando medidas de choque para reactivar la economía (QE, bajos tipos,..), y se han quedado prácticamente sin instrumentos para combatir el supuesto de que una nueva crisis está al caer.

- Por último, apuntar que, desde mi punto de vista, hay tantas opciones de que una recesión derive en una nueva crisis como de que no. Así que, aprovechemos (si no lo hemos hecho ya) estos años de crecimiento para prepararnos ante un escenario negativo. Así, cuando éste llegue (esperemos que dentro de muchos muchos años) los problemas económicos serán menos problemas.

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