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Guerra comercial modo on/off: el caso China

Como ya es de costumbre en este blog, de vez en cuando echamos una mirada al epicentro del crecimiento económico mundial, que no es otro que China. La economía asiática aporta más o menos la mitad del crecimiento mundial, según datos del FMI. Imagínense la importancia que le debemos dar a esta región en el mundo y más si cabe con las disputas surgidas a raíz de la llegada a la casa blanca de Trump. Su posición en muchos momentos beligerante con el gobierno chino, no tiene muchos guisos de materializarse, ya que los americanos serían los más perjudicados con diferencia. Como siempre es importante poner las cosas en su contexto correcto y evaluar posibles consecuencias. La tan comentada guerra comercial con China sería muy poco inteligente por parte del gobierno de los Estados Unidos y como hemos dicho en este blog, Trump no es político, es empresario, y la pela es la pela.

China es exportador neto frente a Estados Unidos, es decir, los asiáticos exportan más a Estados Unidos que los propios americanos a China. Trump ha lanzado amenazas proteccionistas contra China. Mientras trate de consolidar su presidencia, es poco probable que se retraiga de las mismas. Y, ya que el XIX Congreso Nacional del Partido Comunista de China se celebrará en Beijing el próximo mes de noviembre, es poco probable que los líderes chinos cedan a la presión americana.

Una guerra comercial indudablemente haría daño a ambos países. Pero hay razones para creer que Estados Unidos tiene más que perder como afirmábamos al inicio de este post. Cuando menos, los chinos parecen conocer con precisión qué armas tienen a su disposición.

Imagínense que China podría dejar de comprar aviones estadounidenses, impone un embargo a los productos de soja estadounidenses y/o se deshace de manera abrupta, de los valores del Tesoro de EE.UU. y de otros activos financieros estadounidenses, da un poco de miedito, ¿no?. Las empresas chinas podrían reducir su demanda de servicios empresariales estadounidenses, y el gobierno podría persuadir a las empresas para que no compren productos estadounidenses, recuerden el poder del gobierno en este país. La mayoría de las ventas anuales de las compañías Fortune 500 (índice de las 500 empresas americanas más importantes por volumen de ventas) provienen de China hoy en día, y ellas ya se sienten cada vez menos bienvenidas.

Más allá de ser uno de los socios comerciales más importante de Estados Unidos, China es el principal proveedor de empleos de Estados Unidos. Por lo tanto, una guerra comercial podría costar a los Estados Unidos millones de empleos. Si China pasara de Boeing a Airbus, Estados Unidos perdería unos 179.000 puestos de trabajo. Se estima que la reducción de los servicios empresariales estadounidenses costaría otros 85.000 puestos de trabajo. Las regiones productoras de soja, por ejemplo, en Missouri y Mississippi, podrían perder alrededor del 10%  de los empleos locales si China suspendiera sus importaciones de este producto.

Además, si bien Estados Unidos exporta menos a China que viceversa, es China quien controla los componentes clave de las cadenas de suministro y las redes de producción mundiales. Pensemos en el famoso iPhone. Mientras que China proporciona sólo el 4% del valor agregado, suministra los componentes básicos a Apple a muy competitivos. Apple no puede manufacturar un iPhone desde cero en EE.UU., por lo que tendría que buscar proveedores alternativos, aumentando sus costos de producción considerablemente. Esto daría a las empresas de teléfonos inteligentes chinos una oportunidad para apoderarse de una mayor cuota de mercado de los principales participantes en el mismo. Una tendencia que ya se está produciendo.

Hoy en día, el 80% del comercio mundial se compone de cadenas de suministro internacionales. La disminución de los costos comerciales ha permitido a las empresas diversificar sus líneas de producción geográficamente, procesando bienes ​​y agregando valor añadido a dichos bienes en varios países a lo largo de la cadena. ¿Creen que al señor Trump le interesa una confrontación con China en el que el país asiático podría interrumpir redes de producción enteras?, lo que causaria serios daños a Estados Unidos (y, de hecho, a todos los países que participan en las mencionadas redes).

Una escalada de la guerra comercial, con cada lado levantando barreras de importación, alimentaría de forma abrupta la presión inflacionaria en EE.UU., lo que podría conducir a la Reserva Federal a elevar las tasas de interés a niveles más altos y de forma más rápida de lo que lo haría bajo otras circunstancias. Eso, junto con las perspectivas de crecimiento disminuido, deprimiría los mercados de acciones, y la disminución del empleo y los ingresos de los hogares podría conducir a una pérdida considerable en el PIB, tanto en EE.UU. como en China.

Un escenario más probable, sin embargo, es uno en el que ambos países iniciarían disputas en sectores específicos, particularmente en las industrias manufactureras tradicionales, como la producción de hierro y acero. Mientras tanto, Trump seguirá acusando a China de manipular su tipo de cambio, ignorando la reciente presión a la baja sobre el renminbi (que indica que la moneda estaba realmente sobrevalorada); y, sin ni siquiera tener que llegar a mencionar el simple hecho de que muchos gobiernos intervienen con el propósito de  administrar sus tipos de cambio.

Tanto Japón como Suiza han llevado a cabo una intervención monetaria directa en los últimos tiempos, y es posible que el propio Estados Unidos se una a sus filas cuando el impacto de un dólar fuerte en la competitividad de las exportaciones de Estados Unidos se torne insostenible. En cualquier caso, China probablemente puede olvidarse de lograr el “estatus de economía de mercado” bajo las reglas de la Organización Mundial del Comercio hasta después de que Trump esté fuera de la Casa Blanca.

La confrontación comercial entre Estados Unidos y China también afectará los flujos de inversión bilaterales. Estados Unidos puede alegar problemas de seguridad nacional para bloquear las inversiones chinas. También puede detener las compras gubernamentales a empresas chinas como Huawei y obligar a las empresas chinas y las personas individuales ricas a que reduzcan sus inversiones que hasta ahora han reforzado los precios de los activos estadounidenses.

Un tratado de inversión bilateral de alto nivel entre Estados Unidos y China crearía igualdad de condiciones para las empresas estadounidenses, dándoles un mejor acceso al gran mercado de China. Pero esas conversaciones serán invariablemente rechazadas, mientras que las controversias sobre los derechos de propiedad intelectual y seguridad cibernética se revitalizarán.

Por ahora, los líderes de China parecen convencidos de que tienen pocas razones para someterse a la presión de Estados Unidos. Por un lado, Trump parece estar más preocupado por otras prioridades, como la derogación de la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio de Estados Unidos, la reforma del sistema tributario y la inversión en infraestructura.

Incluso, si realmente se lleva a cabo una guerra comercial, los líderes de China asumen que probablemente la misma no se mantendría durante mucho tiempo, si se toma en cuenta los ingresos y las pérdidas de empleos que ambas partes sufrirían. En cualquier caso, los líderes chinos no tienen ninguna intención de enviar ninguna señal de debilidad a un líder que está tan decidido a probar los límites de otros.

Durante los últimos cinco años, China ha tratado de establecer un modelo de crecimiento que sea menos dependiente de las exportaciones y más dependiente del consumo interno. Pero a menudo China necesita una crisis o un shock externo para impulsar la reforma. Quizás, Trump sea ese shock. Si bien sus políticas serán malas para China en el corto plazo, también pueden proporcionar el ímpetu que China necesita para dejar de subvencionar las exportaciones y perpetuar distorsiones en su economía nacional. Si esto sucede, China puede salir de la época de Trump mucho mejor parada que antes. Algo que como decimos, no creo que suceda, ya que dejando a un lado los colores políticos y los juicios de valor gratuitos Trump es un tipo inteligente.

 

Javier Flórez

@FlorezJav

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Podríamos tener exposición ya sea personal o a través de alguno de los productos que gestionamos en las entidades para las que trabajamos, en alguno de los activos que comentamos en el blog.

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  1. #3
    Enberto
    18/03/17 21:39

    Una guerra comercial no puede existir, tienen todos demasiado que perder, China a campado a sus anchas y sabe que la fiesta no puede continuar, con un occidente endeudado hasta las cejas, tiene que levantar el pie del acelerador, simplemente hacia falta el detonante, Trump

  2. en respuesta a Gonzalo Loayza
    -
    #2
    18/03/17 08:39

    Muchas gracias a ti Gonzalo. Lo que trato de exponer en el post con todo el ruido que hay sobre las políticas de Trump, es hacer ver que no creo que se pegue un tiro en el pie con todo lo que hay en juego. Esto nos permitirá afinar en nuestras inversiones, sobretodo de empresas chinas que están a precios interesantes.

  3. #1
    17/03/17 16:41

    Muchas gracias Javier por tu interesante post. Al respecto del tema que tratas, creo que el tema comercial entre USA y China se va a manejar de una manera más sofisticada. Aun cuando el Presidente Trump tenga una visión clara hacia donde quiere llegar con su política económica, sus asesores que son altamente calificados, conocen claramente las consecuencias de un error en la política de comercio exterior.

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