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Ventaja para los minoristas: cuando el inversor particular gana al profesional

Lo del “Smart Money” es cada vez más mito bursátil que realidad. Hace ya años que a los gestores de fondos de gestión alternativa y otros vehículos complejos las grandes subidas les pillan con el pie cambiado. De hecho, no solo a ese tipo de gestores, sino a la mayoría de gestores profesionales en general. 
 
Como vemos en el gráfico n.º 1, a inicios de 2023 los fondos de gestión alternativa, que utilizan profusamente los productos derivados, estaban muy cortos de renta variable. Justo cuando, poco después, los mercados se dispararon al alza (gracias a la llegada de la IA y la bajada de la inflación). Solo bien entrado 2024, el consenso se percató de que había que actuar. Un poco tarde: la guerra arancelaria de Trump volvió a pillarles con el pie cambiado. 
 
Gráfico n.º 1: Posiciones alcistas de fondos y operadores que usan activamente derivados 
Fuente: Bloomberg Finance LP, Deutsche Bank Assett Allocation
 
Pero no han sido solo los fondos de gestión alternativa. La posición general de los gestores en tecnología y en grandes compañías de crecimiento (el grueso del S&P 500) era muy baja en el verano de 2023 y también lo ha sido antes de esta fuerte recuperación que ha tenido recientemente el NASDAQ. 
 
Gráfico n.º 2: Posicionamiento en grandes compañías y tecnología 
Fuente: Deutsche Bank Assett Allocation
 
Pero últimamente la cuestión ha ido a peor, porque los inversores particulares sí que han aprovechado la debacle generada por Donald Trump el nefasto día de la liberación para tomar posiciones, mientras que los profesionales se quedaron fuera y se han perdido la subida. 
 
¿Qué ha pasado? ¿El dinero listo (“Smart Money”) se ha vuelto tonto (“Dumb Money)? ¿Han aprendido mucho los inversores particulares? En nuestra opinión, la respuesta es que al dinero “listo” le ha pasado lo que ocurrió con los fondos de gestión activa: que los jefes de las grandes gestoras no querían sorpresas que pudieran afectar a su bonus, así que limitaron la capacidad de movimiento de los gestores. El resultado es que los fondos de gestión activa obtenían resultados muy parecidos a los índices de referencia y no aportaban ningún valor. Fue el origen del éxito de los fondos indexados y los ETF. 
 
Con el dinero listo pasa ahora algo parecido. Los fondos de gestión alternativa se han abierto a todo tipo de inversores, ha aumentado el volumen y los jefes no quieren líos. La presión lleva a que los gestores se expongan menos al riesgo, pero eso reduce su capacidad de generar beneficios. Y se pierden muchas cosas. 
 
Mientras tanto, en el mundo del inversor particular se está produciendo una revolución, concretamente en el acceso al asesoramiento profesional y de calidad. 
 
La mayoría de lo que se ofrece gratuitamente en las redes y otros medios de comunicación no vale nada. Pero se han popularizado servicios de pago, tipo el FundStrat de Tom Lee, que a cambio de una cuota accesible, dan muy buenos consejos de inversión.
 
Tom Lee y su FundStrat son la cabeza más visible de un movimiento muy amplio de servicios de suscripción y Newsletters de calidad que lleva tiempo funcionando en EE.  UU. Y tanto, ellos como sus clientes, pueden moverse con mucha más libertad que los gestores profesionales y ahora los de fondos de gestión alternativa, también muy presionados por el legislador. 
 
Así, en la misma medida en que los inversores institucionales y sofisticados se han perdido las últimas subidas, han acertado la mayoría de estas publicaciones y servicios de suscripción. De hecho, muchos están llevados por profesionales que han encontrado en esta forma de trabajar la independencia y la libertad de movimiento que habían perdido en los vehículos institucionales. 
 
Ha habido otras ocasiones en las que la democratización de la inversión ha acabado mal, básicamente porque el planteamiento era de casino y los inversores particulares no contaban con acceso al asesoramiento que ha supuesto la llegada de Internet.  En las redes se mezcla asesoramiento e información de ínfima calidad con asesoramiento e información de muy alto nivel. Hoy en día, una selección de cuentas de Twitter de calidad tiene más valor que una suscripción al Financial Times o al Wall Street Journal (que siguen aportando valor, pero están muy sesgados políticamente en sus informaciones o por conflictos de interés, en función de quién paga la publicidad). 
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