Acceder
                                           FERNANDO ESTEVE MORA

Hace unos años, en una entrada de este blog, https://www.rankia.com/blog/oikonomia/548338-empresas-masculinas-femeninas-promiscuidad-versus-fidelidad-comerciales, elaboré una distinción entre las que denominé empresas masculinas y empresas femeninas a propósito del respectivo "cuidado" con la que trataban a sus clientes. Tras experiencias repetidas había yo llegado a la conclusión de que había dos tipos de empresas: aquellas en las que en los objetivos de sus "managers" primaba la consecución de nuevos clientes,  arrebatándoselos a la competencia, aunque ello se tradujese en el descuido de su clientela previa, las empresas masculinas; y aquellas otras, las femeninas, en las que primaba el cuidado y por ende la conservación de los clientes más que la búsqueda desaforada de otros nuevos.

Con el paso del tiempo y la presión social, había ido yo empezado a pensar que quizás mi clasificación pecase de sexista, machista, discriminadora o como quiera que desde el Ministerio de la Cosa Igualitaria (incluida la gordofobia y similares) se considere hoy lingüísticamente correcto y adecuado calificar cualquier  argumentación que parta de la existencia de una diferencia sustancial en el  comportamiento de hombres y mujeres. En consecuencia, había decidido reprimirme y no volver a usarla no fuera que acabase ganándome  las iras de algunos y algunas  fieles seguidores y seguidoras de doña Irene  Montero.

Afortunadamente en esto de la Economía hay estudios para todo, y mira por dónde, acabo de enterarme de un estudio ("Wives listen but husband don't", de Johanna Mollerstron, Ricardo Pérez-Truglia y Diemat Fehr en Voxeu, 23/12/2022, https://cepr.org/voxeu/columns/wives-listen-husbands-dont ) que me viene al pelo en este asunto en el que con sólida base empírica (varios experimentos de "laboratorio" económico) muestran  algo que, de alguna manera, no sólo confirma mi distinción entre empresas masculinas y femeninas sino que, más aún, debiera ser tenido en cuenta por los directores de empresas.

Los estudios a los que me refiero se han realizado en el entorno doméstico y familiar, no en el entorno empresarial, pero para mí sus conclusiones pueden extenderse sin el menor problema al mundo de la empresa y de otras organizaciones pues, claramente, apuntan a un comportamiento diferencial de base entre hombres y mujeres a la hora de atender a la nueva información que reciben.

Por decirlo en pocas palabras, los experimentos han confirmado que los hombres. al menos en lo que se refiere a la información de tipo económico, tienden a  no escuchar la nueva información si esta les es suministrada por las mujeres, por lo que  se atienen en sus decisiones a la información previa de que disponían. Por contra, las mujeres en mucha mayor proporción sí que escuchan y toman en cuenta la nueva información de tipo económico que les trasmiten los varones.

Del porqué ocurre esto, los estudios no dan cuenta o razón, pues como buenos estudios empíricos se quedan con lo que se puede medir y observar, que sea esta diferencial  discapacidad auditiva de los varones un problema con raíces físicas en la estructura cerebral masculina o una consecuencia del machismo del sistema social queda por ello en el aire.

LLevo años oyendo cómo las mujeres de mi entorno se quejan con cierta amargura de cómo los hombres con los que tratan en la vida económica  (como asesores, vendedores, profesionales, expertos, miembros de los servicios de atención al cliente, empleados suyos, "chapuzas", etc.)  las "ignoran", es decir, ignoran sus explicaciones y sus peticiones, o sea, "pasan" sistemáticamente de la "nueva informacion económica" que ellas les trasmiten. En vez de hacerlas caso, las tratan condescendiente y apriorísticamente (creo que existe un término proveniente del inglés para describir a este tipo de tipos: los llaman man-expleinins. Son los hombres que les explican a las mujeres. ¿El qué? Pues todo. Son los sabihondos  de toda la vida, pero no los universales, sino los especializados en ellas, en las mujeres. Todos hemos conocido a alguno. Todas han padecido a muchos) con el resultado previsible de que esos hombres hacen mal su trabajo, pues no se aecúan en su comportamiento a las nuevas informaciones que reciben de más del 50% de la población. Son por tanto ineficientes.

Y ahora, para cerrar el asunto. Cabe suponer que van a ser las empresas a las que llamé masculinas las que, por ello mismo, por ser tan "masculinas", van a  repletas de este tipo de trabajadores sabihondos y "manexpleinins" en sus relaciones con las mujeres, y en consecuencia son las que destacarán, además de por sus comportamientos predadores, por su incapacidad de oír adecuadamente lo que les piden sus clientes femeninos. En suma que las empresas masculinas tienden  a ser más ineficientes que las "femeninas". Lo cual debería ser un asunto que les debiese preocupara a sus directores, aunque como estos en su mayoría son hombres, quizás no lo haga hasta que la competencia alcance un nivel que les obligue a ello.
¿Te ha gustado mi artículo?
Si quieres saber más y estar al día de mis reflexiones, suscríbete a mi blog y sé el primero en recibir las nuevas publicaciones en tu correo electrónico
Accede a Rankia
¡Sé el primero en comentar!