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                                            FERNANDO ESTEVE MORA

Para quienes siguen este blog no resultará ninguna novedad el que diga que para mí Thomas C. Schelling es uno de los mejores economistas del siglo XX y uno de los que más me han influido. Pues bien, cuando Schelling fue a Estocolmo a recoger el Premio Nobel de Economía que se le concedió en 2005, dedicó el discurso de aceptación del premio a celebrar  lo que el  mismo llamó un "no-acontecimiento".

Se refería a que, pese a todos los pronósticos que se habían hecho (y habían sido muchos), habían pasado 60 años sin que nadie hubiese recurrido al arma nuclear en ningún tipo de conflicto. Y a razonar por la causa de esa no-utilización dedicó su intervención.

Y es que el caso era que  nada "racionalmente" impedía su uso. Y aunque diferentes secretarios de defensa norteamericanos habían considerado su uso como cualquiera otra arma más en algunos conflictos (Corea, Vietnam) en que la posición norteamericano se había visto fuertemente comprometida,  nunca siquiera se consideró su uso. Tampoco había sido usada para ganar una ventaja estratégica atacando a la URSS antes de que este país se pusiera a la altura de los EE.UU en términos de arsenal nuclear como John Von Neuman aconsejó en la década de los 50 (un "ataque preventivo" antes de que la URSS desarrollara la bomba H). Y Pero tampoco la URSS la había usado en Afganistán, ni Israel contra Irán, ni Gran Bretaña contra Argentina cuando "lo" de las Malvinas.

No habiendo ninguna razón que impidiera su uso, sencillamente Schelling constató que tras la experiencia de Hiroshima y Nagasaki se había desarrollado una prohibición informal pero internacionalmente compartida a usar armas nucleares ya fueran tácticas o estratégicas. Un auténtico tabú. No había otra razón. Así de simple, Y Schelling abogaba por el reforzamiento de ese tabú, criticando por ejemplo la decisión del Senado norteamericano en 1999 de no refrendar el Tratado de prohibición de las pruebas  de armas nucleares.

Pues bien. En estos tiempos que corren, deberíamos recordar esa idea de Schelling. Y sobre todo lo deberían hacer tanto periodista, tertuliano y politicastro que anda por ahí disfrazado de valiente guerrero vengador. Y es que un tabú es una prohibición cultural compartida de no hacer algo. Y su mantenimiento se funda por tanto en la existencia de esa cultura compartida.

Y a nadie le debe extrañar que la demonización de Rusia y lo ruso tan habitual hoy no hace sino alejar culturalmente a Rusia y los rusos de "nuestra" cultura occidental ...y con ella también de  nuestros tabúes. O de los tabúes que hasta ahora hemos compartido con ellos. Y esto es peligroso. Si a esto se añade que el alejamiento económico y político de Rusia de Occidente gracias a las sanciones disminuyen, como señalé en la entrada anterior, los costes reputacionales y económicos de ese alejamiento, la conclusión es clara: cada día que pasa el uso del arma nuclear dejará de ser un tabú para Rusia. Y lo dejo aquí.

Los rusos, a este respecto, han recordado repetidamente que la bomba de Hiroshima tuvo, para los norteamericanos,  una justificación en términos de las muertes de sus soldados que ahorraba la rendición japonesa frente a los incontables muertos que hubiera supuesto  una invasión/ocupación de Japón "convencional" (la bomba de Nagasaki no tuvo ninguna: fue simplemente un experimento "científico" con daños colaterales). Y a nadie se le debería ocultar que esa misma  justificación, una vez desaparezca el tabú nuclear, sería igualmente "válida" para el Kremlin en Ucrania o en cualquier otro sitio. ¿O es que los muertos rusos "valen" menos que los norteamericanos? -podrían decir.

Y en la misma dirección, una cosa más. Que unos bocazas como Biden o Borrell llamen "criminal de guerra" a Putin,  siendo jaleados por tipos como Pedro Sánchez y otros politicastros (y, quiero subrayar, me da igual que en verdad sí lo sea), no es sólo una estupidez  diplomática sino una irresponsabilidad delictiva pues no hace sino aumentar ese riesgo de que el dirigente de Rusia elija recurrir a las armas nucleares. Las palabras no son neutrales, tienen efectos reales. Y no es nada extraño que si a alguien todo el mundo le llama asesino o ladrón, bien puede ocurrir que  que al final asuma o acepte ese papel social y se comporte como tal y asesine o robe.  Y aquí lo dejo.   

Y aquí me veo obligado a retomar lo que escribí. En los meses que han pasado desde que escribí esta entrada, las cosas han ido a peor. Y la responsabilidad claramente está en la prensa occidental que, sin el menor asomo de profesionalidad y deontología profesional, sin buscar nunca la constatación imparcial de los hechos,  sin el menor atisbo de reflexión crítica, nunca se ha atrevido a poner siquiera un poquitito en cuestión las "informaciones" emitidas por el Gobierno de Ucrania (y también el Ministerio de Defensa inglés. No se debe olvidar el papel de Boris Johnson en la presente carnicería: fue su presión sobre Zelenski la que puso punto final a las negociaciones de paz que Rusia y Ucrania habían entablado en Turquía y Bielorrusia en marzo).

Hay un certero dicho de que la primera víctima de una guerra es la verdad. En caso de guerra convencional, tal cosa no tiene demasiada importancia, pues los aparatos de propaganda de los dos bandos en conflicto manipularán las informaciones que destinan al consumo de sus respectivos bandos, lo que en el peor de los casos es que  a consecuencia de esas propagandas  cada uno de los bandos considere al otro, su enemigo, como un grupo de animales carniceros sedientos de sange, como subhumano y por ello merecedor de la aniquilación,  lo que sólo se traduce -quizás- en una mayor "moral" combativa dada la imposibilidad de llevar a cabo ea aniquilación.

Pero en caso de guerra nuclear la cosa cambia. Como se dice en esta entrada, la conversión del "otro" en monstruo subhumano a consecuencia de la propaganda acaba con el tabú en el uso del armamento nuclear, pues, a fin de cuentas, el despojar de humanidad al otro, convierte su exterminio en ético, en un comportamiento moralmente bueno.

En los últimos tiempos, cualquiera que lea la prensa occidental habrá observado que, alegremente, se ha lanzado a una campaña de deshumanización de los rusos. Una campaña delirante en la que, por ejemplo, desde hace tres días,  se acusa a los "rusos" de violar sistemáticamente niños sin la menor prueba de que tal cosa,  ni un sólo caso, sea cierta. Cualquier persona  con un mínimo sentido crítico sabe o debiera saber que demostrar una violación no es tarea tan fácil, como  todo tribunal de justicia conoce, y por eso se recomienda a las víctimas de una violación que acudan lo antes posible a un centro médico a que se les someta a los estudios y análisis forenses oportunos. Si esto es así, debería resultar obvio que demostrar la existencia de violaciones en cadáveres que llevan enterrados mucho tiempo en zona de guerra y sin los medios adecuados es sencillamente imposible.

La conclusión para mí es obvia. Nuestra sedicente, autocomplaciente  y bienpagada de sí misma "libre" prensa occidental nos está manipulando sistemáticamente. Ningún medio se desvía ni un ápice del discurso oficial que demoniza hasta el absurdo al pueblo ruso en su inmensa mayoría (se excluye a la minoría que no vota al partido de Putin). Lo cual es lógico y normal en caso de guerra. Pero, como ya he dicho, el problema de esa deshumnización propagandística es la contribución de esa manipulación a la ruptura del tabú nuclear. 

Sencillamente hay que ponerse en lugar de los rusos cuando sus medios de comunicación les informen de que nosotros, los occidentales, les consideramos subhumanos, asesinos y violadores de niños, así como suena. ¿Resulta tan difícil pensar que, en Rusia, la propaganda de los medios occidentales esté alimentando la propaganda simétrica del gobierno del Kremlin de que esta guerra es para el pueblo ruso existencial, que Occidente lo que quiere es sencillamente el genocidio del pueblo ruso? Y que, en consecuencia, el pueblo ruso ha de estar preparado, por mera supervivencia, para aceptar el uso de su capacidad nuclear.

Tal nivel de deshumanización mediática de los rusos nunca por cierto tuvo lugar durante la larga guerra fría, quizás porque siempre hubo en los países occidentales gente normal que era comunista y que sintonizaba con Moscú. Los rusos, entonces, estaban "equivocados", su ideología era errónea; los rusos, ahora, son malos, perversos. Es una gran diferencia. Y si antes había comunistas, ahora es sencillamente imposible encontrar a nadie en ningún país occidental que se atreva a declarase prorruso o meramente simpatizante o comprensivo de la posición rusa en esta guerra so pena de ser acusado de depravación moral, de psicópata. Mala cosa es esta para siquiera pensar en la posibilidad de unas negociaciones de paz: con el Mal no se negocia.

En una palabra, toda esta manipulación propagandística a la que tan alegremente se han sumado los periodistas occidentales está haciendo cada vez más probable la ruptura de comunicaciones entre Occidente y Rusia. Y ello es peligroso, muy peligroso

Fue al mismo Thomas Schelling a quien se le ocurrió la idea del famoso "teléfono rojo" como parte del entramado de relaciones diplomáticas que, en última instancia, permitía la comunicación y el compromiso antes de que o los EE.UU o la Unión Soviética diesen el paso definitivo hacia el  holocausto nuclear en cualquier situación conflictiva. En su libro La estrategia del Conflicto había estudiado múltiples "movimientos estratégicos" en caso de conflicto y negociación. Uno de ellos era la ruptura de comunicaciones, ya que que cuando uno de los contrincantes rompía los canales de comunicación con el "otro", tras darle un ultimátum, ponía "en el tejado del otro" toda la responsabilidad pues con esa ruptura de comunicaciones, se impedía a sí mismo el echarse hacia atrás pues el otro no se iba a enterar de ello.

No es fácil entender este tipo de "movimiento estratégico", pues se traduce en que voluntariamente, un actor se priva a sí mismo de alternativas. Y, por esos parece irracional o extraño. Pero pensemos en Hernán Cortés cuando quemó sus propios barcos negándose la posibilidad de escapatoria. No era y no fue un "movimiento estratégico"  irracional. Pues lo mismo sucede con la ruptura de comunicaciones. Negarse a tener contactos con el "enemigo" puede ser perfectamente racional, pues le aísla a quien las rompe de cualquier presión, duda o consideración negociada.   Es por ello, que la mejor estrategia en caso de secuestro no es, como piensan los guionistas de las películas, el establecer comunicación con los secuestradores, sino todo lo contrario:  abstenerse de cualquier comunicación con los secuestradores pues vuelve absurdo el secuestro. Si los secuestradores no pueden comunicarse de ninguna manera con su objetivo, si no pueden transmitir sus peticiones, para qué secuestrar a nadie?.  Otro de esos "mecanismos estratégicos" es el sistema automático de disparo que delega en un mecanismo no humano la decisión de si lanzar o no un ataque nuclear. La conjunción de estos dos "movimientos estratégicos" nos pondrían al borde de una catástrofe nuclear.

Pues bien. Todas las informaciones apuntan a que, viviendo los rusos cada vez más la presente guerra como una guerra existencial, su ruptura formal de comunicaciones con Occidente puede estar a un paso, dado que la base emocional de las mismas, el reconocimiento del "otro" como ser humano se va atenuando rápidamente conforme la prensa occidental les ha ido negando a los rusos su humanidad. Si es así, yo, viviendo en Madrid, lo tengo muy claro. Si llega el momento de ruptura de relaciones diplomáticas entre Rusia y los EE.UU. y Gran Bretaña  me largo de aquí. La base de Torrejón está demasiado cerca y no creo que los rusos se crean que en ella los americanos no guardan armas nucleares. Y quienes vivan en Zaragoza y en Cádiz harían bien en hacer lo mismo.

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  1. #2
    24/03/22 13:46
    Muchas gracias. Como siempre sus interesantes reflexiones trascienden la penosa, ridícula y pedestre inmersión mediática a la que estamos sometidos y que responden a intereses que ya conocemos. 
    Mi madre siempre contaba que a los rusos los dibujaban con rabo y cuernos como demonios. Más nos valdría recuperar el espíritu da la Conferencia de Zimmerwald y abandonar nuestro vergonzoso papel en la película Bienvenido Mr Marshall. 
    Por favor siga reflexionando sin miedo en este oasis, aportando su conocimiento y experiencia. Ah!!... NO A LAS GUERRAS!! 
    Por un mundo nuevo, que no podremos construir con los restos de este naufragio. 


     

  2. #1
    23/03/22 21:33
    Buen artículo Fernando, malos tiempos