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La Economía Constitucional de las Monarquías. El caso del rey Juan Carlos I

                                                                                        FERNANDO ESTEVE MORA

("Disclaimer") No es la primera vez que en este blog, proclamo orgullosamente mi republicanismo. Soy visceral, emocionalmente republicano, casi diría que "genéticamente". Pero los recientes "hechos" que han afectado a la monarquía española, me han hecho preguntarme si al margen de mi adhesión afectiva por la forma republicana de estado hay razones  defenderla como la más eficiente o adecuada.

 

Y digo "razones" económicas, no economicistas. Es decir, razones que van más allá del superficial debate periodístico acerca de qué forma de estado es más o menos costosa. Dejaré por tanto aquí de lado la cuestión de si es más caro (o barato) mantener una "casa real" que la presidencia de una república, pues es obvio que esa es una cuestión meramente contable, una cuestión  baladí comparada con la cuestión de cuál forma de jefatura de estado, si una monarquía o una república, cumple más eficazmente con sus obligaciones.

 

Es este uno de los temas que un grupo numeroso de economistas, entre los que se incluyen autores de la talla de Gordon Tullock o Mancur Olson entre muchos otros, han tratado dentro de los que se conoce como Economía Política Constitucional  que aborda, desde la perspectiva del análisis económico, las cuestiones referentes al más adecuado o eficiente diseño de los estados y de sus constituciones.

 

Pues bien, en lo que respecta a este concreto tema, los economistas han analizado teóricamente qué forma de estado sería más eficiente, si una monarquía hereditaria absoluta, una monarquía hereditaria constitucional o una república. Y la conclusión ha sido, en primer lugar, que una monarquía absoluta es la forma menos eficiente, sobre todo si sus ciudadanos tienen dificultades para emigrar. En este caso, una monarquía absoluta se asemeja a una empresa monopsonística, es decir, a una empresa cuyo dueño o propietario (el monarca) es el único empleador de sus ciudadanos en el peculiar "mercado" de trabajo que es la nación, de modo que si sus trabajadores/ciudadanos no tienen alternativas "laborales" (si no pueden emigrar a otras empresas/países) -y como demuestra la teoría económica-  el resultado de esta forma de "empresa" que es un estado monárquico absolutista es que en ella los trabajadores/ciudadanos son explotados por la empresa/estado monárquico absolutista, a la vez que el nivel de producción y bienestar son bajos. Los ejemplos históricos  de las monarquías absolutistas europeas en los siglos XVI-XVIII  y de los emperadores chinos muestran esa ineficiencia desde el punto de vista general o colectivo de las formas monárquico-absolutistas de estado, que con el tiempo y una vez que sus pueblos gracias a la educación superaron el peso de la propaganda de la diferentes "iglesias" a favor de los monarcas , lograron desembarazarse de esas opresivas formas de estado en costosas revoluciones.

 

Pero, ¿qué pasa si comparamos una monarquía constitucional con una república? Para verlo, primero hay que explicitar lo que se entiende por una monarquía constitucional en Economía Constitucional. Una monarquía constitucional tiene las siguientes tres características:

1ª.- El monarca es el jefe del estado, no del gobierno. Reina, no gobierna, luego no forma parte o representa ninguna opción política concreta.

2º.- La jefatura del estado es hereditaria.

3º.- Un cuerpo legislativo elabora la legislación  que el poder ejecutivo (gobierno) luego ejecutará, pero sólo tras su refrendo o aprobación por parte del monarca que convierte así esa legislación en leyes. La libertad del monarca para no refrendar la legislación que se somete a su aprobación está severamente restringida o es inexistente.

 

Pues bien, la Economía Constitucional ha señalado que una monarquía constitucional de este tipo es más eficiente que una república por una serie de argumentaciones que podemos agrupar  en dos grandes apartados:

a) En primer lugar, un monarca constitucional, en la medida que está constitucionalmente al margen de los partidos y las luchas políticas, es en principio más eficaz   que el presidente de una república (que -no olvidemos- siempre procede de algún partido político) para afrontar el problema conocido como la "tiranía de la mayoría" que aqueja a todos los regímenes democráticos y que se traduce en que las decisiones democráticas no están obligadas a recoger ninguna de las posiciones de quienes se encuentran en minoría, lo que puede conducir a su explotación.

 

En efecto, en la medida que un monarca no está adscrito a ningún partido o posición política, su no-partidismo, su neutralidad política, le permite (no le obliga) canalizar y hacer que se oigan a través de la suya las voces de las minorías que, de otro modo, y de modo democrático, no serían escuchadas  por los gobiernos que siempre son y tienen que ser partidistas en un sistema democrático.

 

En este mismo sentido, se puede decir que la neutralidad de un monarca le otorga también cierta ventaja comparativa respecto al presidente de una república a la hora de señalar y acentuar los puntos,  posiciones o intereses colectivos o comunes (el "interés público") que tienen los ciudadanos como tales ciudadanos al margen de sus divergentes intereses políticos, cosa  necesaria para el adecuado funcionamiento de una sociedad en la medida que la vida política suele acentuar la polarización, la división y la oposición entre ellos.

 

b) En segundo lugar, el carácter hereditario de una monarquía permite sortear y dejar al margen del debate político la cuestión de la sucesión a la jefatura del estado. Por otro lado, ese carácter hereditario de la monarquía, frente a la temporalidad de las presidencias de las repúblicas,  hace que los monarcas tengan -frente a los presidentes republicanos- una perspectiva de más largo plazo, lo cual puede servir  también como un recordatorio a los gobiernos que modere en algún sentido al cortoplacismo típico de los procesos democráticos dado que los políticos, interesados como lo están en  perpetuarse en el poder,  sólo tienen a tener en cuenta los efectos a corto plazo (como mucho a cuatro años, vista hasta el momento de las siguientes elecciones) de sus decisiones.

 

En suma, que atendiendo a estas razones, las que se siguen del no-partidismo del monarca y las que se derivan de su perspectiva temporal más duradera,  la conclusión de los economistas constitucionales es que las monarquías parlamentarias son por lo general relativamente más eficientes que las repúblicas.

 

Pues bien, discrepo de esta conclusión general. Aún reconociendo la fuerza de los argumentos expuestos, a favor de las monarquías constitucionales en ambos puntos, me da la impresión de que no dan el peso que requiere a un  efecto no deseado  y no mencionado de la heredabilidad de la jefatura del estado. Cual es que las consecuencias del mal comportamiento de un monarca o de su ineficacia no reciben en el largo plazo castigo o penalización alguna. Lo cual, junto con la habitual inviolabilidad jurídica que protege a todos los jefes de estado mientras están en el cargo, significa que los comportamientos que serían punibles para cualquiera incluidos los presidentes de una república no lo son para un monarca constitucional cuyo puesto es vitalicio (o mientras él quiera ocuparlo).

 

Por contra, el presidente de una república tiene unas restricciones que dificultan/desincentivan  su mal comportamiento. En primer lugar, su puesto no es hereditario, por lo que su mal comportamiento puede afectar negativamente a la posición/situación de sus hijos en sus carreras profesionales y políticas. En segundo lugar, tampoco puede "eternizarse" en su puesto. Es decir, que no puede concurrir al cargo de presidente de la república más de dos o a lo sumo, tres veces. En tercer lugar, para repetir en el cargo ha de pasar por la aprobación de sus electores que pueden así penalizar su mal comportamiento. El diseño de incentivos en una presidencia de república favorece por tanto a que quien la ocupe se comporte de modo adecuado a su cargo, independientemente de su moralidad particular.

 

No sucede así en una monarquía constitucional en donde no hay ninguno de esos incentivos penalizadores del mal comportamiento de los monarcas. Quizás aquí una analogía describa las diferencias mejor que un argumento. Imaginémonos que el CEO de una corporación se caracterizara por tener un "mal comportamiento", es decir, por ser un corrupto o un ladrón. Lo más normal será que los accionistas lo despidan y le lleven a los tribunales. Imaginemos, por contra, que en esta corporación, ese CEO corrupto y ladrón, mientras lo fuera fuese intocable judicialmente y que, hiciera lo que hiciese,  uno de sus hijos fuera quien le sustituyese en el cargo (como pudiera ocurrir si fuese el accionista mayoritario). Pues bien, en esta extraña corporación, nada podrían hacer los demás accionistas para evitar que su CEO les esquilme, salvo esperar que llegue su sucesor y que este no sea como su padre o bien malvender sus acciones e invertir en otra empresa.

 

Y esto es lo que pasa en una monarquía parlamentaria:  que sus monarcas no tienen "incentivos" externos para comportarse adecuadamente. Dado que su estirpe, su "línea de sucesión", no sufre las consecuencias de sus actos si son deshonestos, un monarca no tiene "desincentivos" para no comportase inapropiadamente. Cierto es que si su comportamiento es lo suficientemente "malo" o se extiende en el tiempo, es decir, si también lo hacen sus sucesores, el "pueblo" puede llegar a hartarse y destronar a esta "casa real" mediante una revolución o mediante un cambio constitucional, pero ambas actuaciones son costosas, por lo que no pueden ser usadas como "incentivos negativos" para disuadir  de modo cotidiano el malcomportamiento de un monarca.

 

En suma, que el buen comportamiento de un monarca constitucional está al albur de la decisión personal que éste quiera tomar,o sea de su particular y subjetiva moralidad. Si, por ejemplo,  en vez de ser neutral, decide alinearse y defender los intereses de la minoría de los más ricos y poderosos, cosa muy habitual por cierto, o decide realizar actividades delictivas o rozando lo delictivo, nada le pasa ni a él ni a sus descendientes y sucesores. 

 

A nadie se le puede ocultar que un ejemplo perfecto de lo recién expuesto lo da  monarquía del muy   constitucional rey Juan Carlos I. No sólo hemos ido conociendo sus nada recomendables por no decir delictivos comportamientos personales y "financieros" sino que hemos sabido que fuimos engañados una vez y otra (¿quién no recuerda el cinismo de sus moralizadores discursos navideños mientras hacía todo lo contrario?). Y no.  Nadie, ni desde el poder político ni desde la sociedad civil (el papel de TODA la prensa española en todos los muchos reprobables comportamientos del rey emérito ha sido más que servicial hacia él decididamente servil) fue capaz de disuadirle en todos estos años de que se comportara como le enseñó su mentor político: el dictador Franco, un auténtico  maestro en todo lo que fuera corromper y robar). El diseño de una monarquía constitucional: la combinación de la inviolabilidad jurídica y la heredabilidad son para un monarca constitucional un escudo protector suficiente para no hacerle temer ninguna consecuencia relevante para sus reprobables actos ni aún en el caso de que -como ha ocurrido con el rey emérito- lleguen a ser conocidos.

 

En suma, el ejemplo del rey Juan Carlos es un ejemplo que pone en solfa el argumento teórico de los economistas constitucionales en pro de las monarquías parlamentarias. No, estas monarquías no son de modo general más eficientes que las repúblicas  en la medida que sus buenos resultados dependen, no de añlgo objetivo: el  diseño de su sistema de incentivos, sino de algo subjetivo y evanescente: la buena voluntad y/o moralidad de los monarcas. En consecuencia, y en lo que a mí me atañe, creo que mi republicanismo tiene una base racional además de la sentimental.

 

Y para acabar, he oído por ahí otra explicación del comportamiento reprobable del rey Juan Carlos que no me resisto a no trascribir. Es una explicación -digamos que- borgiana ( pues recuerda en algo el cuento de Jorge Luis Borges "El tema del traidor y del heroe"). Según esa explicación, Juan Carlos I sería republicano en su fuero interno, y que tras mucho pensar llegó a la conclusión de que la única forma posible de conseguir que se instaurara una república en España era conseguir que los ciudadanos de este país le echaran, como habían hecho con su abuelo el rey Alfonso XIII. Renunciar él de motu propio a la jefatura del estado no era una opción viable, pues le dejaría a él y a su familia en una cierta penuria económica. Pues bien, para resolver este dilema, los llamemos  "comportamientos extraños" (cobros de comisiones, y demás) son la opción mejor para lograr esos dos objetivos: que el pueblo se harte y se haga republicano y que su familia sea rica.

 

Es una curiosa explicación que, por supuesto, no resiste el más mínimo análisis, pues olvida que el "alma política" de la mayoría de los españoles ( a diferencia del "alma política" de los franceses) es la de ser súbditos, no ciudadanos. No sé dónde he leído que cuando en 1823 volvió a España el más despreciable por corrupto y traidor de todos los Borbones, Fernando VII,  encontró que los habitantes de los pueblos por donde pasaba tenían a gala desenganchar los bueyes que tiraban de carrozas para uncirse ellos a los yugos y tirar de las mismas como bestias de carga mientras gritaban "Muera la libertad y vivan las caenas". De esos polvos vienen estos lodos.

 

¿Quién puede esperar que los tatataranietos y bisnietos de esas gentes,  de las mismas gentes que sistemáticamente han ido aniquilando o expulsando de este desventurado país en los últimos dos siglos a todos aquellos a los que repugnaba su servil comportamiento, estén dispuestos a poner freno a los desmanes de unos monarcas por más constitucionales que estos sean? Nadie. Que no se preocupe por tanto el actual rey, Felipe VI. Haga lo que haga, no tendrá problema pues el pueblo español de hoy no sólo es mayoritariamente  monárquico, sino servil. Y si esto es así, sólo podemos desear que tengamos suerte y su moralidad sea más estricta y que no se comporte de modo igual o similar a como vamos sabiendo cada día se ha comportado su padre.   

 

 

 

 

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  1. Nuevo
    #12
    23/11/20 20:44
    No comento tu artículo porque está lleno de tópicos sobre el pasado que no te has molestado en documentarte o documentar y al fín y al cabo es tu opinión, respetable opinión. Solo decirte que se dice  "Motu proprio" como locución latina que es. Al menos eso si lo puedes constatar.
  2. en respuesta a Fernando Labaig
    -
    #11
    16/11/20 23:28
    Hola Fernando. Tengo tan claro como tú la calaña del rey emérito. Mi argumentación lo que pretende es señalar un punto débil de la típica de los economistas constitucionalistas que al evaluar TEÓRICAMENTE las características de un monarca constitucional y un presidente republicano, señalan que el apartdismo TEÓRICO del primero PUEDE ser una ventaja relativa o comparativa frente al segundo a la hora de simbolizar, expresar o recordar al conjunto de los ciudadanos el "interés GENERAL" que decía Rousseau, el "interés público" a diferencia del "interés DEL público" como dice  Ferlosio en una expresión para mí perfecta. Pues bien, el problema nuclear que invalida esa potencial ventaja comparativa del monarca constutucional frente a un presidente republicano es que, para que pueda ser cierta, es necesario que el rey constitucional ha de ser BUENO, o sea, la monarquía constitucional sólo puede que sea superior a una república si siempre el rey es un SANTO. Y claro, eso es mucho pedir....como su graciosa y choriza y corrupta majestad, Juan Carlos I ha demostrado hasta la saciedad.  Ha mostrado qué intereses representa con una claridad meridiana: los suyos y los de la élite de sus amiguetes.
  3. en respuesta a Devalochoa
    -
    #10
    15/11/20 23:51
    espero tus argumentos mañana y te agradezco que dediques tu tiempo a explicar tu postura. Leeré con interés tu post.
  4. en respuesta a D. Pages
    -
    #9
    15/11/20 22:54
    Mañana, tranquilamente, tenemos ese debate!
  5. en respuesta a aseso
    -
    #8
    15/11/20 22:51
    La gracia que me hace  ver a estas personas hablar del banquillo de los acusados. Pues, cualquier persona, antes de hablar antes del banquillo de los acusados, debería hablar de pruebas, lo cual no existe, hoy por hoy. Más allá de eso, si pruebas hubiese, lo cual no niego, ni afirmó, tendrían que sentarse en el
    banquillo de los acusados todos los ministros del interior desde la constitución, hasta hoy, todos los ministros del interior que ha habido, pues todos han consentido y a sabiendas lo que hacía el hoy llamado  Rey Emérito.
     

  6. #7
    15/11/20 22:41
    Encantado de tener un debate sobre réplica o monarquía. Pero no pretendo ganar, simple y llanamente quiero tener el debate. No para ganar, o convencer a nadie. Sino para poder explicarme con toda claridad. Y lo tendremos! Cuenta con ello, sobre todo porque creo, todavía, que este debate ha de ser dado!
  7. en respuesta a Devalochoa
    -
    #6
    15/11/20 19:43
    @devalochoa Me dirijo a ti porque eres el único monárquico hasta el momento en este hilo.
    Te parecería bien hacer un referendum para que todos votemos sobre si queremos, o no, seguir con la monarquía?
    En caso que la respuesta sea negativa agradecería si puedes justificarlo.
  8. #5
    15/11/20 18:18
    Me alegro de reconozcas que una república tiene o puede tener unas consecuencias nefastas. Especialmente en España. 

    Por otro lado, el Rey para los que sí somos monárquicos, es el Jefe del Estado, puede ser bueno o malo ese Rey, pero la institución es lo que ha de perdurar. 

    Segundo. Tu análisis es de conveniencia, no afecta a la misma razón de la existencia de España como entidad histórica que tiene casi tanto tiempo como 2.000 años.  Es decir, casi desde el nacimiento de Jesucristo, mi señor. 

    Si uno no conoce la historia de su Patria, difícilmente puede conocer o darse cuenta de lo que hoy acontece en en Reino de España, hasta el día de hoy, así se llama. 

    Al igual  que sería injusto, juzgar a los católicos por el Papa que en cada momento de la historia ha ocupado tal cargo. 

    Ya sé, que hoy en día, hablar de Patria y Libertad y hablar de confesiones religiosas como la católica no está de moda. 

    El hedonismo así como el tacticismo de la clase política y, no sólo en España, están en su auge! 

    Pero el ser humano, tiene derechos inalienables, por el hecho de ser un ser humano. Nunca porque un gobierno, el Estado, fuera el que fuese puede otorgar a sus ciudadanos. 

    El ser humano, prevalece y siempre lo hará a los estados. 

    En definitiva, la economía, nunca, jamás, ha de prevalecer sobre la dignidad del ser humano. 

    Como tampoco ha de prevalecer la mentira.  Y, entre una, de las más grandes a día, de hoy es que Joe Biden ha sido elegido presidente de los Estados Unidos y, simple y llanamente, porque aún no ha sido elegido presidente. Por lo que afirmar lo contrario, es mentir. Y el que miente, es un mentiroso. 


    Un cordial saludo
  9. en respuesta a aseso
    -
    #4
    15/11/20 18:15
    Eso del sorteo me ha recordado a la auténtica democracia griega. 

    No se elige a un líder, este sale por sorteo. Pero no diría a su antojo, toda decisión pasaba por asambleas ciudadanas, quienes daban los pasos y ejecuciones que tenía que seguir el líder. 

    No, no podías hacer lo que quisieras y argumentar "Es que me ha votado el pueblo". No, a ti nadie te ha votado, lo que pasa es que te ha tocado ser el ejecutor de las órdenes que salen en la asamblea. 

    Y en la asamblea no participaba cualquiera. ¿Criminal? Fuera ¿Evades impuestos? Fuera. 
  10. #3
    14/11/20 18:41
    Sin que sirva de precedente, nada que añadir.

    Cuídese un saludo.
  11. #2
    14/11/20 17:36
    No logro entender varias cosas. Aparte de la sorprendente idea de que el rey encarna a las minorías, a no ser que nos refiramos a los taurinos y los cazadores de elefantes, si el rey no puede intervenir políticamente, el que su visión sea cortoplacista o no, carece de importancia. En eso me parece que falla la comparación con el CEO de una empresa que si interviene en la gestión del dinero. Lo mismo me parece que ocurre con su comportamiento inmoral. Algo habrá afectado a las arcas del estado el continuado latrocinio de su majestad, pero no sé si tanto como para hacerlo constar como un dato sobre la eficiencia del conjunto del sistema ya que, en cierto modo, es exterior a la gestión del Estado, algo parecido a que robara un banco a punta de pistola, aunque haya utilizado el prestigio y los contactos a los que le da acceso el cargo. El problema que veo es la contribución a la deslegitimación de todas las instituciones que, con un presidente de la república en el banquillo por un comportamiento semejante, tendría alguna compensación. No veo fácil que el borbón acabe en el trullo como se merecería..
  12. #1
    14/11/20 15:25
    Qué tal un referéndum y aclaramos si queremos siguiendo súbditos o preferimos ser ciudadanos? Y qué tal el modelo suizo, donde el jefe del estado ni maniobra políticamente ni se corrompe económicamente ni se perpetua genéticamente por la sencilla razón que no existe? Y qué tal si innovamos mos con una monarquía por sorteo, en la cual a cualquiera le puede tocar ser jefe del estado  por un tiempo, pongamos 4 o 6 años, igual que nos puede tocar presidir una mesa electoral?