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El Open Arms, el "buenísmo" moral y el milagro de los panes y los peces

Una de las primeras cosas que ha de aprender quien quiera razonar como un economista es a tener en cuenta el problema de la escala. No cuesta lo mismo por unidad producida el fabricar una, que cien, mil o un millón de unidades. Lo normal es que el coste unitario caiga con la escala de la producción. Ese sería  un caso en que operaría lo que se conoce en la jerga económica como "rendimientos crecientes".

 

Pero, lamentablemente, en este mundo los rendimientos crecientes no pueden operar siempre, independientemente de la escala a la que se lleva a cabo una actividad. Y digo lamentablemente porque si en toda actividad productiva hubiese rendimientos crecientes no habría problemas económicos. En este mundo, sin embargo, más pronto o más tarde, en cualquier actividad, acaba imponiendo su autoridad la conocida "ley" de los rendimientos decrecientes por la que a partir de cierto nivel, los costes medios o unitarios de incrementar la escala de una actividad crecen continuamente.

 

Y esto vale también para el problema de los refugiados y los emigrantes "ilegales". No es lo mismo, en términos de costes, acoger  anualmente a 1 que a 10, que a 100, que a 1000, que a 10000, que a 100000, que a 1000000, que a 10000000,...El coste por "unidad acogida, poer inmigrante,  varía. Al principio, o sea, para pequeños volúmenes, el coste por emigrante o acogido cae sin duda. Operarían los rendimientos crecientes. Pero tampoco cabe ninguna duda  que ese coste se disparará a partir de una cifra que aventuro que quizás pueda estar -para un país como el nuestro- en torno a las 100000 acogidos anuales, pero no tengo base suficiente para afirmarlo. Es sólo una impresión que puede estar muy equivocada. Pero si es cierta, la implicación obvia es que en España la inmigración irregular no es en absoluto un problema real. Al menos, de momento, sólo es un problema imaginario tanto por ser irreal como por que el hecho de que, hoy por hoy, anida sólo en la imaginación. Sólo la extrema derecha filonazi defiende lo contrario, lo malo es que  con un poco de ayuda (véase más adelante) se puede acabar convirtiendo ese problema imaginario en un problema real en la medida que altere la percepción de los ciudadanos sobre el mismo.

 

Los costes por "unidad acogida", -repito-, me da la impresión que empezarían a crecer a partir de esas cifras.  Y en esos costes no sólo hay que incluir los costes directos o explícitos que supone la acogida (recursos  que hay que dedicar de modo expreso y específico a las tareas de acogida), sino también todos los costes indirectos o implícitos de la integración de la misma. Por ejemplo, los costes asociados a la degradación de los espacios públicos y comunes que la emigración en masa suele suponer. Un ejemplo particular y anecdótico, pero que creo que habrá mucha gente que lo haya experimentado también: el pequeño parque cerca de donde vivo es ya un espacio del que ni yo ni otros vecinos pueden disfrutar debido a las acampadas ilegales de emigrantes. Sí, también es natural y legítimo que satisfagan sus naturales necesidades de dormir, mear y cagar en algún lado. Y si no tienen otro, pues "para eso están los parques" ¿no?.

 

Y también, finalmente, están  los costes externos o externalidades negativas. El que una emigración descontrolada pueda suponer el ascenso político de la extrema derecha (que siempre es pro-nazi en el fondo) sería también un coste de la emigración descontrolada. Salvini no ha aparecido de la nada. Ni VOX. El que la unidad europea se ponga en riesgo en la medida que el ascenso de esas formaciones derechistas y antiemigración en otros países suponga una fractura en la UE , también es un efecto externo del problema. 

 

Por supuesto que aquí hay que mencionar la otra cara de la moneda. O sea, los beneficios de la emigración "ilegal" (Sí. Ya sé que ningún ser humano es ilegal por el hecho de serlo. Pero lo es si la actividad que hace, por muy "humana" que sea, es declarada ilegal por un Estado legítimo) o no controlada. Pero me da que serían de escasa magnitud incluso en países con problemas demográficos de envejecimiento en la medida que, en ellos, ya los gobiernos tratarían de hacerles frente mediante la inmigración regulada o "legal".

 

Obviamente, la cuestión fundamental aquí es la del tamaño. La de la escala. Ciertamente, salvo en episodios puntuales (como lo ha sido el caso de los refugiados sirios), todavía la escala de la emigración no controlada es manejable a nivel europeo, aunque no -parece ser- a nivel de países en concreto -como el caso de Italia parece mostrar. Pero que así lo sea, es decir que no sean hoy problema no puede hacernos olvidar que los flujos migratorios no decrecerán sino todo lo contrario en un futuro en la medida en que el stock de población con ansias de emigrar, que hoy vive  por debajo del Sahel, está creciendo  de modo continuo. Y puede suponerse que un creciente porcentaje de esa creciente población se planteará con toda razón abandonar  sus países de origen por las consecuencias desafortunadas sobre sus vidas  del cambio climático,  las guerras internas, el escaso crecimiento económico, la desigualdad y -es obvio-  el efecto demostración o llamada que los medios de comunicación suponen en la medida que les enseñan lo bien que -al menos los que salen en televisión- viven en el llamado "Primer Mundo". Esto ciertamente va a suponer para los países de acogida en Europa un conjunto de problemas económicos, sociales, políticos, culturales y morales de una magnitud muy considerable.

 

Y aparecen aquí en este escenario tan problemático  las buenas gentes del Open Arms y organizaciones afines. Lo que les caracteriza es que, para ellos, todos esos enormes problemas, que lo son indudablemente, no les importan un ardite a la hora de decidir lo que han de hacer en su día a día. Ellos a lo suyo, que  es salvar vidas... y salir en televisión. Para ellos, lo único que cuenta es salvar lo más arriesgadamente que puedan (que eso queda muy bien por televisión) a quienes, para salvar sus vidas o para buscar una vida mejor en Europa, deciden arriesgarse a atravesar el Mediterráneo en condiciones infernales, corriendo un peligro tan elevado que para muchos les cuesta su vida. Una auténtica tragedia. Sin duda. 

 

El problema es que es un comportamiento increíblemente miope y torpe por parte de Open Arms y  organizaciones humanitarias similares. Que no se preocupa de las consecuencias y efectos colaterales que pueda tener a largo plazo. Y no porque el mínimo número de las personas a quienes recogen y salvan pueda suponer el más pequeño coste directo apreciable, sino por los evidentes costes externos que la amplificación de sus hazañas en los medios de comunicación suponen. Es decir, que si no dijesen a nadie lo que hacen, si lo hiciesen en silencio, casi en secreto, si no metiesen a periodistas y cámaras de televisión en sus barcos, podrían hacer sus benémeritas tareas (que lo son, que quede claro) de salvamento sin problema alguno. (Es por cierto lo que hacen día a día discretamente unos empleados públicos en España, los de Salvamento Marítimo, que cada día salvan a más personas de las que han salvado los del Open Arms en todas sus vidas. Es su "curro" cotidiano. Lo hacen bien, muy bien. Pero no son noticia. Pasan "casi" totalmente inadvertidos en comparación con las "hazañas" de los voluntarios de las organizaciones humanitarias porque estos se ponen fuera de la ley)

 

Pero, ¡claro!. No sería lo mismo. Dedicarse a salvar a gente de morir ahogada no parece tener la misma "gracia" si nadie se entera. Y eso lo saben y muy bien los del Open Arms y demás. Que no sólo no pierden ocasión de salir en los papeles y las pantallas, sino que, en mi opinión, lo buscan directa y dedicadamente . ¡Ay! La atracción de ser famoso.Y qué mejor modo de salir en los medios que poner en un brete a gobiernos como el de Salvini, o incluso al de Sánchez que, de manera silenciosa, usando de los medios  a su alcance tratan de solventar ese problema humanitario sin perder de vista el marco general, y lo hacen además muy efectivamente si nos atenemos a las cifras de "salvados".  

 

En su defensa. En defensa de su decidida y voluntaria conversión en personajes de un "reality" televisivo, que podría llamarse perfectamente Muerte en el Mediterráneo, enarbolan el mismo tipo de excusa que suelen emplear los personajillos públicos en caída en popularidad cuando se meten en alguno de esos "realitys" (Gran Hermano, Supervivientes y demás). Y es que lo hacen -eso dicen- no porque lo necesiten o quieran sino para llamar la atención y concienciar a la opinión pública y a los gobiernos acerca de algún problema real ( ya sea el cancer infantil, el cambio climático, etc.).

 

Pues bien, al igual que todo el mundo sabe de sobra que esa argumentación es una mentira descarada, y que lo que busca el personajillo en cuestión es recuperar algo de su popularidad perdida participando en el reality, a mi me suena falsa sin remedio la habitual declaración de las ONG's de que con su presencia en los medios lo que buscan también es llamar la atención de la opinión pública y de los gobiernos sobre el problema de la emigración ilegal y los indecibles sufrimientos que les supone a los que la emprenden. ¡Cómo si no lo supiesen!   Tanto, tanto, que en aquellos países en los que por las razones que sean la escala de la emigración ilegal ha llegado a convertirse en una preocupación pública por la incapacidad de ser integrada, el resultado ha sido el cambio en la opinión pública hacia los políticos de derecha y sus políticas xenófobas. Y sale aquí una vez más  a cuento ese individuo, el señor Salvini. Y es que conforme los del Open Arms aumentan el volumen de su mensaje acerca de la multitud de quienes han de ser salvados, más aumenta la preocupación de la opinión pública por la emigración ilegal a la que empiezan a ver como invasión, y más aumenta en consecuencia  la seguridad del señor Salvini en que su políticas duras frente a la emigración tendrán mayor apoyo político pues todo cuerpo social lo primero que ha de hacer es defenderse de lo que considere es una invasión,.... , y, en consecuencia, más muertes habrá en el Mediterráneo. O sea, que pretendiendo salvar de la muerte a alguna gente condenan a la muerte a mucha más gente.  Y esto los del Open Arms lo saben perfectamente.

 

En mi opinión el comportamiento de los del Open Arms y similares es una de las muestras más evidentes de lo que puede calificarse como una mezcla indecente entre lo que Rafael Sánchez Ferlosio llamaba fariseísmo moral, aquel que liga la propia bondad a la comparación con la maldad ajena: "¡Señor! ¡Mirad qué perverso es Salvini y os daréis  cuenta de cuán bueno que soy yo!", parecen gritar con el más descarado e inmoral individualismo o egoísmo  ético, entendiendo por tal el que uno defina el criterio de excelencia moral en sus propios y exclusivos términos sin tener en cuenta las repercusiones sobre los demás: "Cuántos más salve yo de las aguas, mejor sé que yo soy, independientemente de los costes que ello le suponga a los demás".

 

Esa mezcla de fariseísmo moral y egoísmo ético que algunos denominan buenismo y que me da que caracteriza a muchas organizaciones humanitarias, tiene, para mí, una raíz común evidente: la ideología cristiana. Como ha señalado uno de los pensadores a los que más admiro, el fallecido filósofo, critico social y sacerdote católico Ivan Illich, la novedad radical de la ideología cristiana se encuentra en la "parábola del buen samaritano". En esa parábola se cuenta como un samaritano se encuentra en un camino con un judío herido por unos malhechores, y entonces, aunque el judío no forma parte de su grupo o tribu, sino que es un extraño,  decide voluntariamente ayudarle. Así que le cura y le lleva a una posada y se hace cargo de los costes de su tratamiento y estancia.

 

Para Illich, esa parábola y su implicación: el que se establezca como criterio del buen comportamiento humano el que un humano ayude a otro alguien de fuera de su circulo racial, social, o familiar, incluso aunque sea su enemigo, marca una radical novedad en la historia del mundo. Para Illich, el pensamiento de Jesús (o como queramos llamar a quien o a quienes elaboraron esa ideología, pues no hay la más mínima constancia histórica de que haya existido)  supone una ruptura radical respecto a toda moral previa y posterior, que siempre establecen principios de buen comportamiento pero sólo para los que forman parte del mismo grupo. Para Illich, incluso, hay que entender la  historia de la humanidad desde entonces como la perversión, por parte de la Iglesia, de la aplicación de esa ideología.

 

Y aunque el pensamiento de Ivan illich siempre me ha resultado admirable, en su interpretación de la parábola del buen samaritano siempre he pensado que no era nada consistente porque no usaba de unas herramientas conceptuales que él, sin embargo,  conocía muy bien pues las empleaba en sus críticas a las muchas desmesuras de las modernas sociedades masificadas: la proporcionalidad y la escala.

 

Sí, sin duda, el samaritano que ayuda A ese judío concreto de marras en la parábola es admirable. Pero siempre me he preguntado cómo se hubiera comportado si en vez de haber un judío a quien ayudar hubiera habido dos, tres, cien, mil.... ¿Hubiera hecho lo mismo? ¿Debería hacer lo mismo? ¿Sería la parábola igual?  Un buen cristiano, como lo era Illich, seguro que diría que sí, que por supuesto que el número de judíos  a ayudar no debiera afectar al comportamiento de un buen samaritano. Que -todo lo contrario- su bondad sería mayor conforme creciese la cantidad de judíos a quien hubiese ayudado.

 

Cierto. Pero es sólo porque que para un cristiano la cuestión de la escala no se considera nunca un problema. Y la razón de ello es que los cristianos,  frente a los problemas de la escala, disponen de un arma secreta. En efecto, es de sobra conocido que en la "Teoría Económica Cristiana", a diferencia del resto de escuelas económicas, opera un curioso "teoremilla", el famoso "Teoremilla" de la Multiplicación de los Panes y de los Peces, (no se llamarlo de otra manera), que viene a decir -a diferencia repito de cualquier otra aproximación lo económico, ya sea de izquierdas o de derechas-  que en caso de que haya algún problema de escasez, no hay ningún problema si se tiene Fe, pues bastaría con hacer lo mismo que Jesús hizo un día en el Mar de Galilea para alimentar a las gentes que le seguían, o sea, hacer un milagro. Recordemos que, en aquella situación según cuentan los evangelios, Jesús  produjo.  sin coste extra alguno, la necesaria cantidad de pan y de pescado para alimentar a toda la multitud.  

 

Lo mismo que piensan los cristianos podría hacerse ahora para "resolver" los problemas con la emigración masiva que se prevee.  Bastaría con aplicar el "Teorema" , o sea, tener Fe, invocar a Jesucristo, y...voila: ver cómo ante nuestros ojos se multiplican  los "panes y los peces" de los servicios de acogida, las casas y los puestos de trabajo, etc., etc. que necesitan las masas de emigrantes que se anticipa van a venir. Adiós pues al entero problema. Y, claro está, si no hay ni va a haber problema porque hay de todo para todos, el comportamiento del Open Arms y de sus buenas gentes no tendría efectos negativos indirectos y externos de relevancia, no tendría coste de oportunidad alguno, y podrían ser buenos sin que su bondad tuviese consecuencias nada buenas.  ¡Lástima que por razones desconocidas,  quizás por insuficiente Fe en el mismo,  quizás porque no valga para este mundo sino para el "otro", el caso es que el  "Teorema" no se ha cumplido nunca al menos en los últimos 2000 y pico años! 

                                         FERNANDO ESTEVE MORA                

 

 

 

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