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Era de esperar. La teoría económica más elemental predecía que así iba a pasar. Y lo extraño es que no haya pasado antes y no sea un fenómeno aún más generalizado. Y, por otro lado, no va a ser difícil atajarlo. Me estoy refiriendo a la "explotación" de trabajadores extranjeros sin papeles no por desalmados empresarios capitalistas, sino por desalmados trabajadores extranjeros con papeles.

El fenómeno al que me refiero es el fruto inevitable de la confluencia de dos circunstancias. En primer lugar, la existencia de obvias (al menos para mí) dificultades psico-fisológicas que hacen que la identificación física de los trabajadores extranjeros de raza negra y asiática sea cuando menos problemática para una buena parte de la población española. Simplemente, y como todo el mundo sabe, "todos los chinos son iguales". La segunda es que el "tener papeles" y por tanto la posibilidad de trabajar en el mercado legal de trabajo se ha convertido en un potencial activo económico con un elevado valor económico, en una licencia enteramente igual a otras, como por ejemplo, una licencia para llevar un taxi. Y que tal cosa iba a suceder era algo previsible para cualquier economista en atención a la escasez de la oferta de "papeles" y a la fuerte demanda de los mismos por parte de los inmigrantes ilegales.

Y, ¿cuál ha sido el resultado de ambas circunstancias? Pues que algunos trabajadores extranjeros legales, o sea con papeles, de esas catracterísticas étnicas dificilmente identificables para nosotros han encontrado una forma de obtener un rendimiento económico de su licencia para trabajar legalmente. ¿Cómo? Pues de una manera muy simple: alquilando su uso a algún trabajador que no la tenga, es decir que carezca de papeles, que no esté legalmente en este país. Para que esta suplantación de personalidad laboral sea posible sólo se requiere, en el peor de los casos, que los rasgos físicos de ambos sean más o menos iguales, o sea, de la misma raza, pues obviamente ningún empresario va a perder ni un sólo segundo en comprobar las huellas dactilares de los trabajadores que contrata para constatar que quien se le presenta bajo una determinada identidad es quien dice que es realmente. Según me cuentan, por el "alquiler" de sus papeles, el trabajador "legal" puede llegar a cobrar hasta un 50% del salario que percibe el "ilegal" que le suplanta, ingresos por "alquiler" que se sumarían al salario que gana adicionalmente como ilegal, pues está claro que para que haya "negocio", el trabajador propietario de los papeles ha de trabajar en el mercado informal como ilegal. Es decir, que el trabajador con papeles tiene dos fuentes de ingresos: el rendimiento de sus papeles y su salario como ilegal. Obviamente, a todo trabajador "legal" le interesará dedicarse a esa actividad de alquiler de sus papeles si la suma de los que gana con el alquiler más lo que gane como ilegal supera al sueldo que obtendría de trabajar él legalmente; obviamente, también, a todo trabajador con papeles le interesa que el Estado se ponga cada vez más duro en los procesos de regularización, pues si "abre la mano" en este asunto de la inmigración, el valor económico de su licencia para trabajar legalmente disminuye.

Según se me cuenta, lo recién referido ha sido algo relativamente normal hasta hace poco, hasta que el desempleo se ha disparado. Cuando esto ha pasado lo que ha ocurrido es que algunos trabajadores con papeles han perdido sus empleos como trabajadores ilegales o informales, lo que les ha llevado a una situación en que (no siempre, sólo en los casos en que el subsidio por desempleo compensase al rendimiento de sus papeles) ya no les era rentable seguir alquilando sus papeles, lo que les ha llevado a recuperar su identidad laboral. Esa recuperación no es sencilla, pues está claro que no podían presentarse de la noche a la mañana en las empresas a "reclamar" los puestos de trabajo que estaban en su nombre ocupando sus sustitutos, de modo que el proceso es más complicado, y pasa habitualmente por la petición por parte de los sustitutos a sus empleadores de que los despidan por razones familiares (por ejemplo, por tener que volverse a su país) en la mejores circunstancias. Una vez hecho esto, conseguido el despido, el titular de los papeles, ya habiéndolos recuperado, puede dirigirse con total tranquilidad al paro, cobrar el desempleo y ponerse en la cola del INEM. No tendrá ningún problema pues es legal y está en su derecho. El otro, el sustituto, no puede hacer nada y hará bien en asistir a ese proceso sin despegar los labios: a fin de cuentas es un ilegal.

Una vez más hay aquí que hacer referencia al refrán más querido por los economistas: ¡Cuidado! Que el camino a los infiernos está empedrado con buenas intenciones.

P.D.: Podría pensarse que, desde un punto de vista llamemos que liberal, el fenómeno que describo no encajaría nada con el título de la entrada pues si la relación entre trabajador con papeles y su sustituto es voluntaria, como lo es en la realidad, el primero no estaría explotando al segundo.:ambos se beneficiarían mutuamente de su relación. Sin duda, pero aquí tengo para mí que este es un caso en que, curiosamente, la vieja y ya casi olvidada interpretación marxista de la explotación laboral encaja perfectamente con los hechos. Recuérdese que, para Marx los trabajadores nunca son explotados en el mercado de trabajo sino fuera de él, concretamente en el proceso de producción, lugar donde según su teoría del valor, son explotados porque los no-trabajadores, o sea los capitalistas propietarios del capital, les pagan un salario menor que el valor de su contribución a la producción. Pues bien, aquí pasaría algo similar. Los trabajadores sustitutos recibirían un salario menor al salario de mercado, apropiándose de la diferencia un grupo de no-trabajadores gracias a la propiedad que tienen concedida por el Estado de un activo necesario (¿un bien de capital, pues?) para que los primeros puedan trabajar: los papeles.
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  1. #6
    03/07/09 19:30

    Por mi profesión, he visto y vivido por parte de mis clientes varios supuestos de suplantación de personalidad. Y es cierto, tienes delante qal sujeto y el NIE o pasaporte y eres incapaz de decir si es o no el de la foto. Lo que no había oído nunca es lo de alquilar los papeles....Eso es rizar el rizo.

    Enhorabuena por el post, muy bueno.

  2. #5
    Anonimo
    03/07/09 11:12

    Completamente de acuerdo con el planteamiento, pero le falta algo: ¿y la solución?; ¿está también en las teorías Keynesianas como casi todo?

  3. #4
    Anonimo
    03/07/09 10:34

    Eso de que todos los negros y chinos son iguales,sería cuando yo era pequeño,que solo salían en las películas.De todas formas,la suplantación de personalidad y la explotación laboral estan castigadas por la ley.

  4. Top 100
    #3
    02/07/09 22:53

    Se hace mucho en los exámenes de teórico del carnet de conducir, y el precio es de más de dos mil euros. Aunque en estos casos, ambas partes son legales, pero uno de los dos es medio analfabeto, al menos en castellano.

  5. #2
    02/07/09 22:27

    Las posibilidades son muchas, recuerdo que hace unos años se desmanteló una red de ciudadanos chinos que se dedicaban a presentarse a los exámenes del carnet de conducir en lugar de compatriotas.
    Saludos

  6. #1
    Anonimo
    02/07/09 15:43

    Dado que el robo de identidad (identity theft) es posible, también es posible y natural el alquiler de la identidad.

    Otra cosa es que como negocio sea rentable.

    Anda que no ha habido casos de alumnos que se han presentado á exámenes unos por otros.

    Pronostico una franquicia cuando los españoles de rasgos orientales (o sea, los chinos de aquí) lleguen al "insti" y a la "uni".