No se crean que lo digo con ironía. En realidad, lo único indiscutible ahora mismo es que España se creció en el campo y mantuvo el tipo. Y el domingo todos vimos a Zapatero gritarlo desde la grada. De nuevo, valga el símil futbolístico.
Hay otra cuestión pendiente bastante poco opinable: si el jueves 3 de Julio deciden subir el tipo de intervención en Frankfurt y el interbancario lo digiere tan bien como la Bolsa española esta mañana, nos va a hacer pupita a alemanes y españoles, ya que nuestros contrincantes empiezan a tener problemas de crecimiento económico. Lo que ocurre es que la economía alemana tiene un historial cíclico bastante más suave que la economía española, que crece mucho en época de vacas gordas y se estrella en momentos de vacas flacas. Poco importa el término académico que utilicemos para definir la situación pero sí es vital reconocer que nuestra economía siempre se ha comportado a trompicones.
Lo bueno de las crisis es que todo el mundo se acuerda de los que no llegan a fin de mes. El PP disfrutó de ocho años de bonanza -o de vacas gordas, o de expansión, o boom, me da igual- y durante ese tiempo nadie se acordó de los problemas financieros de familias, autónomos y empresas, ni de los contratos basura encadenados que muchos sufrimos en aquellos años, ni de la precariedad de los investigadores, ni de la madre que parió a Casillas. Por todo ello, bendita crisis económica. O como queramos llamar a la cosa.
Ultimamente confío poco en la efectividad de las políticas económicas y me parece que, con independencia de la etiqueta que pongamos al ciclo actual, habrá que guardar cama como con la gripe. Como mucho, con algún remedio casero: ahorro energético, transporte público, software libre, dieta, vacaciones low cost en Cantabria... Y, sobre todo, sudando la gota gorda en el tajo. Que no está la cosa como para hacer pellas el lunes. Ni aunque hayamos ganado la Eurocopa.
P.S. A partir del próximo post me extenderé con los remedios caseros. Incluído lo del software libre. Haya paciencia.
