El ganador del próximo domingo lo será por la percepción social de dos problemas críticos para España: la inmigración y la vivienda. No esperemos grandes movilizaciones en torno al crecimiento, a la inflación -por mucho que algunos la identifiquen con el precio del pollo- o al canon digital. Ni siquiera el terrorismo va ser decisivo. Así que el 10 M, como titular de portada, diré con toda tranquilidad que han sido la vivienda y la inmigración. Estúpidos.
En efecto, creo que las encuestas infravaloran a Rajoy. Igual es que vivo en Santander y aquí las cosas se ven siempre de distinta forma, pero opino que una mayoría potente de españoles se va a mover en defensa de su propio bienestar individual, que es inversamente proporcional al número de inmigrantes por metro cuadrado y al estancamiento del precio de la vivienda. No nos engañemos, el fin del chollo inmobiliario no es percibido como buena noticia por el propietario aunque lo sea, a medio y largo plazo, para la economía en su conjunto.
Pizarro conoce bien la baza inmobiliaria y no tiene ningún problema en decir cosas muy bonitas al oído de los interesados. Como lo de liberalizar el suelo. Dice que quiere jugar a la oferta y la demanda pero no parece bien informado de que, en un mercado libre de verdad, el exceso de oferta se ajusta a la falta de demanda bajando precios. Y que el abaratamiento de la materia prima debería trasladarse también al precio. Sin embargo, eso no fue lo que pasó con la ley del suelo del PP. Y no es necesario echar la culpa a la especulación delictiva, basta que nos fijemos en lo que está dispuesto a pagar el español medio por el chamizo. De nuevo, recordemos que el precio del ladrillo no se fija según costes sino según la expectativa de revalorización y la disposición del comprador a pagar.
Dice el aspirante Pizarro que el problema no es inmobiliario sino financiero. Entiendo que la solución, por tanto, pasará por poner a huevo más crédito hipotecario. Lo cual no es, precisamente, una política inocente ya que las facilidades bancarias han sido responsables, en gran medida, del boom y posterior crack del sistema. Y las constructoras y gecatorces no tienen vocación de ONG precisamente: están dispuestas a hacer viviendas protegidas a precios razonables. Lo suficiente para no perder negocio, que es lo suyo, no lo olvidemos.
Espero equivocarme a favor del Gobierno, porque en materia de vivienda han cumplido por encima de lo esperado. Y no por su gestión de talonario sino por el sentido común que le echa Solbes al tema. Veremos si los españoles lo entienden así el domingo.